Se acabó. A la actual dirección de Génova ya se le conoce como 'Los otros': están muertos y no lo quieren saber. Pero no hay vuelta atrás. Por mucho que se atrincheren, que Pablo Casado retrase la entrega en bandeja de plata de la cabeza de Teo García Egea para salvar la suya, la suerte está echada. Y todo apunta a una solución a la gallega: es el tiempo de Alberto Núñez Feijóo.
En Génova, el barco está hundiéndose. El primero que se ha borrado ha sido el portavoz nacional, José Luis Martínez-Almeida, que está a un paso de decir que entre Casado y Teo le obligaron a aceptar el cargo. Todos lo vieron claramente: era un abrazo del oso para desactivarle. Y luego le lanzaron como ariete contra Isabel Díaz Ayuso en la lucha por presidir el PP de Madrid. Y ambas cosas las aceptó sin rechistar.
Ahora, el alcalde ha sido el primero en bajarse del barco, después –por cierto- de que su mano derecha en el Ayuntamiento tuviera que dimitir por su implicación en el espionaje a la presidenta regional. ¿No sabía nada Almeida? Ayuso le intentó dejar al margen en su duro "Yo acuso" del viernes. Sus últimos movimientos muestran un rápido cambio de bando para intentar salvarse de la quema. ¿Será tarde?
Pero volvamos a la sede nacional. Los barones –ese ente por lo general cobarde en los dos grandes partidos, acostumbrados a lanzar la piedra y esconder la mano- no son un ente uniforme, pero parece que la mayoría tiene ya elegido el sucesor.
Juanma Moreno Bonilla, preocupado por sus elecciones –la amarga victoria en Castilla y León obligó a posponerlas a después del verano- y porque la crisis se le meta en la campaña, quiere una solución urgente. Y su sintonía con Feijóo es mayor que con Ayuso: un 'giro' a la moderación le viene bien para desactivar el fantasma que el PSOE agitará en sus elecciones de "que vienen los fachas".
Ayuso es joven aún (1978) y sabe que un nuevo éxito en las elecciones de 2023 le catapultaría como opción para ser la primera mujer en llegar a La Moncloa".
Isabel Díaz Ayuso, por su parte, sabe que no es aún su momento. Lo ha dicho por activa y por pasiva ella y su entorno –léase MAR-: en mayo del año que viene tiene unas elecciones. Las encuestas internas que manejaba Sol –antes de esta crisis- es que ganaría aún más ampliamente que el 4-M. Su objetivo es reeditar, por lo menos, esos resultados. "Mi sitio es Madrid", insiste. Ella es joven aún (1978) y sabe que un nuevo éxito en las elecciones de 2023 le catapultaría como opción para ser la primera mujer en llegar a La Moncloa. Las próximas, dicen en su entorno, no son sus elecciones. "Puede esperar cinco o siete años más".
Tanto el entorno de Moreno Bonilla como el de Ayuso apuestan por Alberto Núñez Feijóo. Él sí gobierna con mayoría absoluta, no tiene elecciones a la vista en tres años y ha conseguido laminar a Vox y a Podemos en su tierra. "Es su hora", insiste la mayoría de barones del PP –salvo el murciano Fernando López Miras, que debe su cargo a Teo García Egea que le salvó en marzo pasado de la moción de censura urdida por Cs y PSOE-.
Feijóo se deja querer. "La solución ya se la he dicho a Casado ayer (habló con él este domingo)". Pero el gallego no olvida cómo maniobraron en 2018 dentro de Génova –los rumores hablaban también de dosieres y espionajes por parte de quien manejó el CNI- para que no diera el salto.
Su renuncia, entre lágrimas, provocó que se presentara Dolores de Cospedal –que había comprometido el apoyo de sus huestes al gallego- para intentar evitar que triunfara su 'enemiga' Soraya Sáenz de Santamaría. ¿El resultado? Los compromisarios de Cospedal acabaron dando su apoyo en segunda vuelta al candidato supuestamente más débil y ganó Casado…
Hoy, cuatro años después y tras otro episodio de odios personales y dosieres, la historia da una segunda oportunidad a Feijóo. Sin duda será la última. Y para el PP, puede que también.