Opinión

"El PSOE no puede ser Podemos"

La supresión de los derechos y libertades es un recurso para hacer frente a la epidemia, pero su prolongación y las maneras empleadas demuestra que el PSOE, en manos de Sánchez, es Podemos

  • Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso

La primera vez que Pedro Sánchez toma la decisión de presentarse a las elecciones primarias fue por una razón que explicaba de la siguiente manera: “Me presento, porque el PSOE no puede ser Podemos”. Sánchez se convirtió en el candidato del aparato del partido que desde la distancia dirigía Susana Díaz con el apoyo de sus mayores, los mismos que dos años después le defenestraron. Sánchez salió escaldado por esconder una urna detrás del biombo la primera noche de octubre de 2016. Antes de las primarias de 2014, el viejo PSOE veía en Eduardo Madina un giro demasiado brusco a la izquierda. El PSOE de antes encontró en Sánchez una solución provisional o por lo menos un relevo más moldeable.

El tiempo ha permitido demostrar que en realidad la cultura socialista no estaba representada por Sánchez sino por Madina. Las primarias de julio de 2014 iniciaron una etapa en el PSOE que está ya cerca del desenlace. El PSOE se ha diluido en manos de un proyecto personal, el de Sánchez. Hace solo seis años, el hoy presidente del Gobierno miraba hacia al centro tras el “zapaterismo”. Cuando lo echaron por desobedecer a sus mayores, cambió de carril y se fue al sentido contrario con tan solo un volantazo. Se fue por la izquierda detrás de sus votantes fugados a Podemos.

Tal vez no habría tantos recelos y pegas en la Unión Europea a la hora de dar dinero a un gobierno sin Podemos, es decir, sin chavistas, que es como se se ve a los de Iglesias desde el corazón de Bruselas

Antes de la convocatoria de las elecciones de noviembre pasado, durante la investidura fallida de julio, Iglesias soltó el anzuelo, de pie, desde su escaño: “Usted nunca será presidente del Gobierno sin nuestra ayuda”. Las elecciones del 28 de abril de 2019 -convocadas tras a la moción de censura que le hizo presidente del Gobierno sin investir diez meses antes- las ganó Sánchez con todas las bazas a su favor. No intentó reconducir a Rivera. Tampoco a la inversa hubo un solo movimiento creíble que hubiera dejado a España con un Gobierno mucho más sólido, centrado y europeísta que el actual. Tal vez no habría tantos recelos y pegas en la Unión Europea a la hora de dar dinero a un gobierno sin Podemos, es decir, sin chavistas, que es como se les ve desde ahí arriba, donde se cuecen los euros frescos.

Cambio de régimen

Sánchez ha presentado esta semana su plan para “la nueva normalidad” adoptando el metalenguaje que suele emplear Podemos para, con las palabras, cambiar la percepción de la realidad a un personal que anda metido en casa, viendo cómo vuelve a evaporarse lo que empezaba a parecer solido. No es la primera vez desde que comenzó esta crisis que Sánchez asume la agenda de Podemos ni tampoco la última en la que defiende a su socio, que no le va a fallar, hasta que vea que todo se desploma. De momento Iglesias no tiene nada mejor que hacer que aprovechar una crisis para, desde el poder, hacer lo que siempre ha predicado en sus monólogos de cambio de régimen.

El presidente ha vuelto a desechar la idea de romper con Podemos para buscar el apoyo del PP y Ciudadanos y así negociar con la Unión Europea el dinero que España va a necesitar. La ayuda va a llegar pero le van a poner un precio más alto mientras el aliado de Sánchez no sea de fiar a los ojos de quien, mas temprano que tarde, tiene que tapar el agujero de las finanzas públicas de España. Guste o no, va a haber rescate vestido, desnudo o con una pose entre medias. Si Iglesias sigue en el Gobierno, España tendrá más condiciones que si no está.

Sánchez se ha atado a Iglesias. Seis años después de presentarse a las primarias para evitar la 'podemización' del PSOE, Sánchez le ha entregado su destino a Iglesias. Tanto siga o no con él, tendrá que asumir un final no previsto. La actual crisis sanitaria deja otra económica y social que no se esconde bajo la alfombra de la alarma. La supresión de los derechos y libertades es un recurso para hacer frente a la epidemia, pero su prolongación y las maneras empleadas muestra que el PSOE en manos de Sánchez es Podemos. Precisamente lo que aquel desconocido candidato a las primarias quería evitar o por lo menos eso es lo que decía minutos antes de dar el paso y cambiar de opinión.

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