Opinión

Sostenibilidad, ese deseo insano

Se escribe esa palabra por doquier y hay muchos incautos que se creen que así ya se preserva eso que llaman “recursos naturales”

  • Sánchez y su agenda

Cacarear sostenibilidad es una de esas actividades del consenso suicida, es decir progre. La cualidad de sostenible se manifiesta como un deseo aplicable a cualquier cosa. Se oye y se lee entre comunistas, entre liberales, entre conservadores, entre estafadores, entre socialistas, entre profesores, entre periodistas, entre receptores de subvenciones. Desde que en 1987 el informe Brundtland de la ONU lanzó el invento, esa palabra de vocación indiscutible ha tenido un inquietante y catastrófico éxito. Hay que discutirla y mucho. Nuestra supervivencia civilizada nos va en ello.

También la RAE ha sucumbido y admite esta segunda acepción de sostenible: “Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Desarrollo, economía sostenible.” Lo cual demuestra que, en este caso, la RAE copia el informe sin citarlo. Sostener es, en primer lugar, sujetar, aguantar, sufrir, tolerar, amparar, respaldar. Y lo sostenible es lo razonable, lo defendible. Sostenibilidad es solo la cualidad de sostenible. Pero había que perturbar su sentido para hacer magia con nuestros impuestos y con nuestras manipulables entendederas.

Cuando alguien quiere sostener algo se sacrifica por ello, no le queda otra. Con la sostenibilidad se nos impone nuestro propio sacrificio sin que se nos haya consultado en absoluto. Se nos hace creer que es lo más deseable, lo absolutamente progre. Y lo peor, se nos asigna como inevitable destino. Nos han confinado en los trabajos forzados del sinsentido.

Entre mis alumnos abundan quienes creen que, dado que hay leyes, constitución y decretos, ya no hay que preocuparse de nada más, que todo funciona porque está escrito, aunque no lo lean. No quieren ponerse a pensar en que esos escritos son palabras que alguien debe sostener para que tengan sentido y no solo significado. Si la palabra no es sostenida por nadie, si nadie asume la responsabilidad de hacerla cumplir, solo hay chapoteo en el vacío, en el nihilismo. Eso sucede a partir de las contradicciones inducidas por la farsa de la sostenibilidad: que vulnera el derecho a la vida.

La sostenibilidad es la clave de bóveda de una fantasía totalitaria que venden tanto el gran capital como el comunismo. Es, por todo ello, un fraude semántico, moral e intelectual

La agenda 2030 no llega a ser una religión, aunque se han esforzado mucho con nuestros impuestos en construir un superestado global y totalitario con esa confesionalidad. La sostenibilidad está en la fase primitiva de los procesos de religiosidad que es la de la magia. Se escribe esa palabra por doquier y hay muchos incautos que se creen que así ya se preserva eso que llaman “recursos naturales”. Esa magia tiene un truco muy feo, que es el de la paulatina expropiación de recursos y el prohibir a la gente el disfrute directo de la naturaleza. Solo se permite el paseo y la observación, actos codificados como adoración a la “madre tierra”, ya expropiada por fondos de inversión y otros buitres disfrazados de políticos. La sostenibilidad es la clave de bóveda de una fantasía totalitaria que venden tanto el gran capital como el comunismo. Es, por todo ello, un fraude semántico, moral e intelectual. Veamos: el Brasil de Lula destroza kilómetros de selva amazónica para que los asistentes a una reunión de sostenibilidad e inducción de miedos climáticos puedan llegar por una autopista de varios carriles.

En Alemania, el candidato Merz prometía en campaña endurecer las políticas frente a la entrada masiva de inmigrantes. Ha sido incapaz de sostener esa promesa pues nunca debió creer que eso fuera sostenible por tan augusta y soberbia máscara.

La sostenibilidad es la antesala del modelo chino de control mediante el crédito social, que es lo que quieren implantar Ursula von der Leyen y Cristine Lagarde con el euro digital. Y es que la sostenibilidad ya implica hoy la esclavización absoluta mediante las tecnologías digitales. Te dejarán vivir dentro de unos límites de sostenibilidad, o sea de arbitrariedad, hasta que te declaren insostenible como de hecho hacen ya con los enfermos de ELA a los cuales se niegan a ayudar.

Es la ciencia honesta y rigurosa la que permite reducir la contaminación del aire, del agua o del suelo, la que permite aumentar la longevidad humana, la que permite el mejor aprovechamiento de recursos o la restauración de entornos dañados

La sostenibilidad se apoya en un dogma: los recursos naturales son limitados. Nuestra especie conoce bien esta simpleza desde el paleolítico, cuando nuestros antepasados eran mucho más inteligentes y creativos que nosotros; de ahí el nomadismo. El verdadero peligro para la humanidad no es que los recursos sean limitados, sino que los que mandan se hayan empeñado en limitar el conocimiento, la memoria, la inteligencia y la creatividad de todo Occidente. Es la ciencia honesta y rigurosa la que permite reducir la contaminación del aire, del agua o del suelo, la que permite aumentar la longevidad humana, la que permite el mejor aprovechamiento de recursos o la restauración de entornos dañados.

Con la deliberada limitación de las capacidades humanas en los actuales programas de enseñanza se puede presentar mejor la limitación de recursos naturales como una amenaza con la que meter miedo. Esos les encanta siempre.

Hoy la sostenibilidad es la etiqueta con la se perpetran graves atentados contra la salud y la vida de las personas como en el caso de las riadas de Valencia o contra la subsistencia de entornos ecológicos por medio de parques eólicos y fotovoltaicos. Empresas que proclaman su sostenibilidad son bastante sospechosas de estar escondiendo basura.

La sostenibilidad ha conseguido reducir las tasas de natalidad en Europa de forma brutal en las últimas décadas como proponía el informe Brundtland

La sostenibilidad supone un giro en los procesos antihumanos que pusieron en marcha el islam, el comunismo o el nazismo, los cuales tratan de acabar con el otro. La sostenibilidad trata de que la población civilizada de Occidente acabe consigo misma. Se añade así al asesinato de masas de siempre la nueva inducción masiva al suicidio demográfico. La sostenibilidad ha conseguido reducir las tasas de natalidad en Europa de forma brutal en las últimas décadas como proponía el informe Brundtland.

Se ha inculcado contra natura la sostenibilidad como un deseo en mucha gente, de modo que esas mentes insostenibles, a veces, se lo creen, a veces, simulan y fingen creer en algo que va contra su propia supervivencia. Es obligación de cada cual hacer todo lo posible para sostener la libertad, sostener la verdad, sostener la dignidad, sostener la sabiduría, sostener la creatividad, sostener la vida, frente al plan antihumano.

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