Es posible que haya un exceso de miedo en los mercados financieros a las noticias sobre una nueva variante del coronavirus que, según la OMS, es "mucho más transmisible" y no están seguros de la efectividad de las actuales vacunas contra ella. Desde luego la sesión del viernes es de las que sirven para explicar lo que es el pánico de los inversores. Lo normal es que estas fechas sean, por estacionalidad estadística, muy alcistas en Bolsa y es posible que haya pillado con el pie cambiado no sólo a minoritarios, también a los mayores gestores del mundo, que vivían confiados en la tendencia alcista. Lo cierto es que, incluso tras la tormenta de ayer, es un muy buen año el que en general están viviendo los índices bursátiles por todo el mundo. Otro tema es el Ibex, claro.
También quedó claro, una vez más, que las criptomonedas son un activo especulativo que se mueve en paralelo a otros activos de riesgo. Este viernes vimos cómo el bitcoin se desplomaba en la misma dirección que las Bolsas (y con mayor intensidad), lo que implica que no funciona como activo refugio, algo que ya se vio durante 2020. Curiosamente, son los valores tecnológicos y los relacionados con la fabricación de vacunas, históricamente mucho más volátiles y arriesgados, los que mejor han funcionado como refugio.
En cualquier caso, más allá de la volatilidad de los mercados y de que su enorme liquidez ayude a que los miedos y preocupaciones de los ahorradores se conviertan en movimientos especulativos, es importante reflexionar sobre las implicaciones económicas que esta nueva cepa puede provocar. Puede que no sean muchas, o puede que sí, pero lo que está claro es que choca con las previsiones y el esquema que la mayoría manejaba para los próximos meses.
Por de pronto, se esperaba que el próximo mes el Reino Unido subiera los tipos de interés, que la Reserva Federal estadounidense empezara el recorte de estímulos (del que incluso esta misma semana se rumoreaba podría acelerarse) y que BCE confirme que en marzo se acaba el programa de bonos pandémicos. Todo esto puede estar en el aire si en lugar del miedo a la inflación, prima el miedo a una vuelta a la recesión o, al menos, a unas tasas de crecimiento mucho más bajas de las esperadas. Esto supondría que, como ya pasó el viernes en los mercados, la rentabilidad de la deuda vuelva a caer, descontando que la política monetaria no varíe.
Un escenario de menor crecimiento, que es el que descuenta la fuerte bajada de ayer del precio del crudo, también reflejaría una menor preocupación por la inflación, ya que no sólo se abaratarían los productos, también disminuiría la demanda ante la preocupación por la evolución de la situación financiera de las familias. Esto es justo lo contrario de lo que inquietaba estos meses, que se centraba en un sobrecalentamiento de la economía, al menos en los países donde el PIB no estaba defraudando como España.
Yo espero que todo quede en un susto y que la incidencia de esta nueva cepa, o más concretamente, del miedo a esta nueva cepa, se limite a un mal diciembre
Centrándonos en nuestro país, todo apuntaba a un 2022 mejor que 2021 gracias a los fondos europeos y a una recuperación del turismo internacional. Esta última pata, vital para nuestra recuperación, está en entredicho. Yo espero que todo quede en un susto y que la incidencia de esta nueva cepa, o más concretamente, del miedo a esta nueva cepa, se limite a un mal diciembre. Pero nunca se sabe, hace un año el consenso decía que con las vacunas el problema médico ya iba a estar encauzado, y sus consecuencias económicas diluidas a estas alturas.
Por de pronto, ya es obvio que no se cumplirán las previsiones del gobierno para el PIB de este año y, como ya apuntamos hace tres semanas es más que probable que el crecimiento de la economía española en 2021 no llegue ni al 5%. Y la previsión del Ejecutivo, sobre la que ha confeccionado los Presupuestos Generales del Estado aprobados por 188 parlamentarios, es de un crecimiento del PIB en 2022 del 7%. El futuro nadie lo sabe pero si hacemos caso a los analistas independientes o al FMI mismo, ya esa previsión era demasiado exagerada incluso sin conocerse esta nueva variante del virus.
Para España un miedo, justificado o no, a un rebrote generalizado del virus es especialmente grave ya por su impacto directo en el turismo
En resumen, más allá del movimiento en los mercados financieros, la nueva variante sudafricana puede cambiar la actitud de los bancos centrales y las previsiones económicas, así como las prioridades, que ya no estarían tan centradas en luchar contra la inflación y sí en mantener el crecimiento. Para España un miedo, justificado o no, a un rebrote generalizado del virus es especialmente grave ya que la vuelta del turismo internacional durante 2022 es una de las condiciones necesarias para que no se retrase mucho más (actualmente parece que será en primavera de 2023) la vuelta del PIB del país a los niveles pre pandemia. Algo que, por otra parte, no deja de ser algo relativo ya que, como ha ocurrido en otros países que ya han superado ese nivel, ha sido a costa de un aumento espectacular de la deuda pública. Y si vuelve a aumentar el gasto sanitario y el gasto social por un rebrote del virus, también se reducirá la recaudación tributaria por la bajada de la actividad económica, por lo que la deuda, lejos de disminuir, aumentará aún más.