Observen la sutileza con la que la vicepresidenta primera del Gobierno se refiere al tercer partido del arco parlamentario: "Vox es el fascismo organizado", "el franquismo del siglo XXI", "hablo con ellos porque estoy obligada legalmente". El vicepresidente segundo sin embargo no tiene objeciones para reunirse con Bildu y ERC, enemigos declarados y activos de la Constitución. Frentismo desaforado, guerracivilismo por entregas.
Moncloa alimenta a Vox como si se tratara de King Kong, para mostrarlo ante el público como una terrible bestia a la que sólo la izquierda puede domar. El partido de Abascal es uno de los ejes básicos de la 'guerra cultural' que ha puesto en marcha la Moncloa y cuya herramienta fundamental es la ley de la memoria democrática. Calvo es la capitana ese empeño legislativo consistente en sepultar media España con la excusa de exhumar a la otra media. Una pestilente reencarnación del 'eraserhead' de David Lynch, esa 'cabeza borradora' con la que Sánchez pretende arrasar con un pasado que le incomoda y reescribirlo sobre los renglones torcidos de la hemiplegia ideológica y el sectarismo político.
El invento que ahora Calvo predica a los cuatro vientos, con el exaltado tono de una brigadista republicana, es algo más que una cortina de humo o un polémico trampantojo para camuflar las catrástrofes del Gobierno tanto del presente como las las del futuro. La factoría de Iván Redondo ya ha perfilado lo que llaman el 'relato exculpatorio' de los actuales cataclismos. Los 50.000 muertos y la desastrosa gestión de la pandemia no son cosa de Illa y Simón, esos consumados ineptos, sino de Isabel García Ayuso, que ha convertido Madrid en la 'zona cero' del drama, en el epicentro mundial de todas las tragedias.
El plan no es suyo, pues Sánchez es impermeable y hasta refractario a toda ideología. Es de Pablo Iglesias, pero ya le vale
Los ocho millones de parados y la ruina económica sin precedentes que ya tenemos a la puerta se deben indubitablemente a que Pablo Casado no quiere apoyar los presupuestos porque no piensa en España y es desleal a la Constitución. Una vez atribuidas las culpas al PP, teorías replicadas por las televisiones de Iván, y señalados convenientemente los culpables, Sánchez 'el memorioso' ha puesto en marcha un plan para eternizarse en el poder que consiste en liquidar los cimientos de nuestro marco constitucional y sustituirlo por un régimen totalitario en el que Su Persona asuma los atributos del presidente de la República. El plan no es suyo, pues Sánchez es impermeable y hasta refractario a toda ideología. Es de Pablo Iglesias, pero ya le vale.
La cabeza borradora de Carmen Calvo y sus expertos extirpará todo vestigio de verdad en nuestro pasado y y lo sustituirá por una verdad oficial, sectaria y cainita, una exaltación del rencor, una apoteosis del revanchismo. Este es el auténtico proyecto para España del gobierno socialcomunista y sus aliados independentistas. No se trata tan sólo de reescribir los episodios pretéritos sino de diseñar a sangre y fuego un futuro en el que la razón, la inteligencia y el diálogo queden abolidos. Un férreo adoctrinamiento impondrá en las aulas una versión de la historia que nunca existió y señalará a la derecha con el estigma de la abyección fascista, franquista y golpista. Es decir, la arrojará extramuros del terreno político, la instalará eternamente en el destierro. Quizás entre rejas. Una fiscalía de Sala creada ad hoc se encargará de perseguir episodios pretéritos así como prevenir los del futuro. Es decir, perseguir a los disidentes, castigar a los discrepantes, dinamitar toda posibilidad de libertad de expresión, de información, de reunión, de cátedra y hasta de pensamiento, como en aquella República que ahora se pretende reinstaurar.
Su ley de la memoria y la consagración del mal será aprobada por la mayoría disolvente de Frankenstein y Sánchez prolongará sus paseos por los jardines de Palacio unas cuantas legislaturas más
Con las aulas y la Justicia bajo control, con los medios siempre remando a favor, el portentoso invento de la factoría Redondo no puede fallar. Carmen Calvo se ha tomado muy en serio este terrorífico y siniestro artilugio. Su ley de la memoria y la consagración del mal será aprobada sin contratiempos por la mayoría corrosiva de la banda Frankenstein y Sánchez prolongará sus paseos por los jardines de Palacio unas cuantas legislaturas más. En su momento llegó a mencionar 2030 como horizonte. Quizás a Iglesias, obnubilado de chavismo, le parezcan pocos. En el Orinoco los caudillos duran más.
La pesadilla ya se ha puesto en marcha y muy pronto, salvo que alguien se despierte, se hará realidad.