Ni las 14 huelgas generales, ni los continuos planes de ajuste que empobrecen al país; ni las privatizaciones, ni la inestabilidad política que pende sobre el Ejecutivo; ni tan siquiera las temidas rebajas a la nota crediticia de las tres agencias de calificación anglosajonas. En el último bienio, Grecia ha sufrido el mayor embate de los mercados cuando nadie lo esperaba: poco después de esas cumbres donde, en teoría, se decide su salvación. Una reunión de emergencia de la Troika (UE, FMI, BCE) significa un mal presagio para Atenas.