Mi primer acercamiento periodístico al mundo de la tecnología data del año 1998, cuando una editorial me encargó realizar un catálogo de las cámaras fotográficas de entonces. Aunque se empezaba a hablar de modelos digitales, el mercado estaba copado por las cámaras basadas en película, las instantáneas de Polaroid y, como avance espectacular, las llamadas APS. Por cierto, prueba a contarle a un niño de unos diez años que, no hace tampoco tanto, para ver cómo había quedado la foto que acababas de disparar era necesario esperar, en el mejor de los casos, una hora.