Hablar sobre las mejores novelas negras que se escriben en Escandinavia es adentrarse en una maraña tan profunda como los bosques que cubren gran parte de su territorio. Voy a hacerlo desde mi perspectiva de un lector que lleva tres décadas leyendo autores nórdicos, no solamente novela negra. Para ser diplomático voy a reseñar dos novelas de cada uno de los cinco países que cualquier persona amante de este género no debería dejar de leer por nada del mundo.

Hay personajes literarios que pasan a la historia de las letras y otros que, vaya usted a saber por qué, son injustamente relegados si no al olvido, sí al último anaquel polvoriento de las librerías. Por eso cuando a una editorial se le ocurre reeditar las aventuras de alguno de estos postergados supone una buena noticia para los amantes de la lectura.

Es inevitable leyendo esta joya (Violetas de marzo; RBA Serie Negra 2009) que, a la proyección visual de nuestra mente, no acuda la imagen clásica del Bogart interpretando a Raymond Chandler en El Sueño Eterno cuando oímos, además, el inexcusable sonido de un saxofón acompañando el monólogo narrativo del detective Bernie Gunther a través de las páginas de esta indispensable novela. Sin embargo, a las pocas páginas empezaremos a darnos cuenta que este sabueso berlinés es todavía más mordaz y cínico que Philip Marlowe. Incluso que ese otro private eye llamado Sam Spade ante una rubia armada apuntándole con un 45 en la busca de El Halcón Maltés.

Acabamos de asistir a un misterioso relevo en el Vaticano al dimitir un Papa que no soportaba los escándalos e intrigas en la Iglesia. Las estafas, los desahucios inundan los periódicos. Los telediarios nos muestran un crimen machista cada día tras desgranar un rosario de trampas, escuchas, y puñaladas partidistas para guardar o ganar el poder.

Renovador del periodismo. Pionero de la novela negra en España. Creador de Pepe Carvalho, detective al que Andrea Camilleri rinde homenaje con su Montalbano. Se trata de Manuel Vázquez Montalbán, a quien ahora dedican el documental Caleidoscopio Montalbán.