Documentándose para una de sus historias, el escritor Juan Solo preguntó a un ferroviario qué es lo peor que podía pasar en el descarrilamiento de un tren. Una semana antes de que la novela que contenía el relato saliera al mercado, ocurrió el accidente de Santiago de Compostela en el que fallecieron 80 personas. “Era exactamente el mismo que describía la novela…”, recuerda el escritor en una entrevista con Vozpópuli. Desde entonces tuvo en mente crear una historia en la que contuviera este juego entre realidad y ficción. “¿Qué pasaría si de repente un tipo escribe una novela y hay un crimen que recuerda muchísimo a lo que él ha escrito, pero que por razones temporales es imposible una influencia a otra y es lo que es lo que digo?”, se planteó el autor. El resultado acaba de salir a las librerías en Los crímenes del carrusel.
Dos décadas después de la desaparición de dos niños en una pequeña población, sus restos mortales aparecen en el patio de la escuela secundaria. El crimen guarda extrañas coincidencias con una novela publicada tiempo atrás. Solo ofrece una road movie literaria que circula por California, Massachusetts, Chicago, Boston, la ciudad de Sausalito, el Golden Gate, o los grandes parques naturales estadounidenses. Una novela negra en la búsqueda de un asesino con un caso imposible que escudriña el caos y la violencia de la sociedad americana. La historia también recoge el tratamiento de estos casos por parte de la prensa o el papel del mundo editorial, los problemas de salud mental o los sueños premonitorios. Gran conocedor del país americano, el escritor atiende a Vozpópuli a una entrevista a unos días de las que se han vendido como las elecciones más importantes de los últimos años.
Pregunta. ¿Por qué llevó la historia a Estados Unidos?
Respuesta. Creo que cada historia debe tener su lugar. Esta historia no me cuadraba en España. No es que quisiera impactar porque fuera en Estados Unidos, sino que me parecía que era una historia americana. Tú no vas a imaginar a Spiderman en otro lugar que no sea Nueva York o Chicago; necesita rascacielos, de lo contrario, no tiene razón de existir. Spiderman en un pueblo de La Mancha no tendría sentido. Una de las cosas que he aprendido en estos años es que cada pueblo y cada cultura tiene su propia forma de matar, su idiosincrasia, su propio nivel de criminal y de psicópata.
Un comisario me dijo una vez: "¿Te has dado cuenta de que en la historia de crimen en España hay muy poca gente que reta a la policía con acertijos?". Eso es muy de Hollywood, aquí no se da. Tampoco tenemos al asesino que deja citas bíblicas. Sin embargo, en Estados Unidos sí ocurre, porque cuando abres el cajón de una mesilla en un hotel estadounidense, lo primero que encuentras es la Biblia. Las Escrituras forman parte de sus vidas, por lo que es fácil que alguien pierda la cabeza y utilice citas de los Proverbios o del Apocalipsis. Aquí eso no se da; cada país tiene su propia idiosincrasia para generar psicópatas y asesinos. Lo que ocurre en 'Los Crímenes del Carrusel' no me pegaba en España.
P. ¿Por qué funcionan tan bien estas historias en pueblos pequeños?
R. He tenido la oportunidad de viajar a Estados Unidos varias veces, y he visto tanto lo grandioso como lo más común, y no son sociedades tan abiertas como nosotros. Aquí llegas a un lugar y rápidamente haces amigos, te relacionas; Allí, en cambio, son más reservados. Al atardecer, el estadounidense ya está cenando en su casa, y no son tan dados a socializar. En los lugares pequeños, las rencillas y rivalidades dan lugar a historias, y esa América rural tiene su particular trasfondo. Son comunidades con convicciones muy fuertes, ya sean religiosas o políticas.
El psicópata estadounidense suele ser más sanguinario que en otros lugares, aunque esto no significa que no pueda aparecer alguien en Alemania que haya cometido actos atroces. Sin embargo, en Estados Unidos, con esos pueblos pequeños, esos graneros y grandes distancias entre sitios, la naturaleza se convierte en un factor importante y forma parte de la novela. Aquí es raro conducir una hora sin encontrarte con nadie, mientras que en Estados Unidos eso es muy común. Tal vez por eso los hermanos Coen disfrutan con estas localizaciones. Yo quería mostrar ambos escenarios: el de la gran ciudad y el del lugar pequeño.
P. Usted ha viajado mucho a Estados Unidos, conoce bien el país. ¿Cómo lo ve a unos días de las que se dicen las elecciones más importantes de los últimos años?
R. Tengo amigos estadounidenses que se muestran bastante tranquilos. Algunos creen que una opción es la única que puede salvar su país, mientras que otros piensan lo mismo de la opción contraria; es un contraste de opiniones bastante extremo. Respecto a si estas elecciones son las más importantes de las últimas décadas, me pregunto si no dijeron lo mismo hace cuatro años. Lo sigo con interés, pero me resulta curioso que algunas personas lo vivan de forma tan personal, hasta el punto de discutir acaloradamente sobre las elecciones estadounidenses. Me parece algo bastante irreal.
P. Sin salir de las elecciones y mezclándolo con la violencia que también aparece en tu obra, este verano le pegaron un tiro a uno de los candidatos a Donald Trump que no lo mataron por milímetros...
R. Eso va un poco en la línea que te decía antes de la violencia. Aquí en España es raro, salvo casos como Puerto Hurraco, que alguien salga a la calle escopeta y empiece a pegar tiros. Sin embargo, en Estados Unidos por desgracia es bastante frecuente ver por ejemplo a chavales que matan compañeros de clase.
P. ¿Es un problema de acceso a las armas o es algo más profundo?
R. Si no tienes acceso a las armas, es mucho más difícil; pero creo que es un problema cultural, y que tiene que ver con la historia de Estados Unidos, que es muy breve. Allí se disparaban entre ellos hace relativamente poco. Tengo un amigo estadounidense cuyo abuelo, ya mayor, se batió en duelo. Porque la ley no llegaba a muchas partes de Estados Unidos, o cuando lo hacía, llegaba mal y tarde. Entonces, tienen esa necesidad de encargarse ellos mismos, porque nadie más lo hará. Creo que ese germen sigue vivo en ellos. Creo que la violencia forma parte de su vida y de su supervivencia y creo que aquí no estamos en ese punto.
P. Otro de los temas de la novela es la prensa y personajes relacionados con la prensa. Aquí en España y en general en todo el mundo, la crónica negra cada vez tiene más presencia en programas de actualidad, ¿por qué cree que sucede?
R. Porque nos gustan los misterios, el ser humano es muy cotilla. El ser humano es curioso, le gusta el morbo, especialmente a los españoles, que somos muy curiosos en ese sentido, nos atraen esos detalles. Hemos visto casos de secuestros que terminaron mal en España, y el espectáculo mediático era tremendo. Creo que como seres humanos tenemos cierta inclinación por eso.
P. ¿Cómo considera que lo hacen estos programas?
R. A veces se hace bien y es muy interesante porque aprendes muchas cosas; otras veces, no tanto. Por ejemplo, en una mesa pueden estar un cantante, un gimnasta, un periodista, un analista político y otra persona opinando sobre un crimen o un asesinato, y piensas: tal vez no todos están realmente calificados para hablar de esto, ¿no?
P. ¿Hay futuro para las novelas negras entonces?
R. Mientras a cualquiera de nosotros se nos acerque alguien y nos diga: 'me he enterado de una cosa pero no puedo decírtela' y tú le contestes que mejor no te la cuente, ese día la novela negra morirá. Pero mientras tanto, la novela negra seguirá viva.
P. Con una de sus novelas anteriores sucedió una cosa bastante espectacular y es que describía una serie de acontecimientos que le sucedían a un programa llamado 'Babilonia' que coincidían con cosas que sucedieron al programa 'Babylon' de Carlos Latre, recientemente cancelado en Telecinco. En la novela se trata los sueños premonitorios, ¿cree en ellos o considera que ha tenido?
R. En el caso de estos programas creo que son una casualidad, pero sí que he tenido sueños premonitorios. En el caso de esta novela, el origen de 'Los crímenes del carrusel' soy yo, al haber escrito cosas que luego han ocurrido.
P. Hemos hablado del programa Babylon que se vio en medio de estos dos gigantes ‘El Hormiguero’ y ‘La Revuelta’. Como cómico, monologuista, presentador, ¿cómo ve el fenómeno del programa de David Broncano?
R. Exactamente igual que las elecciones americanas, con ese interés de a ver qué pasa, qué curiosos los personajes y las fuerzas que se ven envueltas en ello. Yo alucino pero para algunas personas es una cuestión de principios ver un programa u otro, hay medios de comunicación que han convertido esto en una guerra personal. Pero yo unos días veo uno y otros días otro. Yo no creo que entre esos dos programas se viva ese drama que se ha vendido a la sociedad