Los operadores de telecomunicaciones saben que su fuerza para explorar otros mercados está en que todo el mundo lleva un teléfono móvil en el bolsillo. Eso les otorga músculo suficiente como para entrar en sectores que no están en la naturaleza de su actividad, aunque no tengan suficiente experiencia.
Es el caso de Orange, que en 2018 lanzará un banco móvil con su marca propia en España -ya opera en Francia para los empleados de la compañía y en julio llegará a todo el público-, o de Vodafone, que sin ser un banco ya ofrece servicios de este tipo en regiones como Albania y Rumanía. Básicamente permite al usuario realizar muchas de las operaciones financieras básicas sin necesidad de tarjetas de crédito, dinero físico o entidades físicas.
Pero el inicio de esto que ahora parece tan novedoso nació en África hace 10 años. En la que es la región menos desarrollada del mundo existía una necesidad de la que Vodafone y Orange supieron hacer virtud.
La ausencia de bancos y entidades financieras dificultaba mucho el envío de dinero entre particulares, el acceso a créditos o el acceso al cobro de ayudas y subsidios gubernamentales. Esto motivó que Vodafone decidiera comenzar a ofrecer este tipo de servicios en Kenia. Se cumplen 10 años de ello y el servicio ya está disponible en otros diez países del continente africano. Orange entró un año después en el continente, allá por 2008.
Los servicios de banca móvil han mejorado sustancialmente su calidad de vida de los africanos, ya que este formato permite abonar, por ejemplo, tratamientos médicos, o recibir subsidios gubernamentales
El servicio abanderado por Vodafone se llama M-Pesa y permite transferir fondos internacionalmente con el reconocimiento del Banco Mundial como la forma más económica de hacerlo, aseguran desde la compañía. Para Vodafone el negocio está, por un lado, en el incremento en el tráfico de los mensajes cortos -las transacciones se realizan a través de este formato- y en el cobro de una cuota por operación que varía en función de su tipología.
Tecnológicamente la plataforma se sostiene en un sistema en la nube en el que se encuentra virtualmente el dinero de todos los clientes del servicio. Desde ahí se gestiona la salida y entrada del mismo, y se asigna y distribuye a quien corresponda en función de lo que quiera hacer el cliente.
Para una gran cantidad de personas del continente africano acceder al envío y recepción de dinero de forma instantánea, sin pasar por un banco, ha mejorado sustancialmente su calidad de vida, ya que este formato permite abonar, por ejemplo, tratamientos médicos, transporte a hospitales algo que hasta la llegada de este tipo de servicios no era posible.
En la actualidad M-Pesa está presente en países como Kenia, Tanzania, Sudáfrica, República del Congo, Mozambique, La India, Lesotho, Ghana, Albania o Rumanía, entre otros.
Se trata de un concepto diferente al de Orange que, además de la oferta de servicios bancarios a través del móvil que y ofrece en África, va a lanzar directamente un banco, operando como cualquier otra entidad financiera de este tipo.
Más de 500 transacciones al segundo
Diez años después y otros diez países de África mediante, el sistema realiza más de 500 transacciones por segundo, unos 6.000 millones solo en 2016.
Un mercado que puede parecer no tener demasiado recorrido en Europa, donde la banca es un servicio desarrollado, maduro y con miles de usuarios que operan con tarjetas de crédito de forma natural y otras tantas oficinas en prácticamente cualquier ciudad.
Pero la experiencia en Japón dice lo contrario. Según estudios internos manejados por la industria, los japoneses pagan a través de la factura del operador el doble de lo que pagan a través de sus bancos.
Un dato interesante. No hay que olvidar que Japón suele ser la antesala de lo que luego sucede en el resto del mundo cuando se habla de tecnología.