Si hay una empresa que ha adelantado a todas las que tienen algo que ver en el mundo de la fotografía (incluso las de toda la vida como Canon, Nikon, Pentax o Fujifilm), ésta ha sido Samsung, una ‘recién llegada’ –como quien dice– a este escenario de la foto. Y es que la coreana ha sido inteligente: dado que –habrán pensado sus responsables– ‘no podemos competir en calidad de fotografía con las Ixus, Coolpix o Cyber-shot, las vamos a hacer atractivas desde otro punto de vista, desde el de un puro gadget’. Y sí, es correcto, la calidad de imagen de las compactas Samsung está por debajo de la que ofrecen las que son competencia directa; si hablamos de CSC (compactas con objetivos intercambiables), la cosa se iguala, pero sigue una pizca en el escalón inferior.
A lo que vamos: Samsung ha conformado un escaparate de cámaras que se ha venido a llamar smart cameras: compactas y CSC conectables directamente a Internet y a otros dispositivos (un smartphone, un tablet o un televisor) y, a partir de esta asociación, hacer auténticas diabluras. Por ejemplo, se puede utilizar un móvil o tablet como visor remoto para ajustar el zoom y disparar; puedes ver las imágenes en tu televisor sin necesidad de cables; puedes subir las instantáneas o vídeos a las redes sociales o a la nube como copia de seguridad instantes después de haber disparado; puedes remitirlas por email...
Un gadget sencillo
La última cámara en incorporarse a esta terna de compactas inteligentes es la WB250F. Sus credenciales son un zoom de 18x desde 24 mm, 14,2 Mp de resolución, pantalla táctil para gestionar fácilmente todo lo anteriormente citado, diversos modos de exposición (incluidos los manuales), etc.
Es una cámara muy sencilla de manejar en todos los sentidos, desde los puramente fotográficos a los que se refieren a su conectividad. Los menús son muy claros y siempre es rápido el proceso de configurar a nuestro gusto las diferentes variables. Lo de transmitir las tomas y compartirlas es una chulada auténtica, aunque una de sus mejores características es el visor remoto mediante un smartphone o tablet, porque las posibilidades que abre son amplias e interesantes.
Lamentablemente, aunque aparto todo prejuicio cuando pasa un gadget por mis manos, la WB250F me ha vuelto a confirmar mis temores: es mejorable en el apartado fotográfico, como sus hermanas fotográficas de marca. Partimos de que la luminosidad del objetivo no es para tirar cohetes, que la nitidez en los detalles no es la deseada por cualquier usuario exigente y que enloquece a veces en el AF. Sin embargo, estamos ante una compacta de gama media que llenará de satisfacciones tecnológicas y también fotográficas a cualquier usuario normal que no busca la excelencia. Si además sabemos que esta compacta sólo cuesta 219 euros, estamos ante una alternativa pero que muy recomendable. Cuando a Samsung le da por tirar los precios, no tiene quien le pare.