"El mundo ahí fuera se está volviendo loco, pero la televisión está mejor que nunca". Con semejante declaración de intenciones arrancaba este domingo la 69 edición de los Premios Emmy, unos galardones que estaban destinados a ser políticos en plena vigencia de la presidencia de Donald Trump. Se trataba de un destino que, más allá de las proclamas opositoras, chocaba irremediablemente con otra necesidad: la de premiar la intensa presencia femenina en la producción televisiva de este año, tan escasa y apartada hasta hace apenas unos años.
La ceremonia de anoche en el Microsoft Theatre de Los Ángeles se convirtió así en una celebración de la mujer y de la sororidad; del reconocimiento a apuestas arriesgadas que, ante la avalancha de nominaciones a dos de las grandes producciones de ciencia ficción del año, se impuso como nunca en una ceremonia reivindicativa. Ni 'Westworld' ni 'Stranger Things' tuvieron suerte: a pesar de acumular cuatro decenas de nominaciones, ambas se fueron de vacío en una gala en la que la perturbadora distopía de 'El cuento de la criada' (Hulu) y el drama intimista de 'Big Little Lies' (HBO) salieron por la puerta grande, con cinco estatuillas aladas cada una.
"Ha sido un año increíble para las mujeres de la televisión", aseguraba desde la platea una emocionada Reese Witherspoon, productora ejecutiva junto a David E. Kelley de 'Big Little Lies', coronada como la miniserie de la temporada. La aparentemente banal historia de cinco mujeres -madres, esposas, amigas- que se ven envueltas en un mundo de secretos en el acomodado pueblo californiano de Monterrey conquistó a la Academia, que premió a la "tribu" con tres galardones interpretativos: a mejor actriz principal (Nicole Kidman, que consiguió su primer Emmy por su atribulada Celeste Wright), de reparto (para la convincente Renata Klein de Laura Dern) y a mejor actor secundario (para el sueco Alexander Skarsgård, que da vida al abobinable Perry Wright).
Tras cosechar adeptos y también críticas por su retrato de una sociedad totalitaria en la que las mujeres son utilizadas como herramienta reproductiva, 'El cuento de la criada', basada en la novela homónima de Margaret Atwood, se llevó el premio gordo a casa: el Emmy a mejor serie dramática. Pero no fue el único: también se llevó los galardones a mejor dirección (Reed Morano), mejor guion (Bruce Miller), mejor actriz principal (para la inolvidable Offred de Elisabeth Moss) y mejor actriz de reparto (para la Tía Lydia de Ann Dowd). Una gran satisfacción para el equipo, el reparto y la propia Atwood, que también estuvo presente anoche durante el discurso de agradecimiento, en el que el consenso fue que hay "muchas cosas por las que luchar".
Sin 'Juego de Tronos' en el panorama, la Academia tuvo la oportunidad de premiar nuevas apuestas dramáticas... y lo hizo decantándose por los papeles más 'incómodos': desde el Randall Pearson (Sterling K. Brown) que busca a su padre biológico en 'This Is Us' hasta el Nasir Khan de Riz Ahmed, atrapado en un sistema que le prejuzga por un presunto asesinato; pasando, cómo no, por los antihéroes representados por Dowd y Skarsgård en las dos series triunfadoras de la noche.
Sólo un galardón encajó en los moldes más clásicos: el de John Litigow por su retrato de Winston Churchill en 'The Crown', el único para la aplaudida producción original de Netflix. La compañía de streaming al menos se fue de los Emmy de este año con el consuelo de haber llegado al corazón de audiencia y crítica con el emotivo 'San Junipero' de 'Black Mirror', una historia de amor que paradójicamente ha superado en popularidad a todas las tenebrosas distopías que caracterizan a la serie de Charlie Brooker, y que se hizo con las dos estatuillas a las que estaba nominada.
Mucha emoción, humor pasable
Stephen Colbert ejerció de maestro de ceremonias de una gala en la que humorísticamente no arriesgó mucho ni dejó un gran monólogo de apertura para la posteridad. Su sketch inicial, en el que ironizó sobre el tema racial con los personajes de 'black-ish' -otros que volvieron a casa como habían llegado-, marcó el tono de protesta del resto de la gala, con alusiones al calentamiento global, a las amenazas de Corea del Norte y, por supuesto, a la presidencia de Trump. Una sátira un poco aguada pero también coherente con un humorista eminentemente político. Al referirse en su monólogo a los 450 guiones originales producidos para televisión en esta temporada, llegó a decir que "nadie puede ver tanta televisión salvo el presidente, que tiene mucho tiempo libre"... y tampoco dejó pasar que el propio Trump estuvo nominado a estos premios -que consideraba amañados, según la hemeroteca de tuits- por su programa 'The Celebrity Apprentice'. Frente a los esperados chistes de Colbert, los simpáticos momentos que protagonizó junto a Jeffrey Wright, Tituss Burgess y RuPaul fueron de agradecer.
La recogida de galardones estuvo plagada de momentos emotivos: las lágrimas de Kidman al hablar de la lacra de la violencia de género; la emoción de Moss al recibir su primer Emmy; la incredulidad de Dowd; o la gratitud de Ahmed tras vencer a veteranos como Turturro o De Niro
Donde sí que se vivieron momentos memorables fue en la propia recogida de galardones, que estuvo plagada de instantes emotivos, empezando por las lágrimas de Kidman al hablar de la lacra de la violencia de género; la emoción de Moss al recibir su primer Emmy tras seis ediciones aspirando a él de la mano de la Peggy Olson de 'Mad Men'; la incredulidad de Dowd cuando cogió su primera estatuilla alada a sus 61 años; o la gratitud del joven Ahmed que, después de vencer a veteranos como John Turturro o Robert De Niro por su papel en 'The Night Of', pronunció una suerte de disculpa por la impertinencia, arrancando más tarde los aplausos del público con su recuerdo al fallecido James Gandolfini y con sus referencias al problema de la islamofobia. "Gracias a Trump por hacer que los negros seamos los más oprimidos, probablemente es la razón por la que estoy aquí arriba", sostuvo Donald Glover al recoger una de sus estatuillas, en otro de los instantes más reivindicativos.
En esta edición, una de las más diversas de la historia de los Emmy, se alcanzaban dos hitos: Reed Morano se convertía en la segunda mujer en conseguir un Emmy en dirección dramática y Lena Waithe ('Master of None') se alzaba, junto a Aziz Ansari, como la primera fémina afroamericana que ganaba una estatuilla alada en la categoría de guion de comedia. Y lo hacía, para superar más barreras, gracias a su interpretación de una lesbiana de color que se decidía a salir del armario. "Las cosas que nos hacen diferentes son nuestros superpoderes", proclamó ante un entregado auditorio.
El reinado permanente de 'SNL'
En un año de incertidumbre y shock político, los grandes premios de la comedia sólo podían recaer en aquellos programas y series que han ejercido una suerte de labor terapéutica durante y después de la campaña electoral estadounidense. 'Saturday Night Live' siguió, por lo tanto, engordando su masivo palmarés: obtuvo cinco estatuillas, una de ellas para Alec Baldwin, cuya imitación de Trump -que algunos consideran lo único bueno de la presidencia del magnate- le valió su tercer Emmy. En la categoría de mejor programa de variedades, la palma se la llevó 'Last Week Tonight With John Oliver', formato con el que Jimmy Kimmel y el propio Colbert ironizaron en un momento de la gala tras constatar que este año se marchaban con las manos vacías.
Junto al de 'SNL', otro reinado difícil de tumbar es el de Julia Louis-Dreyfus, que sigue batiendo todos los récords imaginables -es su octavo triunfo- tras alzarse de nuevo como mejor actriz de serie de comedia por su Selina Meyer en 'Veep'. Con seis estatuillas aladas, el de Louis-Dreyfus ya es el personaje cómico más premiado de la historia de los Emmys.
La multi-nominada comedia acabó la noche con la certeza de seguir siendo la mejor del año desde que destronara a 'Modern Family' allá por 2015, pero no barrió a sus competidores a pesar de partir con 17 candidaturas. El responsable fue el polifacético Donald Glover, que se estrenó con dos Emmys por dirección de serie de comedia y actor principal en 'Atlanta', la dramedia de FX que sorprendió en los premios. En esto, la diversidad también ganó la partida.