Medios

El año de la gran catástrofe mediática: la orquesta aún toca en el Titanic, pero el barco se hunde

El año 2020 ha sido el peor que se recuerda para los medios de comunicación, lo que ha situado a algunas de estas empresas en una situación crítica

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Conviene venir llorado de casa, pero hubo una situación que se registró en los medios de comunicación durante el estado de alarma que explica el porqué hay periodistas que tienen agujeros en las suelas de los zapatos y tendencia a la depresión. Corría abril, España estaba confinada, la audiencia de la prensa se disparó y el volumen de trabajo aumentó considerablemente. Mientras tanto, las cajas fuertes de las empresas mediáticas se vaciaban porque los anunciantes habían plegado velas. Si nadie puede salir a la calle a comprar, ¿para qué invertir en publicidad?

Llegaron al poco los expedientes de regulación temporal del empleo (ERTE), que afectaron a Prisa, a Unidad Editorial, a Godó, a Vocento, a Editorial Prensa Ibérica y a Joly, entre otras. A partir de septiembre, despidos, planes de bajas voluntarias (La Razón, Atresmedia), nuevos ERTE...y la sensación generalizada de que 2021 puede ser un año que se recite con tono de tragedia en las redacciones.

Todos los medios del sector miran hacia el otro lado del Atlántico y observan el éxito del modelo de negocio de The New York Times, que hace una década estaba en una enorme crisis, con su acción por los suelos y dificultades financieras; y que resucitó gracias a la exitosa aplicación de un sistema de pago por suscripción.

Ahora, cuenta sus abonados por millones, ha contratado a una legión de técnicos y periodistas; y dispone de un equipo de investigación de formatos que se traduce en el lanzamiento periódico de nuevos productos. Que a veces son exitosos y a veces no. Pero, con dinero en la mano, el margen de error y la capacidad de arriesgar siempre son mayores.

El problema es que las comparaciones son odiosas pues mientras esta cabecera, o The Washington Post de Jeff Bezos han contratado a abundante personal, en España las redacciones de las principales cabeceras han adelgazado de forma preocupante en los últimos años. Las conversaciones con los editores siempre suceden de la misma forma: niegan que los periódicos puedan asumir más despidos, pero, tarde o temprano, vuelven a proponer nuevas bajas en su plantilla para aminorar costes salariales.

Dependencia de los anunciantes

En 2020 ha vuelto a escenificarse la dependencia de los anunciantes que tienen estas empresas, la cual aumentó más, si cabe, cuando el negocio tradicional de los periódicos se hundió y los ingresos por la venta del papel se desplomaron. Dado que el producto en internet era gratis, eso hizo que la principal fuente de financiación –además de las ampliaciones de capital y la publicidad institucional- fuera la inversión publicitaria.

Ocurre que en los tres primeros trimestres del año los anunciantes encogieron la mano y eso tiñó de rojo intenso los resultados de los medios. Según la consultora i2P, la inversión total en este sector disminuyó el 27% durante los nueve primeros meses del año.

En televisión, la caída fue del 24,5%, en prensa, del 36,8%, en radio, del 29,2%, en revistas, del 41,6%; y en las publicaciones dominicales, del 51,8%.

Son pocos los datos que invitan al optimismo. En el caso de la prensa, hasta septiembre la pérdida de difusión acumulada de El País fue del 29,83%, frente al 19,51% de ABC, el 38,64% de El Mundo, el 19,72% de La Vanguardia y el 35,53% de El Periódico de Catalunya.

Ningún periódico alcanza, ni de lejos, la barrera psicológica de los 100.000 ejemplares diarios. De hecho, el pasado octubre La Vanguardia obtuvo 73.296, El País, 72.471; ABC, 53.436; El Mundo, 45.111; y El Periódico, 33.506.

Dificultades generalizadas

En televisión, la situación es mejor, pues Atresmedia y Mediaset terminarán el año con beneficios –menores- pese a que su facturación ha descendido alrededor del 15% en lo que va de año.

Sin embargo, en el horizonte de la televisión comercial hay un problema, y es que el modelo de negocio de la TDT se ha visto comprometido por las nuevas formas de entretenimiento audiovisual, que podrían provocar que la inversión publicitaria en los licenciatarios tradicionales merme en los próximos años.

De hecho, los niveles de facturación por anunciantes en televisión que existían previamente a 2008 nunca se han recuperado. Es más, cuatro de cada diez euros no han vuelto, lo que ha obligado a estas empresas a extremar el control sobre sus gastos y sus apuestas.

El próximo año se hablará especialmente de la inyección de fondos europeos que se destinará a los medios de comunicación españoles y del reparto que se realizará.

El próximo año se hablará especialmente de la inyección de fondos europeos que se destinará a los medios de comunicación españoles y del reparto que se realizará. Entre otras cosas, porque el poder político ha intentado influir en la línea editorial de estas empresas a través del dinero público.

Un caso paradigmático de cómo los poderes económico y político no son ajenos a los movimientos empresariales de los medios de comunicación es el de Prisa. La editora de El País y de la Cadena SER ha sido un poder fáctico en España desde la Transición y, en los últimos años, tras la muerte de su fundador, Jesús de Polanco, se ha convertido en un territorio en disputa.

Fin de fiesta con Prisa

La última batalla que se ha desatado en 2020 en la compañía ha implicado a Santander y a Telefónica. La primera controlaba los tiempos de su Consejo de Administración a través de Javier Monzón, quien hasta hace una semana era su presidente. Sin embargo, el fondo de inversión estadounidense Amber Capital -principal accionista- trazó una conspiración para derribar al exjefe de Indra -amigo personal de Ana Botín- y ganar influencia en la gestión del grupo.

En su intentona contó con el apoyo de Telefónica, una empresa que consideraba que la gestión aplicada en Prisa habían devaluado el valor de sus acciones, que doblan en número (9%) a las de Santander. A los tres días de respaldar el 'golpe de Estado' de Amber, José María Álvarez-Pallete propuso como consejero -independiente- a Rosauro Varo, con quien mantiene una buena relación. La compañía estará presidida durante un tiempo por Joseph Oughourlian, dueño de Amber Capital.

Así se han movido los medios de comunicación en este país durante el último año, que se podría denominar como “el más difícil de nuestras vidas”.

El próximo ejercicio 2021, comenzará con las elecciones de Cataluña, una comunidad autónoma donde se reproduce un micro-clima mediático en el que cohabitan los grandes problemas del sector. Es decir, una televisión pública que actúa en favor de la Generalitat, una publicidad institucional que compra voluntades y unos poderes político y empresarial que son capaces de moldear líneas editoriales.

En 2021, por cierto, está previsto que se elija al sustituto de Rosa María Mateo al frente de RTVE. Eso, en principio, pues el proceso para sustituirla también ha estado salpicado por el peor veneno que afecta a este sector. Y al Estado en general.

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