Pues señor, resulta que este martes acudirá por vez primera a la llamada Comisión Mixta de Control de RTVE Doña Concepción Cascajosa, a la sazón presidenta interina. Es de esperar que, con tal condición, no guarde en su interior las respuestas a todo lo que los políticos le pregunten. Mucho nos tememos que, así como han quedado suspendidas entre la nada y el vacío las seiscientas cuestiones formuladas por los próceres patrios debido a que Cascajosa ha dicho que a ella que le cuentan y que eso pertenece a la etapa de Elena Sánchez, la actual directora se marque un pasa palabra y que siga rodando la bola.

Estos padres y madres de la patria son pesadísimos. Quieren saber cuánto cobra éste o aquella, qué vale tal o cual programa o, en el colmo de la audacia –o de la ingenuidad- qué carallo hacen los directivos de aquella santa casa. Apañados estaríamos si tuviésemos que andar comprobando qué hacen los jefazos, jefecillos y menudencias con ínfulas de jefes. La mayoría de directivos de radio y televisión – treinta y cinco años lleva quien esto firma en este negociado – se pasan el día en ocupaciones importantísimas tales como intentar mejorar su hándicap en el golf, hacer pasillos en según qué partidos –aunque los pasillos estén hechos e incluso repintados varias veces-, cenar, comer o desayunar con los mandamases políticos de turno y, los más temibles, metiéndose en programas que funcionan para fastidiarlos so pretexto de darles un aire “más fresco”. Eso, y la palabra “hay que reinventar este formato” son señales de alarma. Cuando se escuchan, hay que coger la familia, el fusil, la biblia y huir a uña de caballo a las montañas.

El concepto televisivo que tienen los políticos empieza y acaba en saber cuánto tiempo les han dedicado los informativos, si tratan bien o mal a su capitoste, si dan o no curro a la productora de menganito, adicto a su formación, y nimiedades así

De todos modos, el concepto televisivo que tienen los políticos empieza y acaba en saber cuánto tiempo les han dedicado los informativos, si tratan bien o mal a su capitoste, si dan o no curro a la productora de menganito, adicto a su formación, y nimiedades así. Si la parrilla es buena o mala da igual, porque quienes sobrevuelan lo público en España tienen una visión utilitarista de las cosas, salvo contadas excepciones.

Porque lo de una televisión imparcial que forme, informe y entretenga – a mí me enseñaron que debía ser así – no va a pasar hasta que del cielo lluevan higos

La cosa no es baladí, habida cuenta que RTVE este pasado 2023 tuvo unos gastos de explotación de 1.193,9 millones de euros. Seguro que usted hay años que no los gana. Por ese pastizal bien podrían hacer una cadena para cada partido y así todos contentos. Porque lo de una televisión imparcial que forme, informe y entretenga – a mí me enseñaron que debía ser así – no va a pasar hasta que del cielo lluevan higos. Y como en el consejo de la cosa también andan a la greña, ¿para qué pelearse, si son cuatro días y dos llueve? Repártase el presupuesto entre los partidos, hagan a la señora Cascajosa presidenta ad vitam y nos ahorramos el bochorno de que con cada gobierno se cambien los cargos, los presentadores del telediario, los jefes de sección e incluso los que hacen espectáculo.

Dejen, eso sí, al personal técnico, de maquillaje, de peluquería – en mi caso tienen poco trabajo -, sastrería, decorado, redactores, productores, en fin, la gente que da el callo día a día y sin la cual, esa es la pura verdad de Dios, nada aparecería en pantalla. Tampoco sería mala idea, si de repartir canales se trata, darle uno a todos esos currantes de la tele, que ven pasar a su lado inmensos egos hinchados de nada y escuchan lo que no dicen en público. Sería el único canal de la Espantosa que servidor vería.

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