Opinión

Barra libre en la fiesta de la democracia

Otra vez hemos sido invitados a la fiesta de la democracia. No sé vosotros, pero yo a esta en particular llego cansada y sin ilusión. Cuando vi que anunciaban el “Debate final”, me dije para mí misma: “Sí, por favor, que sea el ú

Otra vez hemos sido invitados a la fiesta de la democracia. No sé vosotros, pero yo a esta en particular llego cansada y sin ilusión. Cuando vi que anunciaban el “Debate final”, me dije para mí misma: “Sí, por favor, que sea el último, pero de verdad. El último de los debates de todos los tiempos”. Se queda una con ganas de ver algo así como el videojuego de Mortal Kombat o una de esas películas de catástrofes naturales que incluyen la palabra “final” en el título: “la nevada final”, “el desastre final”, “el huracán final”... Pero nada. Nos colaron un debate más para ver lo que llevamos viendo estos últimos 5 años: las mismas mentiras, idénticos reproches y unos egos cada vez más inflados.

Esta semana he tenido varios momentos de confusión máxima: encendía el televisor o me asomaba a Internet y no tenía muy claro si estaba viendo el estreno de la película Barbie o la campaña de Sumar

A mí que me cuenten lo que quieran, como eso de que no sé qué tanto por ciento de los votantes decide su voto en los debates, que yo no me creo nada. Para lo único que sirven es para que nos demos cuenta de la incapacidad que hay en este país para ser objetivos, críticos y reflexionar. Al día siguiente o incluso ya a los pocos minutos de finalizar cualquier debate, tanto los medios como las redes sociales se vuelcan a colgar medallitas a su candidato predilecto, aunque haya hecho el ridículo más desastroso de su carrera política.

Y luego tenemos el día de reflexión. ¿Reflexionasteis mucho ayer? No, si no hace falta que me digáis nada. Al menos tenemos un día en el que nos dejan tranquilos y no tenemos que aguantar más espectáculos circenses.

Esta semana he tenido varios momentos de confusión máxima: encendía el televisor o me asomaba a Internet y no tenía muy claro si estaba viendo el estreno de la película Barbie o la campaña de Sumar. Comprenderéis que después de ver a Yolanda Díaz, plancha rosa en mano, una tenga sus dudas. No se le ocurre otra cosa a la buena mujer que decir que planchar le relaja mucho, que plancha varias horas todos los días.

Varias horas. Todos los días. De plancha. Pero vamos a ver, ¿va todos los días puerta por puerta pidiendo a sus vecinos la colada limpia o es que Yolanda ha tenido 18 hijos y yo no me he enterado? Supongo que es la primera opción y después de planchar vuelve puerta por puerta, devolviendo la ropa planchada y pidiendo el voto.

¿Os imagináis la que se monta en este país si a la señora Ayuso se le ocurre hacer un vídeo planchando o fregando el suelo de su casa diciendo que le relaja mucho? Yo creo que hemos perdido el norte en este país. No me explico de otro modo que la representante del partido político que pretende ser más feminista que nadie y que para todo utiliza el “nosotras”, nos muestre a su lideresa planchando. Os prometo que yo la veía ahí, con su tabla de planchar en esa sala blanca impecable, con un dispensador de gel que todos tenemos en casa, con su plancha rosa impoluta y recién estrenada... Y estaba esperando que saliera por detrás, en cualquier momento, Ken, entregándole unos calzoncillos para que se los lavara.

Seguro que no tuvo nada que ver que se hicieran virales en Twitter los mensajes de algunos palmeros alabando al presidente porque se le había visto besar a un perro en un mitin

Esto no es perpetuar estereotipos machistas del patriarcado, no. Eso solo lo hace Manolo, el del andamio, cuando te dice “buenos días, guapa” al verte pasar. Me rindo, de verdad, si esto no hay quién lo entienda.

Por si fuera poco, hemos tenido que ver también al perro de Sánchez. No corráis a la comisaría de denunciarme, que no estoy insultando a Pedro I de España. El nunca bien ponderado presidente se hizo una foto posando con un perrete en el día internacional del perro, para sus redes sociales. Seguro que no tuvo nada que ver que, el día de antes, se hicieran virales en Twitter los mensajes de algunos palmeros alabando al presidente, porque se le había visto besar a un perro en un mitin. Ese es el nivel de reflexión que tenemos: “ahora sí que me ha convencido para votarle: Pedro Sánchez besando a un perrito”. Por lo visto, los perros son los nuevos bebés de este país. Un político que se precie ya no tiene que coger niños en brazos y besar bebés, lo más de lo más es besar perros.

Da igual que cuando Abascal dice en el debate “esto le parecerá a usted peccata minuta”, Pedro I de España, que no se puede estar callado cuando es el turno de los demás, replique airado: “¿pero de qué pecado habla usted?”. No le vamos a tener en cuenta su desconocimiento del latín y su ignorancia en lo más básico de cultura general, lo importante es que al señor Sánchez le gustan los perros.

Pero no podemos negar que el debate final fue el colofón perfecto de la semana más estrafalaria que hemos vivido últimamente. Uno de los participantes anuncia el mismo día que no va a asistir por un repentino ataque agudo de lumbalgia, aunque al día siguiente presume de que no asistió porque los que fueron iban a pelearse por ser el líder de la oposición, que él ya se sabe ganador. Pero señor mío, ¿le duele a usted o no le duele? ¿Y la vergüenza le duele o tampoco?

Media España va a seguir enfrentada con la otra mitad, ambas faltándose el respeto y haciendo uso de todo tipo de insultos, como ya estamos acostumbrados

Visto lo visto, creo que lo más acertado habría sido que el señor Abascal hubiera tenido también un ataque de repentitis de lo que fuera y que tampoco hubiera asistido, porque la escena quedaba un poco extraña: estábamos asistiendo en directo a las muestras de amor y admiración que se profesan las Barbie y los Ken de todo a cien de nuestro panorama político, y el señor Abascal parecía ser el sujetavelas que viene a fastidiar.

Opino que se nos ha olvidado lo sería que es la política y por eso no dejamos de hacer el ridículo con unos espectáculos que abochornarían a cualquiera de los firmantes de nuestra Constitución. Pero aun así os voy a dar un adelanto de lo que va a pasar tras estas elecciones generales, que acabo de limpiar la bola de cristal:

Pase lo que pase, gane quien gane y se forme el gobierno que sea con los pactos que hagan falta, media España va a seguir enfrentada con la otra mitad, ambas faltándose el respeto y haciendo uso de todo tipo de insultos, como ya estamos acostumbrados a ver, porque a esto es a lo que nos ha llevado este modo de hacer política. Los que se llevan unos sueldos de más de cien mil euros al año lo seguirán fomentando, porque es más sencillo vivir de eso que dedicarse a solucionar problemas, y nosotros seguiremos pataleando y rabiando entre nosotros, mientras acudimos una y otra vez a la fiesta de la democracia.

A mí que me pongan solo una copa, que me voy pronto.

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