Opinión

Me ha durado poco

En Cuba nunca voté. Porque no hay elecciones. Lo que hay en Cuba es arreo de vacas de ambos sexos y sus verdes perros pastores, para que formen parte de una ceremonia que glorifica a los dueños de la finca. Abandonen ilusos la ficción de

  • Isabel Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijóo y José Luis Martínez-Almeida en Génova -

En Cuba nunca voté. Porque no hay elecciones. Lo que hay en Cuba es arreo de vacas de ambos sexos y sus verdes perros pastores, para que formen parte de una ceremonia que glorifica a los dueños de la finca. Abandonen ilusos la ficción de que Cuba es un país: Cuba es una finca. Aquí en España hay muchos que creen que en Cuba celebran elecciones pero ya les digo yo que viví allí casi la mitad de mi vida, que no. Arreo de vacas. Los dueños de la finca cubana dicen que sí, que se vota libremente ¡al único partido que existe!, el Partido Comunista. En verdad, partido castrista. Ni siquiera el comunismo existe en Cuba, el comunismo es algo espantoso como ha demostrado la Historia. Ningún régimen ni siquiera el fascista o el nazi (juntos) ha producido una montaña de muertos tan alta como la montaña de muertos del comunismo. El comunismo ni siquiera es una ideología, es una fábrica de esclavos y de muertos. No hay ninguna razón, dicho de paso, para que un Partido Nazi se prohíba mientras que se permite un Partido Comunista. Muerto a muerto, esclavo a esclavo, los comunistas ganan por goleada (por decirlo en popular) a cualquier otra organización grande o pequeña de esclavistas y asesinos. No hay comunismo en Cuba, sólo vacas de ambos sexos, perros pastores verdes, y dueños de finca. Finca que fundó el padre cuatrero gallego de los Castro, actuales dueños de la finca. Cuba, la isla pavorosa, tal y como la he bautizado, parece muchas cosas, pero sólo es una finca y la familia dueña de la finca y vacas de ambos sexos y perros pastores verdes. Nada más.  

En Estados Unidos los políticos tienen muy presente que son empleados de los ciudadanos. En España es al revés

Nunca voté en Cuba, como dije, votar en Cuba no es votar, es profanar la libertad y la democracia. Cuando escapé de la finca (siempre custodiada por los perros verdes) en mis años americanos, las elecciones libres me causaban una enorme impresión. Cierto que allí la relación entre políticos y ciudadanos no es la misma que en España. Allí los políticos tienen muy presente que son empleados de los ciudadanos. En España es al revés. A pesar de eso, las elecciones españolas también me han causado siempre una euforia, un entusiasmo veraz y bueno. La fiesta de la democracia, se dice. No hay nada más cierto.

El domingo pasado, los ciudadanos españoles celebraron su fiesta democrática. Me sentía algo inquieto. ¿Y si los socialistas y sus grotescos aliados han conseguido emputecer tanto a los españoles que no aciertan a ver el peligro que les acecha? La perpetuación del tramposo Sánchez y sus grotescos aliados, la conversión total de los votantes españoles en vacas de ambos sexos al estilo cubano. Pero mi inquietud desapareció pronto, al comprobarse que el PP y Vox iban a derrotar a los socialistas y sus grotescos aliados.

Hay motivos para la esperanza, por el triunfo del PP y Vox. Pero. No hay que confiarse. Ni olvidar que la mitad de España sigue votando al PSOE

Los ciudadanos españoles han vencido al sanchismo y sus excrecencias. Me decía feliz en el sofá, mirando la tele. Y a eso hay que sumar el crecimiento de Vox, partido cuya misión histórica (lugar común) es permanecer posado en la nuca del PP para que este no vuelva a las andadas. Es decir, a convertirse en cómplice de los socialistas, que han abrazado, comandados por Pedro Sánchez, la siniestra tarea de facilitar y acelerar la mayor desgracia de España: su desespañolización. 

Hay motivos para la esperanza, por el triunfo del PP y Vox. Pero. No hay que confiarse. Ni olvidar que la mitad de España sigue votando al PSOE. Lo que dice mucho del nivel de masoquismo de dichos votantes y de su  avanzado proceso de mutación: de ciudadanos a vacas de ambos sexos. No hay que olvidar que en España la palabra progresista significa lo contrario de lo que se supone que significa. Y que casi la mitad de los votantes españoles no se ha enterado.

La jugada de Sánchez al convocar elecciones generales en julio, apesta a trampa cuyo propósito es que vote el menor número posible de españoles. Mientras mayor sea la abstención, mayores serán las posibilidades del PSOE y sus grotescos aliados de ganar las elecciones. Ya Sumar se apresta a conformar una alianza de derelictos ideológicos cuyo propósito es juntar lo peor de la política y de la sociedad española, con el objetivo de mantener al sanchismo en el poder. Una coalición que, en abyecta simbiosis con el partido Bildu, es decir con ETA, podría convertir a Sánchez en el dueño de la finca española.

La infección nacionalista vasca

Ojo al éxito de Bildu en el llamado País Vasco (País Etarra). Los jóvenes vascos, imbecilizados y vaciados de impronta moral por la educación vasca y por la infección nacionalista, xenófoba y racista vasca, votan a Bildu sin el menor pudor ni escrúpulo. Todo indica que pronto, ETA gobernará el llamado País Vasco. Si gana Sánchez y sus grotescos aliados, la putrefacción española será ya irreversible. 

Como ven, la euforia por el triunfo de VOX y el PP me ha durado poco.  

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