Opinión

La patria es un hospital psiquiátrico

La izquierda del PSOE, más disfuncional que nunca, ha fallado sobre todo en la construccion de metáforas para explicar España

  • La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y el líder de Más País, Iñigo Errejón -

Solía decirlo Iñigo Errejón: “La patria es un hospital”. Hace tres años, coincidiendo con el Día de la Hispanidad, el líder de Más País proponía que pensáramos España como un centro médico, ya que “lo único que nos salva es lo que nos cuida”. Cuanto más lo recuerdo, más siniestro me resulta: concebir el amor a tu país como un espacio frío e impersonal, cuajado casi siempre de recuerdos tristes, quizá traumáticos, donde solo acudimos cuando es obligatorio o para acompañar a alguien que pasa un mal trago. ¿Qué tenía de malo la metáfora más extendida, la que relaciona al país con una madre? “El que no quiere a su patria no quiere a su madre”, canta Residente de Calle 13, alguien poco sospechoso de filofascismo.  

Estamos ante una de tantas metáforas fallidas de una izquierda, ahora agonizante, que siempre se ha movido entre el desconocimiento y la alergia a lo popular (por mucho que, al estilo Macarena Olona, se vistan de chulapos un fin de semana al año). En un artículo reciente, el filósofo Jorge Freire explica la compulsión de esta izquierda por apuntarse, de manera infantil, a todo lo que suene antisistema, aunque resulte contradictorio. Ponía el ejemplo de cómo Más País podía reclamar de manera simultánea mayores recursos para salud mental y a la vez participar en el Orgullo Loco, la manifestación de pacientes mentales que consideran la psiquiatría como un mecanismo de control político. ¿Hacen falta más terapeutas, ansiolíticos y bajas por estrés o estamos tratando malestares políticos, laborales y existenciales a golpe de receta?

La izquierda del PSOE, más disfuncional que nunca, ha fallado especialmente en la construcción de metáforas para explicar España

La izquierda en el hospital

Durante muchos años, errejonistas y podemitas han insistido en el argumento de que la derecha estaba atrincherada en “las pasiones tristes”. Se trata de un diagnóstico cuestionable, ya que tenemos una derecha bastante alegre, como muestra su querencia a la cañas, el pop-rock de ligoteo y los triunfos deportivos rojigualdos. Tras cada revés electoral, la izquierda del PSOE se revuelca en las pasiones acusatorias, culpando de su suerte a las masas incultas, a las ‘fake news’ de los programas con mas audiencia, al sentimiento antiETA y a los crímenes del franquismo. La izquierda atraviesa un estado cercano al síndrome de Tourette: desde hace cinco días, las redes son una aspersor de bilis donde el progresismo culpa a cualquiera menos a los líderes políticos que les han llevado al borde del barranco, ninguno de los cuáles ha anunciado su dimisión (un gesto elemental de responsabilidad política). 

El narcisismo puede arruinar proyectos políticos. Yolanda Díaz empezó el pasado mes de julio un “proceso de escucha” para comprender mejor las necesidades de los españoles. El problema es que fue un proceso centrado en centros culturales hípster como el Matadero (Madrid) donde reunía a los 300 compañeros, influencers y periodistas que más la querían para aplaudir sus discursos y subir fotos a redes. El domingo todos los líderes cercanos a ella (Colau, Baldoví, Mónica García…) sufrieron varapalos electorales. ¿No hubiera sido más sencillo un “proceso de escucha” sin cámaras en polígonos industriales, bares de la España vacía y colas de supermercado a partir del día 21 de cada mes? Seguramente hubiese descubierto cosas muy parecidas a las que dijeron las urnas el pasado domingo. 

Ahora ya solo queda recurrir al lugar común de que se ha “entendido el mensaje” de los ciudadanos y que “se van a hacer las cosas de otra manera”. Resumiendo: admitir la esquizofrenia de que puedes arreglar en dos meses (y con prisa) lo que no entendiste en doce, o directamente desde 2015 (el año en que los españoles estuvieron más dispuestos a dar una oportunidad a la ‘izquierda del cambio’). Prometer rectificaciones tan rápidas, sin debate de ideas ni recambio de personas, tiene algo de esquizofrénico. Quizá por ahí entran imágenes como que la patria es un hospital...psiquiátrico. 

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Dona ahora Vozpópuli