Pocos serán los que no se hayan enterado que Ana Obregón ha sido madre a través de vientre de alquiler a los 68 años. Más allá de la moralidad o no de la gestación subrogada, la crítica ha estado centrada en si tiene edad para convertirse en madre. Cuando su hija tenga 12 años, ella ya tendrá 80. Semanas antes, también se criticó a Ramón Tamames (y, por ende, a Santiago Abascal por haber propuesto la idea), por haber liderado una moción de censura a los 90. "No tenía edad", decían.

La edad, en ambos casos, se presenta como límite, un simple número en torno al cual se establecen una serie de reglas éticas y legales. Pero, ¿y si la edad se pudiera revertir? O, mejor aún, ¿y si con los años sumáramos experiencia pero no envejecimiento? En definitiva, ¿si se pudiera sacar del debate el límite que plantea la muerte y pudiésemos alcanzar la vida eterna? Entonces, la realidad sería bien distinta. Obregón habría tenido muchos más apoyos, y Tamames hubiese recibido críticas sólo de parte de los seguidores de Sánchez... Pero nadie los hubiese juzgado por su edad.

Este es, precisamente, uno de los retos actuales de la ciencia: alargar al máximo el tiempo de vida. España todavía está lejos de esta carrera (de hecho, ni siquiera ha empezado a correr). Pero ya hay algunos países que empiezan a hacer 'pinitos' en este reto.

La criogenización, la principal línea de investigación

Por ahora, la línea de investigación más atractiva (y activa) es la criogenización que, aparte del gran sueño de Walt Disney, es la actividad científico-económica destinada a la preservación de los cuerpos humanos una vez muertos a fin de poder revivirlos como estaban cuando la medicina avance lo suficiente. No existe un marco legal en España al respecto, pero ello no obsta a que los españoles puedan buscar otras vías, como ocurrió con Obregón y su gestación subrogada.

Aunque la criogenización no es vida eterna, sí es, por ahora, una manera para esperar a que ésa sea posible. En el año 2021 varios investigadores de la Universidad de California Berkeley consiguieron hacer que algunas muestras de tejido cardíaco volvieran a latir después de estar sometidas a temperaturas bajo cero durante tres días, a través de un proceso llamado congelación isocórico. Más allá de que es una esperanza para todos aquellos que quieren conseguir la piedra filosofal que te convierta en inmortal, esta técnica abrió la puerta a la conservación prolongada de órganos para trasplantes, permitiendo así alargar la vida a aquellos que necesiten nuevos órganos.

EEUU, gran promotora de la criogenización

El epicentro de estas iniciativas no es otro que Estados Unidos, donde han germinado las principales y más importantes hasta ahora. La más experimentada es la de la empresa Alcor, en Arizona. La tarifa de preservación del cuerpo entero tras la muerte es de unos 185.000 euros. Para el cerebro y todo el sistema neuronal, 73.000 euros. Sendas pagas suelen ser abonadas a través de seguros de vida que incluyen el acceso a la criopreservación.

Un tratamiento que precisa cierto compromiso geográfico, puesto que según explican los responsables de la empresa, lo ideal es que la criogenización comience en los 15 minutos posteriores a la muerte. Y ello, pese a que no existe ninguna garantía de que la persona sea revivida, si bien la esperanza es que se consiga algo semejante en la segunda mitad del siglo.

De hecho, empiezan a germinar los primeros centros fuera de EEUU, como en Australia o en Suiza, si bien no en España, pese a reunir ciertas condiciones. Entre ellas, su 'expertise' en otro tipo de criopreservación: la congelación de óvulos. Según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), la vitrificación se ha multiplicado 28 veces desde 2010, desde 130 solicitudes en 2010 a 3.750 en 2020.

España misma tiene un representante en el equipo de científicos que lideran Altos Labs, la tecnológica con 3.000 millones de dólares de presupuesto y Jeff Bezos (Amazon) entre sus inversores para la investigación del rejuvenecimiento celular. Dentro del grupo de investigadores sobresale como director el albaceteño Juan Carlos Izpisúa Belmonte, que ya 'compite' con otra fundación, Hevolution Foundation, financiada con 1.000 millones al año por Arabia Saudí en favor de estudios dirigidos a eliminar enfermedades relacionadas con el envejecimiento.

Otras técnicas para alcanzar la vida eterna

Pero la criogenización solo es un paso en ese camino de la ciencia por alcanzar la vida eterna. La verdadera clave es reducir los efectos del envejecimiento celular. Ya existen fármacos que destruyen las células que lo producen: los senolíticos, creados con el objetivo de alargar la esperanza de vida hasta los 200 años, por ahora. En el año 2020, The Lancet publicó un informe, titulado 'Primera evidencia de que los senolíticos son efectivos para disminuir las células senescentes en humanos', en el que se demostraba que, efectivamente, había futuro en esa vía de investigación.

Otra técnica que se baraja es la terapia de edición genética, como las basadas en la técnica CRISPR/Cas9, que podrían eliminar genes indeseables. "Por ejemplo, los responsables de ciertos tipos de cáncer o enfermedades hereditarias causadas por pequeñas mutaciones, como la fibrosis quística", explica un artículo publicado por el Catedrático de Paleontología en la Universidad de Málaga, Paul Palmqvist Barrena.

Y por último, la otra vía que se presenta prometedora es la investigación de otros seres vivos, algunos con la capacidad de ser prácticamente inmortales, como las bacterias. El caso más interesante es el de la medusa Turritopsis nutricula, que, al contrario de cualquier otro ser vivo, es capaz de rejuvenecer, gracias a su capacidad de revertir el desarrollo de sus células en un proceso denominado trasdiferenciación, hasta que consigue que vuelvan al estado propio de las células madre, regresando a su infancia de pólipo. Y así eternamente. Cuándo envejece, vuelve a la infancia. Conseguir descubrir cómo y por qué funcionan así es la 'obsesión' de muchos científicos.

Con esta radiografía, se descubre, para pesar de algunos, que la vida eterna queda todavía lejos, más todavía en España por su nula inversión en ello. Mucha ciencia, muchos debates morales y muchos problemas económicos que resolver. Mientras tanto, la edad seguirá siendo una limitación y Ana y Ramón serán juzgados porque son demasiados mayores para cumplir sus nuevas tareas... Quién sabe si dentro de 100 años todavía tendrían tiempo de mucho más...

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