Aserraderos, operaciones inmobiliarias, fincas de soja, operaciones bursátiles, compraventa de arte, préstamos... Luis Bárcenas ha esgrimido una larga lista de supuestos negocios para justificar el origen de los millonarios ingresos en sus cuentas en Suiza. Todo ello aderezado con misteriosos personajes que le pagaban en el país helvético con maletines repletos de fajos de billetes que luego él corría a ingresar en unos depósitos que el consideraba su "fondo de pensiones fuera de España". Sin olvidar, que de ello no le contaba ni una palabra a su mujer y que él siempre intentó ser "transparente"... en sus tratos con las entidades financieras del país centroeuropeo, a las que aseguró no haber ocultado nunca que era el gerente del PP. Con el fisco español ya es otra cuestión. Si algo ha dejado claro la segunda jornada de declaración del extesorero de PP es que el que fuera senador también debe tener un negocio relacionado con el cemento a la vista de su rosto impasible mientras desgranaba un rosario de coartadas que no han convencido a casi nadie.
El extesorero niega que ocultara con empresas 'pantalla' que él era titular de cuentas suizas. Asegura que esas sociedades eran "visillos" detrás de los que se le veía a él
Bárcenas ha hecho alarde de su precocidad empresarial al detallar que la primera cuenta que abrió en el extranjero no fue en Suiza, sino en Puerto Rico, en 1986, cuando aún no había cumplido los 30 años y en la que ingresó los primeros 100 millones de pesetas (600.000 euros) que ganó con supuestos negocios en EEUU y Alemania que ya por entonces quería tener lejos de la lupa de Hacienda. De ahí pasó en 1988 a los bancos de Suiza, donde llegó a acumular 48 millones de euros,... y hasta ahora. La Fiscalía Anticorrupción le ha preguntado por qué nunca declaró esos fondos en nuestro país ni tan siquiera cuando ocupó un escaño de senador y estaba obligado a hacerlo en el registro de la Cámara Alta. En su respuesta ha dado muestras de ser un virtuoso de los encofrados: "No tiene más explicación".
A partir de ahí, el extesorero del PP ha hecho un alarde de sus conocimientos sobre las propiedades de dureza del cemento armado sobre todo en la reconstrucción de rostros. Así, ha asegurado que si decidió en 2005 dejar de ser él el titular de las cuentas helvéticas para poner primero a una fundación panameña, Sinequanon, y, más tarde, a la sociedad uruguaya Tesedul SL no fue porque tuviera intención de ocultar nada, ni mucho menos. De hecho, ha recalcado que más que sociedades fantasmas, estas firmas eran "visillos" porque se veía claramente que él estaba detrás de ellas. A ello ha añadido que si bien es cierto que hizo ingresos en metálico en las cuentas, ha reiterado que nunca viajó con un maletín repleto de billetes desde España. Los fondos se los entregaban en cafeterías de Ginebra misteriosos personajes que no ha sabido -o querido- identificar y que con dichas cantidades le retribuían sus exitosas gestiones en sus innumerables y variopintos negocios. Luego iba al banco, "que no son como en España", y lo ingresaba en sus cuentas mientras su mujer, Rosalía Iglesias, se tomaba una 'Coca-cola' en el despacho de al lado sin enterarse de nada.
Soja, madera, acciones...
La mujer, también en el banquillo de los acusados, ni siquiera supo que su esposo era todo un 'crack' de los negocios, polifacético como pocos. De hecho, el extesorero del PP ha asegura que esos "7 u 8 millones de euros" que ingresó en sus cuentas suizas entre los años 2003 y 2008 eran fruto de una actividad empresarial de lo más variopinta. Ha empezado con el millón de euros que se embolsó con un aserradero en Costa Rica para seguir con otra cantidad similar por asesorar a una empresa agrícola argentina, los 1,8 millones de sus exitosos negocios de arte, los 700.000 euros por su olfato en la OPA de Endesa, los más de 200.000 euros que sacó por una finca de soja también al otro lado de Atlántico o los 620.000 euros por negocios inmobiliarios en la Pampa. A ello se suma los 3 millones que le dejaron enigmáticos inversores uruguayos para que jugara con ese dinero por ellos en Bolsa o la devolución de 174.000 euros que le hizo su amigo y casi "hermano" Luis Fraga, también senador 'popular' y al que le dejó ese dinero años atrás para que se comprara una casa.
Bárcenas ha justificado sus millonarios saldos en cuentas suizas a negocios como un aserradero en Costa Rica o la venta de una finca de soja en Argentina
Un cúmulo de operaciones que ahora intenta demostrar prácticamente sin documentos y de los que asegura que si no había sacado a relucir antes fue por falta de tiempo ya que mientras estuvo en prisión no tuvo oportunidad de ponerse a la "tarea" de demostrar su eficacia empresarial. Por fortuna, ahora sí ha podido aunque por los pelos, ya que terminó de reconstruir tal magno currículum el pasado domingo, un día antes de comenzar a declarar ante el tribunal. Un historial empresarial que la Fiscalía Anticorrupción se ha encargado de poner en duda con una batería de preguntas en las que ha dejado claro lo inverosimil de sus movimientos económicos 'a tocateja' y de sus socios en Suiza que, curiosamente, ya han fallecido y no pueden facilitarle la documentación que falta. Al fin y al cabo, él era un intermediario entre los negocios de otros y ya se sabe que en ese tipo de negocios no siempre se deja constancia por escrito. Por cierto, también ha dicho sin pestañear que todo ello lo hizo sin "ocasionar ningún perjuicio a la Hacienda". La Policía debe estar buscando a estas horas una hormigonera con el cartel de 'encofrados Bárcenas'...