De Quevedo o Cervantes hasta Ray Loriga o José Angel Mañas, en 210 páginas. La respuesta a todo este asunto está descrita en el prólogo. Hay que olvidar lo que tiene de obligatorio aquello que puede ser ameno, escribe su autor. ¿Quién sabe, quién recuerda la larga historia de lo escrito? Muy pocos, acaso los que han podido dar cuenta de tomos y tomos. De ahí que más de uno se desanime. Por eso hay que inventarse ex novo otra manera de contarla. Y eso, justo eso, es lo que ha hecho José-Carlos Mainer en su Historia mínima de la literatura española (Turner)
Confeccionada con la intención de ser divulgativa –sin olvidar lo que de ameno y riguroso debería de existir a partes iguales en semejante empresa-, Historia mínima de la literatura española ofrece un recorrido de ocho siglos a través de un relato amable, acaso entretenido –y escrito con una prosa magra pero fibrosa- que consigue resumir toneladas de palabras en apenas 50.000. Un vademecum razonado, trenzado con gusto a través del ensayo como género ligero –que no leve- para recorrer el largo camino de la literatura española -es interesante la reflexión que hace Mainier sobre la vigencia del término castellano-.
Mainier, el catedrático que coordinó los nueve tomos de la monumental Historia de la literatura española editado por Crítica -6.500 páginas desde la Edad Media hasta hoy- ha sido capaz -en apenas 210 folios- de plantear un recorrido que comienza en la edad media y culmina en el siglo XXI, y lo hace dándose el lujo de detenerse en episodios desdeñados o ignorados en otros estudios; también hace su propia selección, de la que quedan fuera autores como Arturo Pérez-Reverte. Si Mainier consigue eso es porque, justamente, lo ha hecho espantando la sensación de obligatoriedad y la inapetencia que originan los atracones enciclopédicos.
El libro pertenece a una serie de obras que, bajo la premisa 'al mínimo', pretenden ofrecer una visión certera de cualquier campo evitando la extensión de anteriores trabajos. En este caso, partiendo de la idea de explicar la historia literaria en España, fue la propia editorial la que propuso a Mainer iniciar su trabajo con una extensión límite de 300.000 caracteres y 50.000 palabras. "Todo se puede decir en 50 líneas, no me importa ajustar. El problema es qué decir", dice Mainer.
Rastreando la más "madrugadora" de las compilaciones de relatos, abre Mainier el recorrido de la literatura que pasa de ser escrita en latín al castellano en medio de los esfuerzos de Alfonso X el sabio por procurar la traducción de textos; continúa con la poesía y la prosa lírica; el teatro medieval; la batalla del humanismo español; los libros de pícaros... Al Quijote dedica un análisis que la describe como lo que podría haber sido una novela ejemplar más de no ser por la introducción de Sancho Panza; se pregunta si Lope y Quevedo fueron acaso autores populares; apunta el predominio de la comedia en el teatro y así avanza, torrencial pero conciso, hasta los siglos XX y XXI, años en los que Mainier coloca una pregunta magnífica, potentísima: ¿Hay una literatura "de la transición" o "del desencanto"? Cierra el catedrático con una reflexión osbre un presente incierto, pero vivaz.