En el año 2018, el periodista Daniel Bernabé publicó un ensayo exitoso titulado La trampa de la diversidad (Akal), que superó las diez ediciones. Recibió carretadas de mierda por defender una vieja tesis del marxista clásico Eric Hobsbawm: la de que la izquierda había dejado de ser izquierda al abandonar los conflictos laborales (la lucha capital-trabajo) para centrarse en cuestiones identitarias como el feminismo, la ideología de género y el racismo, entre otras. Bernabé se convirtió en blanco de señalamientos, cancelaciones y burlas por parte de sus propios compañeros de filas, en especial de una jovencísma Elizabeth Duval, que luego desguazó el libro en la reseña "Los trampantojos de la literatura de combate". Bernabé parecía el pasado y Duval el futuro, pero siete años después la tortilla se ha dado la vuelta.
La semana pasada, Duval abandonó su portavocía en Sumar y se filtró que Bernabé empezaría a trabajar en la Secretaría de Estado de Comunicación. En parte, como sabemos, tiene que ver con la bancarrota absoluta de la cultura woke, un ideario puritano que ha llevado al progresismo global a desconectar de las clases populares. Poco encaje puede tener una intelectual trans posmoderna en el gobierno que ha quitado el "Q+" a "LGTBIQ+". Pega mucho más un periodista cercano al sindicalismo del Régimen del 78, que defiende que la derecha española actual sostiene una confabulación para acabar con la democracia y proclama que Begoña Gómez es víctima de una persecución política.
En el fondo, está todo el pescado vendido desde que Félix Monteira dejó la dirección de Público para incorporarse como Secretario de Comunicación de José Luis Rodríguez Zapatero. El cambio ya es éticamente cuestionable, pero lo peor es que no se apreciaron diferencias sustanciales entre lo que hacía en un sitio y en otro, como no se esperan entre el de Bernabé y sus intervenciones en la SER e Infolibre.
Sintonías sanchistas
El momento de impotencia de la izquierda oficialista se ve claro en la reacción de Duval a las protestas de la calle Ferraz: la filósofa y ensayista, que había analizado con rigor y respeto el estallido de los chalecos amarillos en Francia, pidiendo a la izquierda que tomase en serio el malestar popular, esta vez calificó a los manifestantes de "violentos, franquistas y oligofrénicos". Giro de 180 grados al llegar al poder. Por su parte, Bernabé comenzó su carrera con una intuición valiosa: que la deriva podemita de la izquierda española solo conducía al elitismo y a la desconexión con la España trabajadora. Poco a poco, su discurso fue mutando en fiel apologista del sanchismo y defensor de la izquierda retro, un poco a juego con su imagen mod de chaqueta, patillas y gafas de sol vintage.
El hábitat de supervivencia de los jóvenes intelectuales de nuestra izquierda se ha reducido a someterse a la socialdemocracia neoliberal sanchista
Duval y Bernabé tienen hoy suertes diversas, pero encarnan el escaso terreno que le queda a la izquierda cultural en 2025, estrangulada entre una sofisticación woke que ya no interesa a nadie, una melancolía estéril por el viejo mundo obrerista y una tendencia crónica a insultar a la plebe cada vez que los desheredados se escoran por el lado reaccionario. La izquierda española carece de relato político, así que avanza golpe de intuición electoral en un terreno cada vez más reducido. Los hábitats de supervivencia razonable de sus jóvenes intelectuales se reducen ya al amparo de la socialdemocracia neoliberal remezclada por el PSOE a la que Duval y Bernabé se comenzaron oponiendo. Descanse en paz la disidencia.
Franz Chubert
27/03/2025 06:44
Dubluff al menos se lo ha llevado un par de añitos.
aherraiz
27/03/2025 18:50
Aqui lo que se trata es de vivir del presupuesto osea del ESTAO