Dos años después del "Barbenheimer", esa pugna en la taquilla entre dos películas exitosas, Barbie y Oppenheimer, llega un fenómeno similar a los cines: "Wickediator", "Gladicked" o simplemente la coincidencia en cartel de Gladiator 2, la segunda parte de la famosa película de Ridley Scott, y Wicked, la precuela de El Mago de Oz. Ambas han llegado a los cines estadounidenses este viernes, mientras que en España la cinta de gladiadores romanos se estrenó el pasado 15 de noviembre y consiguió el segundo mejor estreno del año y un fin de semana con record de asistencia. ¿Qué ocurrirá ahora? El reverso del cine épico que propone la cinta protagonizada por Paul Mescal es una película musical de fantasía muy luminosa que puede rivalizar con ella y convertir en una anécdota lo sucedido en 2023.
Como ocurrió con Barbie, Wicked es también una película-evento y en su estreno no han faltado los fans apiñados en largas filas antes de la apertura de algunos cines en sus primeras sesiones, como ocurrió en el Cine Ideal de Madrid. Algunos espectadores confesaban sentir nervios y todos ellos respondieron con un largo aplauso al terminar la película, un final del que tan solo se puede desvelar un secreto a voces, puesto que la prensa ya se ha hecho eco: habrá una segunda parte en 2025. Pero, ¿qué es Wicked y por qué tanto revuelo?
Jon M. Chu, director de la comedia romántica Locamente millonarios (2018), el drama En un barrio de Nueva York (2021) y un puñado de videocplis y documentales de Justin Bieber, es el responsable de llevar al cine la novela homónima de Gregory Maguire y adaptar asimismo en dos partes el musical sobre este texto que se estrenó en 2003. La historia se ambienta en la Tierra de Oz, tiempo antes de la llegada de Dorothy Gale, y se centra en la amistad que forjan Elphaba (Cynthia Erivo), una joven de color verde que vive desde su nacimiento con el rechazo de quienes la rodean, y Glinda (Ariana Grande), una joven popular a quien conoce en la Universidad Shiz, un centro de magia.
Oda a la bondad
Wicked es ambiciosa y ahí probablemente estarán las diferencias entre los espectadores. "It's not my cup of tea", dirían los británicos y enfatiza esta redactora de Vozpópuli. Poco o nada se puede echar en cara a una película colorida, vitalista, con una factura visual exquisita, unas actuaciones impecables en un perfecto duelo interpretativo y melódico entre Erivo y Grande y una producción musical excelente. Esta película de aventuras parece tenerlo todo, también una historia de amistad vibrante capaz de acaparar la atención y la emoción del espectador.
Sin embargo, lo cierto también es que la historia cuenta poco más y se mueve por caminos previsibles para el espectador, en un boceto impecable de lo que promete ser una segunda parte que llegará en noviembre del próximo 2025. Wicked funciona, pues, como un prólogo y una introducción, pero se cae o pierde fuerza en una concatenación de escenas que poco o nada aportan a una película que pierde fuelle en una segunda mitad demasiado ensimismada en el mundo de pastel y cursi que propone. En lo musical, además, peca de cierta grandilocuencia y se echa de menos un equilibrio en la potencia y algo menos de intensidad.
Para muchos, su punto fuerte está en la perspectiva, en ese mundo mágico que sirve para hablar de diversidad, para hacer bandera de lo diferente o componer una oda a la bondad allá donde en un principio solo existían sombras. Imaginar a la Malvada Bruja del Oeste en su tierna y dolorosa infancia y verla forjarse como poderosa hechicera pasa en este caso por entender la complejidad de un mundo que a menudo se muestra como lo que no es. Aquí, esta vez sí, está lo más valioso de Wicked, que brilla por sí sola sin necesitar las brillantes actuaciones musicales que también empalagan y abruman por momentos. Es colorida, es cursi y empalagosa, pero también es una divertida película de aventuras que juega con el humor y una autoparodia que gustará a casi todos e irritará a unos pocos. Los aplausos finales están asegurados y las buenas cifras en la taquilla, también.