Las palabras son lo único que tenemos. Con ellas definimos un mundo que ahora embiste contra el trapo de nuestro cuerpo y espíritu. Es difícil no atribuirles otros significados tras la aparición del coronavirus. Por ese motivo, en Vozpópuli hemos pedido a los escritores nuevas definiciones de palabras que no volverán a ser las mismas. Es su material de trabajo, ¿quién si no ellos para esta búsqueda?
Manuel Vilas comenzó con Alegría, le siguieron Sergio del Molino con Balcón, Marta Sanz con Cicatriz y Carlos Zanón con la palabra Casa. Pedimos ahora a Lea Vélez unas líneas sobre lo que la palabra Duelo supone ahora que hemos perdido a más de once mil amigos, hermanos, hijos, madres o padres. Los nuestros, pues. Perder: ese verbo que nos iguala. De eso Lea Vélez conoce, y mucho.
Su literatura se la juega en el territorio de las decisiones vitales. Nació en una familia para la que la literatura eran palabras mayores. Su padre fue uno de los críticos literarios más importantes de la España de los setenta: Carlos Vélez, artífice de Encuentros, el programa que llevó la literatura a la televisión y cuyas entrevistas ella recuperó y transcribió hasta darles forma en aquel precioso libro La Olivetti, la espía y el loro (Cuentahilos).
"El duelo duele sin dolor. Es llorar cuando no se debe y no llorar cuando se quiere"
Desde muy joven, Lea se dio cuenta de que además de escribir, le apasionaba el cine, así que decidió convertirse en guionista de ficción. Acaso preparándose para la intemperie —su vida ha tenido mucho de tempestad—, Lea Vélez llegó a comparar el oficio de guionista al de taxista en Londres, pero sin GPS. "No importa cómo ni en qué tiempo. Tienes que llegar", dijo hace unos años a esta cabecera.
Tras publicar sus primeras dos novelas co-escritas con Susana Prieto, publicó El jardín de la memoria, al que siguió Nuestra casa del árbol (Destino), la historia de una familia que podría ser cualquiera, aunque en realidad es la suya. En esas páginas Lea Vélez propuso una elaboración de la pérdida y de la capacidad de sobreponerse. Un libro sobre la educación de sus hijos tras la muerte de su marido. Un alegato de la familia como escuela y la vida como elección.
Pocas personas podrían definir como Lea qué supone la palabra duelo. Sobre ella la escritora aporta una definición propia sobre qué significan y cómo son las palabras, incluidas Literatura y Novela, en estos tiempos de pérdida.
DUELO
Es un camino hacia un país desconocido en el que los días se ralentizan, nadie habla tu idioma, se dice siempre la verdad, se ama a todo el mundo sin que nadie sepa lo que sientes. El día se hace eterno y la noche impracticable. Un tiempo de lágrimas y vacío y paredes blancas de un cansancio vital. El duelo es pensar que estás perfecta mientras hablas con los muertos o mejor dicho, es que los muertos te hablen constantemente sin que puedas responder.
El duelo duele sin dolor. Es llorar cuando no se debe y no llorar cuando se quiere. Es gritar mientras el alma se llena de realidad y todo es literal y absurdo. Es enfadarse de golpe, a gritos animales, y es amar dulcemente con toda intensidad. El duelo es una lucha a muerte entre el pasado y el futuro que borra de toda memoria nuestro presente. Es, como su nombre indica, una lucha con la muerte que duele y en la que al fin, casi siempre, vence la vida.
NOVELA
Es un viaje emocional. Un lugar donde perderse. Una puerta a un mundo perfecto. Una isla de felicidad.
LITERATURA
Una magia inventada por la humanidad para transmitir nuestra cultura por medio de los sentimientos.