Atención, pregunta: ¿cuál fue el último número uno de la lista de ventas española antes de la crisis del coronavirus? No triunfó un álbum de reguetón, no de flamenquito, sino un tratado de rock malasañero titulado Bestieza, cortesía de unos clásicos llamados Los Enemigos. Formados a finales de los ochenta y forjados en la década posterior, siguen siendo relevantes con sus guitarras crudas y elegantes.
El disco se abre con “Siete mil canciones”, un himno casi perfecto. Se trata de un trallazo de rock alternativo noventero, que recicla frases de José Luis López Vázquez en la película Atraco a las 3 (José María Forqué, 1962). ¿Homenaje a los antihéroes del cine clásico español? “Los papeles que interpretó López Vázquez forman parte de nuestro paisaje, nos guste o no. Personalmente, a los personajes de Atraco a las 3 les tengo mucho cariño mientras que a Torrente, ninguno. Además esa generación de actores (López Vázquez, Landa, Agustín González, José Sazatornil, étcétera…) son un tesoro nacional y todos los homenajes que se les hagan serán insuficientes”, explica Josele Santiago, cantante y guitarra.
Así son Los Enemigos, grupo emblemático del rock de Malasaña, atento a las novedades del rock anglosajón pero siempre con los pies en su país. Ya lo explicaron en “John Wayne”, la canción donde se burlaban de los rockeros que van de duros y de gringos. Como grupo, ya han publicado discos en cinco décadas distintas, sin ser tragados nunca por ninguna escena o moda. ¿Cómo es posible? “Bueno, nunca nos hemos sentido parte de ninguna tendencia, así que estamos acostumbrados. Aunque sigue habiendo gente con la que compartimos discurso haciendo las cosas muy bien: Triángulo de Amor Bizarro, Biznaga, Carolina Durante… Y los Ilegales y Siniestro Total, que siguen escribiendo grandes canciones sin renunciar por ello a ejercer de moscas cojoneras”, responde Santiago, que sabe encuentra compañía entre los heterodoxos de la industria musical española.
Vieja guardia guitarrera
En las primeras escuchas, queda clara su condición de rockeros de la era alternativa, con un sonido que a veces remite a bandas de culto como Hüsker Dü y Sugar. “Y tanto. Una de las primeras cosas que hicimos cuando empezamos a trabajar con Chema fue regalarle el Candy Apple Grey, y Sunshine Rock ha sido uno de los discos que más ha sonado en nuestros Spotyfis últimamente. La influencia de Bob Mould (y de Grant Hart) ha sido una constante desde los primeros años 90. Sin ir más lejos, las melodías de “Odio a los nº1”, “Brindis” o “Dentro” seguramente hubieran tenido otro tratamiento de no existir Hüsker Dü”, admite.
"La edad otorga una perspectiva más amplia y una paleta de colores más variada de la que servirme en las letras”, responde.
No es ningún secreto que un ingrediente muy potente de la receta enemiga son las letras de Santiago, compositor con un voltaje literario muy superior a la media. Esta vez muchas de sus rimas tratan sobre conflictos de la madurez. “Bueno, ya hablé de lo que se siente al ser joven cuando lo era. La vejez también tiene su poesía y encontrarla supone el mismo reto que entonces. Mi trabajo es escribir e interpretar canciones y lo único que puede hacer la edad respecto a eso es otorgarme una perspectiva más amplia y una paleta de colores más variada de la que servirme”, responde.
Paso a preguntarle por la letra de “La costumbre”, que tiene una línea llamativa, donde habla de una “aséptica cordialidad que aburre”. ¿Se ha vuelto la vida demasiado insípida? “Es una canción política que habla del poder. Del poder del poder, concretamente. De su poder transformador y de sus ciclos orbitando en torno a la prosperidad. Bebe directamente de Julio Verne (de El eterno Adán, uno de mis libros de cabecera). Me han comentado que suena a los Red Hot Chilli Peppers de Californication y he flipado mucho porque es verdad. Tiene lógica, ese disco sonó mucho en la furgo enemiga cuando salió”, recuerda.
Rock sin liturgia
En contraste con Bestieza, letras y música, puede tenerse la impresión de que el rock español se ha reblandecido. No es una crítica al momento actual: por ejemplo Leiva es un maestro del rock suavón, pero cuesta encontrar equivalentes a Los Enemigos en el campo de las guitarras eléctricas. ¿Cómo lo ve Josele? “Ni idea. Solo puedo decirte que Leiva me parece muy bueno, aunque tampoco es que se encuentre en mi onda. Nunca me ha atraído la liturgia que algunos suponen ligada al rock, ni me interesa su parafernalia. Ni ninguna otra, en realidad. No sé, a mí el rock que me ha ido gustando casi siempre ha sido cosa de minorías. Y ese 'casi' va solo por seis o siete bandas”, aclara.
Quienes llevamos siguiéndoles desde el principio, sabemos que es extraño que un disco de Los Enemigos decepcione. En parte, pueden recordar a esos grupos veteranos como The Pretenders, que acumulan tanto oficio que parece que las canciones les salgan solas, como de un grifo abierto. “No estoy tan seguro: visto desde dentro el proceso de composición es muy lento y tortuoso, sabes. Cada día que pasa es más difícil sorprenderte a ti mismo, y tengo la sensación de que para hacerlo se necesita más tozudez que oficio”, concluye. Que Dios les mantenga tozudos muchos años.
Los Enemigos mantienen sus fechas anunciadas para Madrid (29 de mayo), Barcelona (17 de abril), Gijón (18), Valencia (22) y Albacete (30). El resto pueden consultarse en su página oficial de Facebook.