No ha sido una sino dos abdicaciones: la política y la personal. Así lo cree el historiador y sociólogo Javier Barraycoa en un implacable ensayo de 254 páginas en el que analiza no solo la renuncia de Juan Carlos I al trono, sino también las circunstancias en las que esta se produjo y las consecuencias previsibles que tendrá para España. “Felipe VI es la demolición controlada de la monarquía”, asegura Barraycoa, quien no duda un momento al afirmar que Letizia será la encargada de “republicanizar al último de los Borbones”.
El fin del bipartidismo, las presiones de una nueva generación de políticos que no vivieron la transición –y que por tanto no están obligados a respetar los pactos con la corona- y las presiones federalistas podrían impulsar, a juicio de Barraycoa, una reforma constitucional. “De la monarquía federal a la república federal hay solo un paso”, asegura. Pero en el libro hay más, muchísimo más: destalles sobre la mala relación entre Juan Carlos I y Felipe VI; los entresijos de la renuncia al trono, así como el análisis de un liderazgo político nuevo que podría precipitar una reforma de la constitución.
-Con la abdicación de Juan Carlos I llega a su fin una dinastía creada por Franco, plantea usted.
-Durante 30 años la clase política ha intentado justificar la corona y dinastía , pero es Franco quien la crea con esa ley de sucesión. La legitimidad de Juan Carlos residía en Franco, por eso estaba peleado con Don Juan, su padre.
-De lo que se desprende que España, al fin, cierra la transición.
-Es un escenario de mucha incertidumbre. Estamos obligados a una reforma constitucional, de lo contrario, teóricamente, la descendencia debe de ser masculina, es decir, pasaría Froilán. Lo que ocurre es que para hacer la reforma constitucional, estamos obligados a abrir el melón de la constitución y ahora, con las presiones separatistas, eso podría replantear la estructura. De una monarquía federal a una república federal hay un paso.
-Como ocurrió con su padre, existe una distancia entre Juan Carlos y Felipe, al menos eso es lo que usted asegura.
-Sí, por eso el rey no acudió a la abdicación. Esta mala relación viene desde la boda de Felipe Con Letizia, una mujer plebeya. Para los Borbones, el matrimonio con alguien que no es de una casa real le impide ser rey. Eso no se lo perdonó Juan Carlos a Felipe.
-¿Ha sido don Juan Carlos I obligado a abdicar?
-Todo indica que sí. Por varios motivos: algunos medios ya señalaron que en el club Bilderberg se había propuesto su dimisión y justo tras la última reunión, a la que acude la reina Sofía, se hace pública la abdicación.
-¿No le parece demasiada elucubración?
-Pero se notaba que era algo forzado. No estaba la reina Sofía, ni la infanta Elena, ni Juan Carlos.
-Otra de sus hipótesis es que la crisis del bipartidismo empeora la situación de la corona y precipita la abdicación.
-El pacto que hicieron PP y POSE de no tocar a la monarquía está muy perjudicado. Los nuevos líderes que emergen, que son jóvenes y no han vivido la transición, no están obligados a respetar ese pacto con la monarquía. Eso plantea un escenario nuevo donde Juan Carlos no tenía ningún papel. Eso también precipita su abdicación.
-¿Quién es Felipe VI en la España que está por venir?
-Él representa una demolición controlada de la monarquía. Esa es una hipótesis política, claro. Un escenario sería que, presionado Felipe VI por la tercera vía federalista, aceptara una reforma constitucional para que España fuera una monarquía federal y ese sería el paso previo a una república federal.
-Sugiere usted que Letizia es la mano que mece la cuna de la III República. ¿Cómo?
-Letizia es la encargada de republicanizar al último de los Borbones. Es de izquierdas, es republicana y tiene una grandísima relación con el nuevo secretario del PSOE, Pedro Sánchez, así como con Eduardo Madina. Eso va a ser un factor importante. Doña Letizia tiene un carácter muy fuerte que puede llegar, en un momento de radicalización de la política, a ser un factor fundamental para reorientar la vida y el futuro de Felipe VI.
- Asegura además que la imagen campechana del Rey no se corresponde con su genio ni con su forma de ser.
-A raíz del 23F, se creó la imagen de Juan Carlos como un hombre cercano al pueblo. Siendo la ficha de Franco, no tenía ningún valor popular, era constantemente atacado, pero ese cambio funcionó. Él es en verdad un hombre de muy mal carácter. Traicionó a todos sus amigos. Usó a Suárez, al general Armada… La gente que le iba ayudando quedó apartada, a todos los abandonó y traicionó.
-¿Cree que se ha hecho demasiada literatura con la corona y la transición? ¿Es novelesco y fantansioso el relato de la casa real española?
-Muy pocos se han atrevido a decir las cosas claras. Uno de los primeros, y de los pocos que lo hizo, fue Jesús Cacho, que sufrió las consecuencias. Intentaron silenciarle las grandes editoriales. Pero sí: se ha creado un relato fantasioso y rosa de lo que ha sido la monarquía, pero es como el caso de Pujol. La imagen que parecía firme se derrumba, porque las fuerzas que la sostenían ya no funcionan y hasta los propios le traicionan. Con Juan Carlos ha ocurrido lo mismo.