Cuando uno pensaba que Destello bravío, la ópera prima de Ainhoa Rodríguez, era la propuesta más inaudita y arriesgada del año en el terreno audiovisual español, llega la imponente Espíritu sagrado para sumar otra obra insólita y echar un pulso a quien se atreva a describir esta película tan inclasificable y sorprendente. Detrás del proyecto se encuentra Chema García Ibarra, un cineasta que debuta en el largometraje con esta pieza y que cuenta con una larga trayectoria en el cortometraje de tres lustros que le ha llevado a algunos de los mejores festivales del mundo, como Sundance, la Berlinale, Cannes o San Sebastián.
Para su estreno en el largo ha elegido una historia que mezcla elementos paranormales y misterio. En Espíritu sagrado, las televisiones del país se hacen eco de la desaparición de una niña. De forma paralela, su tío, José Manuel, y el resto de miembros de la asociación ufológica Ovni-Levante se reúnen cada semana para intercambiar información sobre mensajes extraterrestres y abducciones. Julio, su líder, muere de forma inesperada y deja a José Manuel como el único conocedor del secreto cósmico que puede alterar el porvenir humano.
Y a pesar de lo extraño que resulta en apariencia, García Ibarra ha señalado en una entrevista a Vozpópuli desde Argentina, donde ha participado en el festival Mar de Plata, que su misión ha sido fijarse no tanto en lo sobrenatural como en lo humano que rodea estas experiencias. Después de ser galardonada en la pasada edición del Festival de Sevilla con el premio del público, Espíritu sagrado se estrena este viernes en los cines.
Pregunta: Esta es una película imposible de describir y clasificar. ¿Te atreves?
Respuesta: Está bien no saber mucho y dejarse llevar por la película. Trata el tema de ovnis y esto da pie a metáforas como dejarse abducir por la película. Me refiero a lo que hago como "ciencia ficción doméstica", una especie de cruce de lo supercostumbrista y casi documental, con lo super cósmico y casi posthumano, en una unión de conceptos. Me gusta quedarme en medio de las dos cosas.
P: Ahora que habla de dejarse abducir, ¿cree que ahora mismo el cine y en general en audiovisual que se ve en las plataformas deja poco espacio para la sorpresa? ¿Está el espectador más cerrado, con menos ganas de perder el control?
R: Hay dese luego una tendencia desde hace mucho tiempo a catalogar las películas de una forma muy clara, con una intención de dejar claro cómo se va a sentir uno viendo la película y después de verla. Pero te gusta como espectador que haya una especie de tránsito de emociones muy dispares. Disfruto cuando me río y luego dejo de reírme porque de repente he recibido una hostia. La incomodidad, la culpabilidad por haberme reído, esa transición de emociones, si está llevada de forma fina, la disfruto mucho y he buscado hacer una película que quisiera como espectador.
P: ¿Qué buscas al elegir temas desconocidos, esotéricos y extraños? ¿Qué te atrae?
R: Me interesa mucho no el hecho paranormal en sí, no el ovni, sino lo que rodea el avistamiento que tiene que ver con lo humano: dónde está la persona que lo ha visto, qué consecuencias ha tenido para él contarlo, si ha tardado en contar que lo ha visto y cómo ha reaccionado su entorno. Todo lo que es el espectro humano que rodea lo paranormal me interesa, el hecho en sí no, porque soy muy escéptico. implica la creación de determinados códigos esotéricos y ocultistas, símbolos, expresiones, rituales y objetos que se usan.
Rodar en Elche se convirtió en una especie reivindicación: me interesaba sacar el cine de las grandes capitales, que hubiera lugares que no se han rodado antes, otros acentos, que me gusta respetar y no usar como algo humorístico", señala García Ibarra
P: ¿Por qué elegiste tu ciudad natal, Elche, para ambientar la acción?
R: Vivo aquí, conozco esta ciudad y el hecho de habitar en ella hace que sea muy familiar con las calles y la cultura, fue algo natural. También, se convirtió en una especie reivindicación: me interesaba sacar el cine de las grandes capitales, que hubiera lugares que no se han rodado antes, otros acentos, que me gusta respetar y no usar como algo humorístico, que es algo muy común, la forma de vestir, la música que suena cuando pasa un coche por la calle. Estas bromas que se hacen cuando se compara un meteorito con un edificio que solo conocen los madrileños.
P: También hay una intención de usaron lenguaje naturalista y costumbrista, de mostrar paisajes que no han sido intervenidos.
R: Es una película de ficción, totalmente escrita y pensada, pero que por delante tiene una capa minúscula de documental. Se han respetado sus expresiones, les he pedido que no mantengan las palabras de los diálogos sino solo las ideas de fondo y que incorporen sus propios dejes. la gente tiene su propia forma de moverse, el tiempo que necesita para hablar, los acentos. Todo está estructurado, pero tiene ese destello de vida real, un tono naturalista en algo pensado y escrito.
P: ¿Por qué contasteis con actores novatos?
R: Son personas sin relación con el mundo del cine y para encontrarlas pusimos una oferta de trabajo y no un casting. Hace un tiempo hicimos un cortometraje, Leyenda dorada, ambientado en un pueblo en el que hicimos un casting para que saliera la gente del pueblo. Vinieron tres personas, así que nos fuimos a la calle para buscar a la gente. Nos dimos cuenta de que la palabra casting en España está asociada a habilidades como cantar o bailar. Esta vez anunciamos una oferta de trabajo y una descripción del perfil, al tiempo que matizamos que no hacía falta contar con ningún físico particular, porque nos pareció que podía darse esa asociación entre actuar, ser actor y tener esta belleza estandarizada que se les presupone a los actores.
Si estamos haciendo un retrato del barrio, hay que hacer también un retrato laboral. Quería que esta película sucediera en el barrio en el que he nacido y donde viví hasta que me mudé", afirma el director
P: ¿Es imposible situar la acción de la película y no hablar de las trabajadoras del calzado?
R: Es el barrio, es Carrús, en Elche, que está dedicada a la fabricación de calzado, y toda mi familia se ha dedicado a esto siempre. Lo normal es ir por la calle y oír el sonido de las máquinas. Las mujeres que se dedican a ello son las aparadoras y es muy común que trabajen en casa, donde cada día va un señor a recoger los zapatos que están cosidos. Si estamos haciendo un retrato del barrio, hay que hacer también un retrato laboral. Quería que esta película sucediera en el barrio en el que he nacido y donde viví hasta que me mudé a dos calles. Este barrio se construyó en los años 60 a toda prisa, porque vinieron miles de personas de Castilla-La Mancha y Andalucía a trabajar en el calzado, que vivió un boom industrial muy grande.