Italia, siglo XVII. Dos viajes y una figura: Velázquez. En agosto de 1629 el pintor sevillano, que llevaba sirviendo al rey Felipe IV más de un lustro, partía con el deseo de ampliar su formación artística -emulando a ilustres antecesores como Gaspar Becerra, Alonso Berruguete, entre otros- . En 1649 realiza su segunda travesía con el objetivo de comprar pinturas originales y estatuas antiguas, así como, contactar con artistas dispuestos a ir a España bajo la necesidad de decorar los nuevos apartamentos del Alcázar de Madrid.
La Real Academia de Bellas Artes reúne una selecta colección de obras que ilustran de diferentes maneras estos viajes bajo la exposición, 'Velázquez en Italia Entre Luigi Amidani y Juan de Córdoba'. Una muestra que incluye estudios específicos en los que se explican y documentan numerosos aspectos del ambiente que allí conoció, los personajes que trató y el entramado de negocios, permisos y favores que requería su misión.
Siguiendo a Velázquez por Italia
La exhibición parte de un concepto: presentar el espacio en relación a la estructura de la Academia. Desde esta premisa, no es de extrañar que pongan al público la rica colección de esculturas de yeso provenientes de Roma traídas por Velázquez salas antes de la importante colección de vaciados -la que Felipe de Castro había formado en Roma por orden de Fernando VI y la de Mengs-.
El conjunto de estatuas antiguas supervivientes del incendio del Alcázar las acompañan una serie de diez cuadros de pequeño formato atribuidos al pintor Luigi Amidani (1591-1629), procedentes del noviciado de los jesuitas de Sevilla, que representan los martirios de los apóstoles. Amidani fue el pintor de los Farnese en Parma y quién acompañó a Velázquez durante su primer viaje a Italia. El encuentro de los dos pintores debió ser decisivo para el traslado de Amidani a España, donde se ha localizado parte de su obra.
Sus cuadros de la serie del apostolado fueron muy apreciados, pero es ahora cuando se exponen por vez primera en relación con el viaje velazqueño. A su vez, gracias a las últimas investigaciones, se ha abierto una nueva línea de investigación sobre estos lienzos: de qué manera la violencia y el movimiento de los retratados de Amidani pudo influenciar a Goya, quién pudo mirar estos cuadros todos los días.
Por otro lado, la Academia expone la copia hecha por Velázquez de la Santa Cena de Tintoretto, que se conserva en San Rocco de Venecia. Este cuadro lo regaló el pintor al rey Felipe IV a su regreso de la primera travesía y estuvo en la zona privada de las dependencias reales del Alcázar de Madrid. Posteriormente pasó al palacio del Buen Retiro y durante los años de ocupación napoleónica fue uno de los cuadros seleccionados para el proyecto de un gran museo concebido por José Bonaparte en el palacio de Buenavista, que no se concluyó. De allí pasó a la Academia y desde entonces ha sido objeto de diferentes valoraciones por parte de los especialistas.
Segundo viaje
La capital pontificia era en esta época el centro de la diplomacia española: en la corte papal se jugaba el destino de la hegemonía de la corona ibérica en Italia. Sin embargo, muchas familias aristocráticas romanas vinculadas a España -por diversos intereses económicos, alianzas matrimoniales y concesiones de beneficios y honores eclesiásticos- se aseguraban su apoyo en las complejas cuestiones políticas del escenario romano en el que chocaban los intereses de España y Francia. Por ejemplo, familias como los Colonna o los Massimo contaban con una antigua tradición de lealtad a la monarquía española.
Sin Juan de Córdoba, la estancia romana de Velázquez no hubiera sido lo mismo
Por ello, no es de extrañar que, estos nobles recibieran al pintor sevillano abriéndole las puertas de sus palacios y permitiéndole realizar copias en bronce de las esculturas más famosas que guardaban en sus espléndidas villas fuera de la ciudad.
En estas circunstancias hay que prestar especial atención a Juan de Córdoba, personaje que resultó, según los últimos estudios, fundamental para el éxito de la misión de Velázquez en Italia. Fue el que, en realidad, desde la llegada del pintor, se encargó de toda la gestión del encargo real, ocupándose de todos los aspectos de su estancia, así como la gestión de todo lo relativo a la realización de las copias de las esculturas.
Fue el verdadero introductor del artista en el medio romano: le prestó su red social y le facilitó su entrada en los más altos niveles de la esfera pontificia, terminando por convertirse en su hombre de confianza. La estancia romana de Velázquez no hubiera sido lo mismo sin las habilidades de su influyente amigo y sus contactos.
'Velázquez en Italia. Entre Luigi Amidani y Juan de Córdoba' es una oportunidad de acercarse al legado y entramado de estos dos viajes clave en la vida del pintor de cámara de Felipe IV. Una pequeña muestra de un gran proyecto de estudio con las últimas investigaciones del artista. Comisariada por José María Luzón Nogué y abierta al público hasta este domingo 4 de septiembre de 2022 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.