Cultura

Las Ardenas, el último esfuerzo nazi en Europa

A finales de 1944 la situación parecía cada vez más desesperada para el Tercer Reich, por ello, lanzaron una última ofensiva que consumiría sus últimas fuerzas

  • El carro de combate 'Sherman' Cobra King

Es final de 1944. Quedan apenas seis meses para que acabe la guerra, y aunque los contendientes no lo saben, muchos empiezan a vaticinar el desenlace de esta sangrienta guerra. La Operación Bagratión, lanzada por el Ejército Rojo había dejado el frente oriental muy debilitado. En la otra punta de Europa, Francia ya había sido liberada y pronto Holanda y Bélgica lo estarían también. Y para colmo de Adolf Hitler, las tropas estadounidenses y de la Commonwealth ya se encontraban a las puertas de Alemania.

¿La solución en el frente occidental? Dejar atrás las estrategias defensivas y lanzar una ofensiva que rompiera las líneas aliadas que tan cerca se encontraban de la Patria. La Campaña de las Ardenas, también conocida como la Batalla de las Ardenas, fue uno de los momentos clave del frente occidental de la Segunda Guerra Mundial. Entre el 16 de diciembre de 1944 y el 25 de enero de 1945, el ejército nazi lanzó una ofensiva sorpresa en el corazón de Europa, tratando de revertir la marea de la guerra en el frente oeste. Esta batalla no solo fue una prueba de resistencia para las fuerzas aliadas, sino también una demostración de la desesperación de Hitler en sus últimos días como líder del Tercer Reich.

Las Ardenas fue la mayor y más sangrienta batalla librada por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y la tercera campaña más mortífera de la historia militar estadounidense. Fue una de las contiendas más importantes de la guerra, ya que marcó la última gran ofensiva del Eje en el frente occidental. Después de la victoria aliada, que bien costó a las fuerzas nortemericanas y de la Commonwealth, el ejército nazi sólo pudo, derrota tras derrota, retirarse durante el resto de la guerra.

Contexto: La guerra en su punto crítico

A finales de 1944, la situación en Europa parecía cada vez más desesperada para el Tercer Reich. Alemania estaba acumulando una serie de grandes derrotas por todos sus frentes. En el este, tras el fracaso de la invasión de la Unión Soviética y la feroz resistencia del Ejército Rojo, o la capitulación italiana un año antes. Mientras tanto, en el frente occidental, los Aliados -con las fuerzas de Estados Unidos, Reino Unido y Canadá al frente- avanzaban a paso firme desde el desembarco de Normandía en junio de 1944, liberando rápidamente el territorio francés. La caída de París y el avance hacia Alemania dejaban claro que la derrota del Tercer Reich era cuestión de tiempo.

Tropas alemanas avanzando entre vehículos aliados abandonados

La Wehrmacht perdía gradualmente territorio en pos de las fuerzas Aliadas, haciendo que el Tercer Reich dejara de ser lo que había conseguido hace cinco años y quedando cada vez más cercado en su núcleo, la propia Alemania. El fin de la guerra estaba cerca, las derrotas alemanas, y las consecuentes victorias aliadas, eran prueba suficiente para los altos mandos de ambos bandos del final de la contienda. 

Sin embargo, Hitler no estaba dispuesto a rendirse, ni mucho menos a dejar de luchar por la Patria. Por ello, junto a sus generales, en un intento desesperado por cambiar el curso de la guerra, ideó un audaz plan: una ofensiva sorpresa a través de las densas y boscosas Ardenas, una región montañosa situada en la frontera entre Bélgica y Luxemburgo. La idea era dividir a las fuerzas aliadas, cortar sus líneas de suministro y, con suerte, forzar una negociación de paz.

El Plan: Romper las líneas aliadas

El plan de Hitler, operación en clave: "Ofensiva de las Ardenas". La ofensiva tenía un objetivo claro: avanzar rápidamente hacia el puerto de Amberes, crucial para el abastecimiento de las fuerzas aliadas. Para ello, movilizó alrededor de 200,000 soldados alemanes, apoyados por miles de tanques y aviones, con la sorpresa como principal factor. Los aliados, que no esperaban un ataque en pleno invierno y en un terreno tan difícil, se encontraban desprevenidos.

Soldados de EEUU del 117 Regimiento de Infantería de Tennessee

La ofensiva debía llevarse a cabo en las Ardenas, tal como ocurrió en 1940, a petición del propio Hitler, pero varios altos mandos alemanes objetaron, pero, finalmente, la ofensiva fue planificada y ejecutada a gusto del 'Führer'. En 1940, las tropas alemanas habían atravesado las Ardenas en tres días antes de toparse con el enemigo, pero el plan de 1944 requería que el enfrentamiento se diera en el mismo bosque. Las fuerzas principales se desplazarían hacia el oeste hasta el río Mosa, para luego girar al noroeste en dirección a Amberes y Bruselas. El terreno accidentado de las Ardenas dificultaría los movimientos rápidos, aunque el área más abierta después del Mosa ofrecía la posibilidad de llegar a la costa con rapidez.

Con el control de ese puerto clave, los alemanes también conseguirían dividir las fuerzas aliadas, retrasando lo inevitable y dando tiempo al ejército nazi a reagruparse y aguntar el envite militar en ambos frentes, y, milagrosamente, cambiar, aunque fuera lo más mínimo, el desenlace de la guerra en beneficio de Alemania.

El 16 de diciembre de 1944, las fuerzas alemanas comenzaron a atacar con furia. La niebla, la nieve y las condiciones extremas del invierno ayudaron a ocultar los movimientos alemanes. Durante los primeros días de la ofensiva, los aliados fueron sorprendidos y perdieron terreno rápidamente. Las líneas aliadas se quebraron y las fuerzas estadounidenses en particular se vieron atrapadas en una defensa desesperada.

La resistencia: El espíritu de los aliados

La clave para la supervivencia de los aliados durante esta ofensiva fue la terca resistencia de las tropas, el coraje de sus comandantes y el eficaz uso de la logística aliada. Aunque al principio la ofensiva alemana fue exitosa, no pudo lograr su objetivo principal: dividir a las fuerzas aliadas y aislar a las tropas estadounidenses. Además de a unos soldados arengados para defendar su Patria con desesperación, las tropas aliadas debieron enfrentarse a un duro invierno y difíciles condiciones climatológicos, atascados en un bosque entre el que costaba maniobrar.

Vehículo blindado americano de reconocimiento M8 Greyhound

Uno de los momentos cruciales de la batalla fue la defensa de Bastogne, una pequeña ciudad belga que se convirtió en un símbolo de la resistencia aliada. Rodeados por las tropas alemanas, los soldados estadounidenses, bajo el mando del general Anthony McAuliffe, rechazaron una oferta de rendición alemana con la famosa respuesta "Nuts!" ("¡Castañas!"). A pesar de la presión extrema, las fuerzas aliadas, con refuerzos provenientes de otras unidades, lograron mantener la ciudad hasta que finalmente, a finales de diciembre, las líneas alemanas comenzaron a desmoronarse. En este momento se hizo famoso un carro de combate estadounidense 'Sherman' llamado Cobra King, primero en llegar a la localidad, algo de lo que su tripulación estuvo orgullosa y se aseguró de reflejar en el chasis de vehículo blindado, y que aguantó esas cargas alemanas que pretendían echarles.

Además, el clima jugó un papel importante. La ofensiva alemana dependía de una cobertura aérea para neutralizar la superioridad aérea de los aliados, pero la niebla y las nubes bajas impidieron que la Luftwaffe interfiriera de manera efectiva. Esto dio margen a los aliados permitiemdo que reorganizaran sus fuerzas y contrarrestaran los avances alemanes.

La contraofensiva: El fin de la ofensiva alemana

Aunque la sorpresa inicial fue un golpe fuerte para los aliados, pronto comenzaron a reagruparse y lanzar contraataques. La llegada de refuerzos, el agotamiento de las fuerzas alemanas y la imposibilidad de mantener una línea de suministro sólida condujeron a la desorganización en las filas de los nazis.

Carro de combate británico Sherman Firefly

A finales de enero de 1945, las tropas estadounidenses y de la CommonWealth aliadas habían retomado la iniciativa. Los alemanes, con sus recursos casi agotados y sus tropas mermadas, fueron empujados de vuelta a sus posiciones originales. La batalla concluyó con una victoria decisiva para los aliados, pero a un costo enorme. Se estima que más de 185,000 personas fueron bajas, entre muertos, heridos y desaparecidos, de ambos bandos.

El legado de la Batalla de las Ardenas

La Campaña de las Ardenas marcó el último gran esfuerzo ofensivo de la Alemania nazi en el frente occidental. A partir de ahí, la invasión de Alemania se aceleró, y las fuerzas aliadas avanzaron hacia Berlín, con la derrota total de la Alemania nazi en mayo de 1945.

La batalla también evidenció la fortaleza y la capacidad de resistencia de las tropas aliadas, especialmente las estadounidenses. A pesar de las adversidades, las fuerzas aliadas demostraron que la guerra estaba decididamente a su favor. Por otro lado, la derrota alemana dejó a Hitler cada vez más aislado, y contribuyó a la caída de su régimen.

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