Cuando todo parecía estar preparado para iniciar una gira que volviera a ponerle en primera página de las noticias musicales, un control rutinario descubrió que la arteria coronaria estaba bloqueada casi al 90%, lo que anticipaba un más que probable ataque al corazón. Hace unos días, Crosby se sometió a una cirugía cardiaca de la que aparentemente se recupera satisfactoriamente.
No es la primera vez que la salud de este viejo folk-rocker de 72 años le da un buen susto. Sus continuas adicciones a diferentes drogas durante muchos años le pusieron en más de una ocasión al borde de la muerte, e incluso tuvo que ser sometido a un trasplante de urgencia en 1995 tras serle diagnosticada una hepatitis C.
Pero todo este nuevo problema llega en un momento en que parecía que su carrera solista quedaba otra vez habilitada. Su nuevo disco, Croz, ha tenido una aceptable acogida crítica, y en él cuenta con colaboraciones de renombre, como las del guitarrista Mark Knopfler en What’s broken o el trompetista de jazz Wynton Marsalis en Holding on to nothing, entre otros. Croz es un disco maduro, nada rompedor en ningún aspecto, que se mece entre un pop-rock adulto, con resonancias a los viejos folk marca de la casa, acercamientos al jazz, siempre entre sonidos sosegados y medios tiempos. Pero que en cualquier caso, mejora muchas de las más pesimistas expectativas depositadas en la vuelta a la composición en solitario de este viejo luchador.
Parte de la historia del sonido Costa Oeste
Viejo porque su nombre aparece escrito en letras de oro en parte de la historia de la música americana, sobre todo aquélla que tiene como más relevante resultado la fusión de los tradicionales ritmos folk con la energía directa del rock y el pop. No en vano, David Crosby fue miembro fundador de los seminales The Byrds, a los que dejó posteriormente por desavenencias musicales y personales, principalmente con Roger McGuinn (también conocido como Jim McGuinn) y Chris Hillman. Posteriormente, se uniría a Stephen Stills y Graham Nash para formar uno de los tríos más renombrados de todos los tiempos, Crosby, Stills & Nash, convertido puntualmente en cuarteto con las incorporaciones de Neil Young, con quien Crosby mantuvo igualmente una tensa relación de amor/odio, pero que dio alguno de los discos más celebrados de las últimas décadas, como el histórico Dèjá Vu.
Su carrera como solista había sido discontinua y no siempre bien aceptada, pero ahora su vuelta deberá retrasarse, al menos en cuanto a sus presentaciones en directo, hasta una recuperación que es de esperar no tenga complicaciones.