Los Hermanos Cubero, Enrique y Roberto, son en estos momentos uno de los fenómenos más en boga en el mundo del folklore. Pero son recibidos con los brazos abiertos por los amantes de las raíces tanto ibéricas como americanas. Acaban de lanzar su segundo larga duración, Flor de canciones, después de su primer trabajo en 2010, Cordaineros de La Alcarria, y de un ya agotado EP el año pasado.
¿qué tiene de especial este dúo que parece sacado de la España profunda? Pues ni más ni menos que esa fusión que hacen entre sus orígenes alcarreños, su folk castellano profundo, y el que tiene su origen en el country y bluegrass americano. Una mandolina como sustituta de la dulzaina y una guitarra son suficientes instrumentos para su fusión, solapamiento o maridaje entre culturas tan alejadas pero al mismo tiempo tan unidas en su amor a la tierra. Ellos mismos han promovido esa comparación tan particular, ese cruce de caminos entre Bill Monroe, uno de los precursores del bluegrass durante la primera mitad del siglo pasado en Estados Unidos, y Agapito Marazuela, uno de los más importantes dulzaineros de la tradición castellana.
Folk castellano y el rock
Y el éxito de su apuesta queda claro en el recibimiento cosechado a ambos márgenes de tan sentimentales propuestas. Por un lado, han ganado en diferentes festivales folk hispanos, donde son recibidos como auténticos modernizadores de la tradición. Y por otro lado, han actuado en templos de la modernidad rock, y para la grabación de su nuevo disco han contado con colaboraciones de postín dentro de la cultura rock.
Ahí están Víctor Coyote, quien fuera líder de Los Coyotes, ya precursores en su momento de fusiones varias, o Mario Cobo, miembro de bandas de rock and roll originario de los 50, como los Nu Niles o Mambo Jambo, además de la violinista Holly Odell, violinista de Nashville, o de Lluis Gómez, de la Barcelona Bluegrass Band, tocando el banjo. ¿Estamos preparados para Los Hermanos Cubero? Los llenos en sus conciertos parecen aseverarlo.