Cultura

¿Son los músicos españoles alérgicos a los villancicos?

Mientras en el mundo anglosajón casi cualquier cantante célebre que se precie tiene un disco navideño, en España Raphael es casi una excepción

  • India Martínez y Raphael.

¿Qué tienen en común Celine Dion, Neil Diamond, Sufjan Stevens, Lynyrd Skynyrd, Rod Stewart, Laura Pausini, Bad Religión, Bob Dylan, Low, Annie Lennoux, Boney M, Donna Summer, Depeche Mode, Dolly Parton u Olivia Newton-John? Que todos ellos cuentan con, al menos, un disco dedicado a la Navidad. Y algunos de ellos, con varios en su haber; hasta cinco. Una situación muy diferente a la que se vive en la música popular española, que apenas ha prestado atención a este género. 

Y eso que nuestro país es cuna de una tradición cancionística propia, el villancico, que todavía es extraordinariamente popular aunque empieza a agostarse por falta de atención. Un tipo de composición donde la vibración humana, y la celebración de lo cotidiano, conviven con lo religioso con naturalidad y sin imposturas, proporcionando una materia prima valiosa para los intérpretes. Así lo ha entendido el mundo flamenco, donde abundan las versiones, especialmente de los cantaores más clásicos, si bien no los discos monográficos. Pero el pop español, y no digamos ya el rock, parece ajeno. Como si le diera alergia.

Los artistas citados al principio, en cambio, son apenas una pequeña muestra del interés que la industria musical anglosajona ha mostrado por estas canciones desde que Irving Berlin lograra un éxito inusitado en 1942 con su "Blanca Navidad". A partir de ese momento no ha faltado crooner o artista de prestigio que no se acercara a este género con el debido respeto y entusiasmo. Si nos remontamos en el tiempo encontraremos referencias clásicas de Elvis Presley, Bing Crosby, Frank Sinatra, Ella Fitzgerald, Tony Bennett, Mahalia Jackson, Nat King Cole… Y a partir de ahí podríamos continuar en una lista interminable, que no deja de actualizarse y renovarse, y que incluiría también a Mariah Carey, Kylie Minogue, Barbra Streisand, Sheryl Crow, James Brown, Petula Clark o Johnny Cash. Un vistazo rápido a una célebre tienda online nos muestra más de un centenar de referencias diferentes disponibles en formato físico.

El villancico es un tipo de composición donde la vibración humana, y la celebración de lo cotidiano, conviven con lo religioso con naturalidad y sin imposturas

Este mismo año, sin ir más lejos, se han presentado no menos de una decena de nuevas grabaciones. Gloria Estefan lanza Estefan family Christmas, su segundo disco navideño. También repiten Sarah Connor, con Christmas in my heart, y Andrea Bocelli (A family Christmas). Pero se estrenan los Backstreet Boys, Chris Isaak y Joss Stone. Y otros veteranos recopilan lo mejor de su repertorio navideño, como Neil Diamond, que agrupa cuatro discos previos en Neil Diamond Christmas, o Reba McEntire, que refunde sus tres trabajos anteriores en The ultimate Christmas Collection. Por no hablar de la oportunidad que la fiebre del vinilo propicia para recuperar en condiciones de provechoso rendimiento económico clásicos que parecían ya amortizados, como el Ella wishes you a swinging Christmas, de Ella Fitzgerald, o el disco emblemático de Bing Crosby, White Christmas, tema que le proyectaría a la fama y que incluso generaría su propia película, con Crosby de protagonista, rodada por el siempre eficaz Michael Curtiz, artífice de Casablanca.

Del brevísimo muestrario citado se deduce que el melómano no debe esperar originalidad en los títulos de estos discos. Abundan las repeticiones y es obligado que aparezca la palabra Navidad (Christmas). Cuando un artista se anima a grabar este repertorio quiere que el público lo tenga claro y no se plantea especular con títulos alegóricos o poéticos. Lo que podría ser indicativo de hasta qué punto en el mercado anglosajón existe un mercado propio para este tipo de discos, con un público que es doble: por un lado, el de cada artista, y por otro, el del aficionado al género. 

La vigorosa pujanza de la oferta musical navideña parece incluso haberse reforzado en los últimos años, y no hay que descartar que pueda haber influido el impacto de la epidemia del Covid, que quizás ha colocado a muchos espíritus en un estado más receptivo a los valores de esta música: amabilidad, esperanza, alegría… Sólo con mirar a los dos años anteriores (2020 y 2021), nos encontramos discos de Kate Perry, Norah Jones, Andrea Corr, Amanda Shires, Lucinda Williams, o Jamie Cullum, por citar únicamente algunos de los músicos más relevantes y conocidos, representativos además de estilos muy distintos (pop, rock, jazz, melódica…) Un panorama muy diferente al de la música popular española, donde estos discos son cada vez más una excepción. 

Especiales navideños de Raphael

Estamos tan acostumbrados a los especiales de Navidad de Raphael que quizás piense el lector que el artista de Linares ha de tener toda una serie de trabajos dedicados al tema, pero no es así. El mítico "El tamborilero" fue grabado en 1965 y formaba parte de un EP de sólo cuatro temas Raphael canta a la Navidad, que no tendría continuación hasta que en 2004 grabó, por primera vez, un ‘larga duración’ dedicado íntegramente a este repertorio: Raphael vuelve por Navidad. Por entonces, el artista reconocía en una entrevista a José Ramón Pardo, estudioso en música española y responsable de la editorial musical ‘Ramalama’, lo difícil que era afrontar un trabajo de este tipo, sobre todo por la ausencia de un repertorio castellano de nueva creación. En ese trabajo, Raphael optó por combinar los villancicos tradicionales con versiones en español del repertorio anglosajón, al que, por cierto, pertenece "El tamborilero", incluyendo una adaptación del villancico de John Lennon.

Pardo apunta a Vozpopuli varias razones para el desinterés de la industria española por el género: “No hay costumbre; las compañías no trabajan ese género y no se lo propusieron a los artistas cuando tenían esa capacidad de influir, que ya no tienen tanto ahora; y los intérpretes tampoco mostraron interés. Quizás tampoco haya suficiente público, aunque eso no lo sabremos hasta que haya una oferta adecuada”, explica el estudioso.

“Tampoco se han logrado en España con este repertorio pelotazos como el que supuso Blanca Navidad o Rodolfo, el reno de la nariz colorada, que popularizara en 1949 el vaquero cantante Gene Autry, y que vendió 6 millones de discos”, añade, aunque quizás pueda colocarse en esta categoría el éxito de "El tamborilero". Estos impactos comerciales animan, desde luego. Pero quizás estas claves industriales no sean la única causa.

Al folclorista afincado en Valladolid Joaquín Díaz le cabe el honor de ser el músico español que más discos ha dedicado a la Navidad: cinco monográficos -hoy difícilmente accesibles salvo alguno en streaming- a los que habría que añadir otros dedicados a las pastoradas y otras tradiciones muy ligadas a esta fiesta.  Díaz cree que puede haber otras causas más de fondo que expliquen el desinterés. “Durante mucho tiempo ha habido una vergüenza de relacionarse con las tradiciones, y mucho más si eran religiosas. Yo no he tenido nunca este reparo”, explica. “Y es un gran error porque la tradición es un pozo muy valioso”. 

No obstante, cree que esto está cambiando y que cada vez son más los músicos jóvenes “que buscan en la tradición y que están dispuestos a construir sobre ella, elaborándola a su manera”. Pero, por ahora, ese retorno a las raíces no ha alcanzado a los villancicos. Y, sin embargo, algunos ejemplos aislados sí hay en nuestra tradición musical de aproximaciones al género: ahí están los casos del Dúo Dinámico ("Sonríe"), Luis Aguilé ("Ven a mi casa esta Navidad"), o María Dolores Pradera ("Una pandereta suena"). O incluso, desde una perspectiva moderadamente irónica, la "Canción de Navidad" que grabaron Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina para su disco conjunto La orquesta del Titanic. O la versión del clásico "Noche de paz", a cargo de Alejandro Sanz. 

Tampoco un jovencísimo Víctor Manuel le hizo ascos al género. En 1969 grabó un single con dos temas, "En el portalin de piedra" y "Ya se escuchan las panderetas", que luego incluiría en su primer disco Víctor Manuel y su tierra (1970), célebre por su tema "El abuelo Víctor", pero donde, además de los dos villancicos citados, pueden encontrarse otros temas que hoy quizás sorprendan como "La romería" o "Un cura de aldea". Con "El portalin" llegó incluso a ganar un concurso de la época.

Y, sin embargo, pese al abandono de la industria, el aprecio popular por estas composiciones sigue muy vivo, aunque no tanto como podría estarlo si tuviera un poco más de presencia en los medios y las televisiones. “En Andalucía existía una tradición muy potente que aún se conserva. Las cofradías recorren la calle el día de las ánimas recogiendo aguinaldos a cambio de villancicos”, explica Joaquín Díaz. Guarda cierto parecido con el modo como se celebra la fiesta de difuntos en Estados Unidos. Esta tradición existía en España desde mucho antes de que supiéramos qué era Halloween. Joaquín Díaz está convencido de que el público y la afición existen, “aunque a menudo el escaparate nos confunde” y allí los villancicos están ausentes. No aparecen ya ni en los especiales de Navidad, casi siempre desligados de cualquier referencia a nuestra tradición. 

En España el género navideño ha sido defendido casi siempre por artistas ligados al mundo de la tradición o de la raíz. No por casualidad nuestras principales estrellas de la ópera (Plácido Domingo, Montserrat Caballé y José Carreras) lo han cultivado con generosidad. Y también interesa a cantantes de otras generaciones, como la soprano Isabel Rey, que le dedicó un disco hace unos años. Por no hablar de la Fiesta navideña de la Orquesta y coro de RTVE, uno de los mejores acercamientos recientes a este repertorio, memorable por su excepcionalidad. 

Pero hay que remontarse hasta la Marisol de antes de ser Pepa Flores, a Rocío Jurado y, sobre todo, a Manolo Escobar, uno de los que más se ha prodigado en el género, para encontrar las principales referencias españolas de la música navideña. Lo que quizás nos aporta otra clave del prejuicio contra esta música: su identificación con la cultura que se popularizó durante el franquismo. Al villancico le ha pasado como a la copla, pero le han faltado un par de Carlos Cano dispuestos a renovar el género desde el respeto. En el mundo flamenco sí se ha hecho -y ahí están las grabaciones Lola Flores, Manolo Caracol, Rafael Farina, Niña de la Puebla, Antonio Mairena, Marifé de Triana, La Paquera de Jerez o Juanita Reina, entre los clásicos. Pero también los más modernos José Mercé, Enrique Morente, Estrella Morente o Niña Pastori se han acercado con cariño al género, aunque en todos los casos sólo con temas aislados.

Excepcional sería el caso del violinista armenio-libanés Ara Malikian, afincado en España desde hace años, y que en 2011 grabó Christmas Mood, con repertorio navideño íntegramente anglosajón. Hoy es un disco sólo accesible en streaming.

No conviene olvidar que la música moderna española bebe en gran medida de la bohemia, y de su rechazo de las convenciones y de la raíz propia, en busca de un cosmopolitismo musical que busca inspiración en lo anglosajón y, a veces, en lo francés.  También bebe del rechazo a los componentes más sentimentales de la música, explícitamente presentes en lo navideño. Pero quizás a nuestros artistas les falte arrojo, o simplemente interés, porque ejemplos hay para aburrir de que esta música puede reinterpretarse de muy distintos modos. En el mundo hispano, tanto la cubana Celia Cruz como el dominicano Johnny Ventura han acreditado sobradamente que lo navideño puede revisarse desde el ritmo y lo más festivo. En el caso de Ventura su "Salsa pa tu lechón" es el ejemplo perfecto de villancico que no lo parece y que podría inspirar a nuestros artistas más reticentes. Pero en el mundo anglosajón ejemplos de relecturas hay para aburrir y ahí están gente como Annie Lennoux, Manhattan Transfer, John Legend, Ray Charles, Julia Stone, Lucinda Williams y otros muchos más para acreditarlo. ¿Llegará el día en que la música española se reconciliará con la Navidad? Y ese día ¿quedará público interesado al otro lado? El futuro se escribe ahora.

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