Los balcones y las calles de Toledo ya están engalanadas para que el próximo jueves 30 de mayo se cumpla el refranero español: “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Ese día se celebra una de las fiestas con más arraigo de la ciudad imperial y de toda España.
Esta fiesta nació en el seno de la Iglesia Católica para paliar la carencia de devoción eucarística que hubo durante gran parte de la Edad Media. Es decir, vio la luz por las serias dudas sobre la presencia real de Jesucristo en el pan consagrado por el sacerdote en la misa. Ante esta falta de devoción, unos pocos tomaron la decisión de ser coherentes con sus creencias y transmitieron lo mismo que ellos vivían.
Todo comenzó con el movimiento eucarístico de la Abadía de Monte Cornillón. Allí, para fomentar la devoción de Jesús sacramentado, se pusieron en marcha unas cuantas normas de piedad eucarística para aumentar el cariño a Dios, como la Exposición Eucarística, tocar las campanillas en la consagración dentro de la Misa o la fiesta del Corpus Christi.
Pero veamos como sucedieron los hechos. Santa Juliana nació en Retines cerca de Lieja, Bélgica en 1193. Se quedó sin padres muy pronto, y fue adoptada y educada por las monjas Agustinas en Monte Cornillon. Vivió con ellas hasta que decidió hacerse una más. Con el tiempo llegó a ser su priora. Era una mujer muy piadosa y amante de Jesús en la Eucaristía. Un día tuvo una visión de la Iglesia, en la que aparecía la luna llena con una mancha negra. Ella, y muchos católicos después, interpretaron que esta imagen representaba la ausencia de la Fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, dentro del calendario de fiestas litúrgicas. Por eso animó a celebrar esta fiesta en el año 1208 dentro del convento. Tuvo una buena acogida y se convirtió en una tradición, que en 1247 saltó más allá de los muros de este lugar y se celebró esta fiesta en toda diócesis de Lieja (Bélgica).
Unos años más tarde, en 1263, tuvo lugar el hecho milagroso de la Hostia consagrada que comenzó a sangrar, en el momento en el que un sacerdote tuvo dudas de fe, sobre la presencia real de Jesucristo en el pan, mientras celebraba la misa en la ciudad de Bolsena (Italia). Este hecho llevó al Papa Urbano IV a instituir la festividad del Corpus Christi en toda la Iglesia en 1264, fijándose para el jueves después de la octava de Pentecostés. Con motivo de esta fiesta el Papa solicitó a Santo Tomás de Aquino que compusiera un himno eucarístico y así creó el famoso “Adoro te devote”, uno de los cinco himnos que escribió.
Piedras preciosas de Colón
En España esta devoción está muy extendida desde hace siglos, los balcones de las ciudades se ornamentan, y sus calles se alfombran con serrín de colores y pétalos de rosas. El Santísimo Sacramento sale de “paseo” entre las personas que han ido a acompañarle y a adorarle, dentro de una procesión de varias personas, presidida por el sacerdote que va con una capa pluvial para engalanarse para la situación, a la vez que lleva un paño de hombros para sostener la custodia. Este ornamento metálico en forma de sol, sirve para exponer el cuerpo de Cristo, a través de un círculo central acristalado. A su vez va protegido por un palio sostenidos por varios varales metálicos, llevados por varios monaguillos, que hacen que la estructura sea como una casa “casa portátil” o “tienda de campaña móvil”, para que esté arropado por el cariño externo e interno de los fieles asistentes. Además suelen acompañar a la procesión otros monaguillos que llevan velas, una cruz e incensarios.
Una de las custodias más majestuosas y valiosas, que contiene piedras preciosas traídas por Colón de América y que fue encargada por el cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo y primado de España, es la de Toledo.
Y es Toledo, sin duda alguna, la ciudad con mayor tradición en esta fiesta, que se celebra desde el año 1340. La grandiosa devoción se debe en gran parte a que esta ciudad fue, durante mucho tiempo, capital del imperio español y a que es la diócesis de Toledo primada de España. Es decir, es la que ejerce el papel de ser la diócesis que está por encima de las otras, con un arzobispo primado al frente desde el siglo VII. Fue establecida como diócesis en el siglo I según la tradición.
Actualmente esta festividad se celebra en domingo en casi todos las ciudades de España, pero, como hemos dicho, antes se celebraba en jueves. De ahí viene el refrán de “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Sin embargo, desde 2010, Toledo ha recuperado su fiesta en jueves con diferentes actos a lo largo de la semana.
Debido a la gran importancia del Corpus, los ocho días posteriores a su celebración, se realizan ocho bendiciones exponiendo el Santísimo en las iglesias. En todo caso es una fiesta que tiene como finalidad aumentar el cariño a Jesús sacramentado a los católicos, pero puede ser entendida por todos los españoles, ya que desde hace siglos es parte de nuestra cultura.
ArchieEnVozpopuli
Algo más: OJO a las próximas Elecciones Europeas: Nadie con un ápice de Humanidad puede votar a partidos mata$niños: el aborto consiste en producir la muerte de un ser humano vivo y viable, al que se mata -mejor, ase$sina- porque a quien lo engendró le perjudica o simplemente le molesta. En nuestra sociedad avanzada, hay muchas alternativas al ase$sinato del niño, pero no son modernas ni progresistas, ¿verdad Sr. Freijoy? Que no os engañen: No al aborto.
M-V-P
Nada que objetar al relato sobre el nacimiento de la festividad del Corpus. Pero hablar solo del Corpus de Toledo no es muy acertado. Cabe recordar que Granada y Sevilla siempre lo celebraron el jueves y en el caso de Granada celebra sus fiestas en estos días.
ArchieEnVozpopuli
Cierto que hay una mundanización en gran parte de esta sociedad nuestra, en la que "todo vale" para conseguir los objetivos marcados, que no parecen otros que el dinero y el placer. Pero no toda nuestra sociedad es así, afortunadamente. Respecto al la Festividad del Corpus, esencialmente ligada al Misterio de la Eucaristía -presencia REAL de Jesucristo en el pan y el vino consagrados- todos los creyentes católicos la tenemos profundamente grabada en nuestro ser.