Tal verano como hoy, hace treinta años, los británicos Primal Scream estaban a punto de publicar Screamadelica (1991), una explosiva mezcla de rock, house, dub, piscodelia y alegría pastillera del Manchester de las ‘raves’ (aquellas fiestas ilegales multitudinarias que salvaron el ocio de la clase obrera británica). Algún lector de este texto seguramente haya protestado mentalmente por el titular, pero realmente Bobby Gillespie -su cantante- era la cima del ‘cool’, amigo íntimo de Kate Moss, así como de Irvine Welsh -autor del pepinazo Trainspotting- y del Rey Midas Alan McGee, futuro descubridor de Oasis. Es fácil ser molón a los treinta y algo, no tanto a los cincuenta y muchos, aunque él lo siga intentando con una autobiografía y el disco de baladas Utopian Ashes (Silverstone, 2021), grabadas junto a Jehnny Beth de Savages (y con Primal Scream como músicos de sesión).
Como repite en las entrevistas promocionales, el principal motivo de inspiración de las letras son los problemas de los seres humanos para comunicar sus emociones. Así lo explica Gillespie en el mensual británico Uncut de este mes: “Cuando participaba en sesiones de Narcóticos Anónimos, noté que la gente intentaba explicar sus experiencias no sabía como hacerlo, por eso recurrían a frases hechas que habían escuchado a otra gente para expresar sus adicciones. En las sesiones había todo tipo de gente: críticos gastronómicos del Sunday Times, limpiadores de retretes, ejecutivos de la City y todo el abanico humano entre unos y otros. Compartían las dificultades para articular sus sentimientos y no era muy sorprendente que sus relaciones personales fracasasen, más allá del abuso de las drogas y el alcohol”, lamentaba.
Verbena Primal Scream
Aunque pueda parecerlo, Utopian ashes no es un disco de rehabilitación tóxica, sino de conversación sentimental. De ahí que escogiese el formato duetos con Jean Hindley de Savages. Gillespie, gourmet máximo del rock, dice llevar ya doce años limpio. Para este trabajo tomó como inspiración otros discos de duetos de gigantes de la música popular anglosajona como The Everly Brothers, Gram Parson y Emmylou Harris, Waylon Jennings y Jessi Colter y George Jones con Tammy Wynette. Por supuesto, no llega tan alto, aunque el nivel medio es muy digno, como de un Nick Cave stoniano dando réplica a una vocalista hípster y fashion. Destacan piezas como “Living a lie”, “You can trust me now” y “Your heart will always be broken”, pero eso ya va en gustos, recuerdos y parafilias personales de cada oyente (en opinión de este cronista de Vozpópuli).
En aquella época nadie sabíamos lo que estábaos haciendo, quizá Oasis porque tenía un mánager disciplinado
Por supuesto, Primal Scream siempre tuvieron detractores. Recuerdo por ejemplo a Colin Newman, músico de culto con la banda postpunk Wire, despotricando sobre ellos cuando le entrevisté en 2004 por su proyecto electrónico Githead: los consideraba un grupo sin personalidad, que cambiaban su sonido al son de las modas de las revistas de tendencias, como haría un departamento de marketing para vender sus productos. La argumentación es razonable, pero también poco eficiente contra un grupo capaz de montar una gozosa verbena rockera en el escenario grande de cualquier festival, ya fuese tirando de bases electrónicas, psicodélicas o de rock acelerado y paranoico, con himnos traducibles como “Mata a todos los hippies”, “Ojos de esvástica” y -simplemente- “Pastillas”. En veinte años nadie parecía aburrido de verlos en Benicàssim, Primavera Sound o donde se terciara.
Ahora Gillespie es padre y , como a todos los rockeros de su edad, se le empiezan a morir los amigos. En tiempos recientes, ocurrió con su talentoso productor Andrew Weatherall, con su afilado guitarrista Robert Young y con al poderosa vocalista de Screamadalica y alrededores, Denise Johnson. También ha pasado por la experiencia de verse en la pantalla en Creation Stories (2021) el reciente biopic sobre Alan McGee. “Lo he visto un par de veces. Al principio, es raro verte interpretado por un actor. Me sorprendía pensando ‘Oh, yo nunca hubiese llevado esa chaqueta’. La segunda vez comprendí que la cinta era más bien una comedia. Me gustó que Irvine Welsh (adaptador de la biografía) ha comprendido que McGee es tipo inocente y entusiasta. Ese es el motivo de que resultase atractivo para tanta gente. No era como tantos ejecutivos discográficos de carácter más bien cínico. Era un buen tipo. Se ve que iba diciendo las cosas sobre la marcha y eso resultaba muy divertido. En esa época, nadie sabía lo que estaba haciendo. Ni nosotros, ni McGee, ni Kevin Shields de My Bloody Valentine. Quizá lo sabían Oasis, ya que su manager era más disciplinado. Ni nosotros ni My Bloody Valentine teníamos manager”, confiesa la periodista Michael Bonner.