Es el premio más importante de la lengua española. El primero en recibirlo fue el poeta del Generación del 27 Jorge Guillén. Ocurrió en 1976, hace ya 40 años. La muerte de Franco aun no disipaba sus efectos decisivos sobre una sociedad que se ponía en marcha para construir la transición a la democracia. Todo parecía ser prometedor; invitaba a la construcción. Desde entonces, 40 escritores han sido distinguidos con un galardón que tiene como principal objetivo reconocer a un autor en función del conjunto de una obra que supone decisiva para el legado literario hispánico.
El palmarés ha quedado democráticamente repartido a ambos lados del Atlántico: 20 escritores españoles y otros 20 hispanoamericanos. La simetría se estropea al cambiar de coordenada al constatar que de esos cuarenta, 36 son hombres y apenas 4 son mujeres. La primera en recibirlo fue María Zambrano, en 1988; le siguió la cubana Dulce María Loynaz, en 1992; Ana María Matute, en 2010 y Elena Poniatowska, en 2013.
Una ausencia que llama poderosamente la atención y sin duda desconcierta es la del más grande escritor en castellano de la segunda mitad del siglo XX: el colombiano Gabriel García Márquez. Así es: el Gabo no figura en la lista de los premiados. ¿Por qué? García Márquez se negó a aceptarlo en dos ocasiones. La primera en 1994 –fecha en que se concedieron el premio a Mario Vargas Llosa-, y luego en 1997. Acaso por modestia o justamente por lo contrario, el autor de Cien años de soledad comunicó su decisión por escrito a los miembros del jurado: "Pienso que una vez que un escritor recibe el Nobel, debe dejar el camino abierto a los más jóvenes para que consigan otros premios", dijo el colombiano exactamente 12 años después de recibir el Nobel de Literatura. Sin duda, la impuntualidad parecía intencionada.
En 1997, García Márquez se vio obligado a repetir argumentos, también por escrito. En una carta señaló: "Cuando me concedieron el Premio Nobel de Literatura, en 1982, recibí incontables ofertas de otros premios, así como de condecoraciones oficiales y doctorados honoris causa. Abrumado por tantas distinciones, y ante la imposibilidad material de decirles que sí a todos, tomé la determinación desesperada de decirles a todos que no, para estar seguro de no desairar a ninguno. Le ruego de todo corazón tomar en cuenta este precedente, ante la postulación de mi nombre para el Premio Cervantes, tan amablemente acordada por la Academia Española de la Lengua".
El entonces director de la Academia, Fernando Lázaro Carreter, comentó que era una "decisión respetable". El Nobel estaba en todo su derecho. "La Academia cumplió con el deber de presentarle y García Márquez ha cumplido su deber moral de rechazar cualquier premio tras haber obtenido el Nobel", dijo. A los pocos días, el novelista colombiano explicó con una escueta frase su decisión: "Yo no merezco que, después de todo lo que he hecho, me pongan en el brete de tener que rechazar este premio", dijo Carreter.
Tenía el mayor de los premios que puede ansiar un autor y sin embargo, una espina le emponzoñaba el humor. Hablamos del Nobel, que le fue concedido en 1989. A pesar de eso, Cela albergaba un resentimiento manifiesto contra la España que le había negado el premio C,ervantes. En 1994, cuando ganó el Planeta con La cruz de San Andrés, dijo que el Cervantes era 'un premio cubierto de mierda'. Se lo dieron en 1995. Al año siguiente, en la ceremonia de entrega celebrada el 23 de abril en Alcalá de Henares, ninguno de los autores premiados en ediciones anteriores se presentó.
El Premio Cervantes no puede ser dividido, declarado desierto o ser concedido a título póstumo, según las normas que se establecieron después de que en la edición de 1979 el jurado acordara conceder el premio al español Gerardo Diego y al argentino Jorge Luis Borges. Según la dinámica establecida, los candidatos son propuestos por el pleno de la Real Academia Española, por las Academias de la Lengua de los países de habla hispana y por los ganadores de ediciones anteriores. El premio, que está dotado con 125.000 euros, se entrega en un solemne acto, presidido por los Reyes de España, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares el 23 de abril, Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor,fecha en que se conmemora el fallecimiento de Miguel de Cervantes.