El pasado martes, la legendaria revista estadounidense Rolling Stone colocó a Rosalía en portada. Inmediatamente, como impulsados por un resorte, decenas de medios hispanohablantes vendieron la decisión como un triunfo del pop en nuestro idioma. En parte tienen razón, pero cuando se examina con detenimiento estamos ante el mapa de una derrota cultural (o varias). Para empezar, queda clara la desinformación de nuestro gremio: muchas cabeceras -lo pueden comprobar en Google- subtitularon que era la primera artista femenina de habla hispana que ocupaba una portada de la publicación, cuando fue Shakira quien rompió esa barrera hace un par de décadas (por desgracia, las revistas musicales nunca la consideraron como una artista 'auténtica', signifique esto lo que signifique). Mete la pata hasta La Vanguardia, diario de la última ciudad de residencia de la diva pop colombiana.
En segundo lugar: no se trata de un reportaje musical, ya que la mayoría del texto habla de Rosalía como celebridad. El grueso del artículo trata sobre su relación con Rauw Alejandro, sobre acompañarla a la playa y ver como se moja los pies con sus Crocs de Balenciaga y sobre la incomodidad de las fotos con móvil que hacen los fans al final de los conciertos, cuando la artista⁹ luce ya sudada. Como Estados Unidos vive tiempos woke, también se aborda el debate de la apropiación cultural, que Rosalía responde de forma brillante diciendo que ella hace todo lo posible para dar a conocer -por ejemplo- a los artistas de bachata en los que se inspira (la playlist del género que compartió tras publicar el sencillo “La fama” es la mejor prueba). Resulta alucinante que Rolling Stone pregunte a Rosalía de aprovecharse de la bachata cuando la publicación cubre las canciones bachateras de Rosalía pero nunca a los artistas dominicanos que cultivan este género de manera cotidiana.
La mayor derrota que expone este artículo es bien visible: mientras una joven generación de artistas que apuestan por el español ha conquistado el corazón del planeta pop, seguimos sin medios de comunicación hispanos capaces de cubrir sus trayectorias y servir a los oyentes para separar el grano de la paja. No existe una publicación en castellano equivalente a la Rolling Stone de los setenta, una cadena de televisión comparable a la MTV de los noventa ni una web con el impacto del Vice de los dosmiles. También carecemos, y quizá esto es lo más grave, de una RTVE lo suficientemente ambiciosa como para llevar el pulso del relato cultural hispanohablante con corresponsalías solventes en cada gran capital de América Latina (al estilo de lo que hizo la BBC con los países del Commonwealth).
Rosalía y los gringos
La generación de músicos que más ha hecho por difundir globalmente nuestro idioma no dispone de una estructura mínima de apoyo a su trabajo, por lo que seguimos dependiendo de medios anglosajones decadentes como Rolling Stone. Más grotesco todavía es que la periodista que firma el texto (Cat Cárdenas) venda a Rosalía apoyándose exclusivamente en el testimonio de artistas anglosajones, que le dan una especie de sello de aprobación frente a sus lectores. “David Byrne, quizá viendo una rareza similar a la suya en el eclecticismo de la catalana, creó una lista de reproducción inspirada en uno de los conciertos de Rosalía en el Radio City de Nueva York”, anuncia como si fuera un logro artístico reseñable.
Falta un empresariado a la altura de estos jóvenes artistas que han conquistado el planeta, una de las mejores generaciones de nuestra música popular
Luego continúa: “Lorde hizo una versión de su lujuriosa balada ‘Hentai’ en un concierto que también se celebró en la Gran Manzana. Cardi B —quien, junto con Megan Thee Stallion, contó con Rosalía para un cameo en el videoclip de ‘WAP’— habló maravillas de la canción en Twitter (‘esto está que ardeeee’, les dijo a sus veintidós millones de seguidores). Las grandes alabanzas del sector llegaron hace poco: Motomami obtuvo dos nominaciones a los Grammy y ganó el premio a álbum del año de los Grammy Latinos del pasado noviembre, una cristalización del lugar de Rosalía como la fascinante reina del pop global, además de como provocadora desinhibida que toma referencias tanto de lo más kitsch a las tradiciones sacrosantas sin miedo a las consecuencias”, destaca la revista.
La triste realidad es que seguimos huérfanos de medios de comunicación que fijen nuestras narrativas culturales y nos faltan también premios de prestigio organizados en nuestros países. Empiezan a aparecer festivales (Boombastic, Reggaeton Beach Festival...) donde los jóvenes músicos que cantan en nuestro idioma son protagonistas, pero las secciones de Cultura siguen atendiendo más a cualquier cosa dominada por grupos anglosajones, sea Mad Cool, Sónar o Primavera Sound. Nuestros artistas veinteañeros y treintañeros ya han hecho su trabajo, podemos decir que lo han bordado, pero por desgracia gran parte del dinero que generan se lo llevan plataformas extranjeras que funcionan con el idioma inglés como Youtube, Spotify y TikTok. Nos falta un empresariado mediático y digital a la altura de estos jóvenes artistas, una de las mejores generaciones de nuestra música popular. ¿Hay alguien siquiera que lo esté intentando?