La suya es la película más extrema de los premios Oscar que se entregan el próximo 13 de marzo, aunque decir extrema quizás es una exageración, teniendo en cuenta el historial del director. Ruben Östlund (Gotemburgo, Suecia, 1974) es uno de los pocos cineastas que ha conseguido ganar la apreciada Palma de Oro del Festival de Cannes en dos ocasiones. La primera vez se alzó con el galardón en 2017 con The Square, una comedia ambientada en el mundo del arte que hinca el diente en las contradicciones del ser humano. La segunda tuvo lugar hace casi un año con la tragicomedia El triángulo de la tristeza, una fábula moral a bordo de un yate exclusivo para ricos.
Al igual que ocurrió con la coreana Parásitos -Palma de Oro en Cannes en 2019 y cuatro premios Oscar, entre ellos los de mejor película y mejor director-, Ruben Östlund salta de la Riviera Francesa a la costa oeste americana con un relato similar que compite en las categorías más importantes y que podría hacerse con las estatuillas a la mejor película, la mejor dirección y el mejor guion original.
La fantasía que propone se repite en los últimos tiempos en algunas producciones cinematográficas y televisivas, en las salas de cine y en las plataformas: acabar con el millonario, con el privilegiado, tomar el poder, colocarse en su lugar y ver qué ocurre. Nuevo orden, del mexicano Michel Franco, podría ser el ejemplo más preciso, con la moraleja más agridulce y más criticada, pero las recientes The White Lotus (serie de HBO) o El menú (película) también se inspiran en esta idea.
En la embarcación de lujo que presenta El triángulo de la tristeza, valorada en 250 millones de dólares, viajan, entre otros, una pareja formada por dos modelos, uno de ellos, una influencer a la que han invitado a sumarse a un trayecto idílico lleno de atenciones, de caviar, del champán más caro y cualquier otro ejemplo de la abundancia y la ostentación más obscena. Si pudieran comer y beber diamantes, lo harían. Junto a estos jóvenes viajan también en el bote varios empresarios adinerados, capaces de hacerse con todo lo que ven y lo que no ven con una simple transacción económica.
En el guion, cuando todos están vomitando sin parar, tenía una nota escrita que decía: "Llegará un momento en el que el público querrá que dejen de sufrir, en que sentirá empatía a pesar de que sean ricos"Ruben Östlund
De repente, la fuerza de la naturaleza, esa que según parece es la única capaz de alterar el ritmo de las cosas en estos tiempos, hace de las suyas y entonces reina el caos. El vómito y las heces estallan, inundan el barco y los privilegios encallan en algún lugar paradisiaco, antes o después de que el espectador haya tenido la oportunidad de empatizar con los protagonistas. "En el guion, cuando todos están vomitando sin parar, tenía una nota escrita que decía: "Llegará un momento en el que el público querrá que dejen de sufrir, en que sentirá empatía a pesar de que sean ricos", ha señalado Ruben Östlund durante una entrevista por videoconferencia concedida a Vozpópuli desde Mallorca, donde reside.
"Es verdad que miramos de distinta manera dependiendo de la clase social, y no tratamos igual a los ricos que a los pobres, y que esa empatía cambia dependiendo de la clase social. Es gracioso que eso pasa en el cine, pero desde la perspectiva de la sociología ocurre al revés. De alguna forma, cuando abordo estas películas y la manera en la que lo hago, hablo de nosotros mismos, que no somos los más ricos pero estamos entre ellos. Es gracioso como siendo privilegiados en el mundo en el que vivimos nos gusta castigarnos y fustigarnos y luego seguir con nuestra vida como si nada hubiese pasado", cuenta el cineasta.
El director sueco hace suyo el mensaje de "tax the rich" pero en lugar de invadir la alfombra roja con mensajes grabados en su atuendo, utiliza el canal oficial para colar hasta el final su visión de los privilegiados
El director sueco hace suyo el mensaje de "tax the rich" pero en lugar de invadir la alfombra roja con mensajes grabados en su atuendo, utiliza el canal oficial para colar hasta el final su visión de los privilegiados, hasta conseguir la Palma de Oro y ahora llegar hasta el corazón de Hollywood. En palabras del capitán del barco, un borracho marxista a quien da vida Woody Harrelson, los ricos no pagan impuestos pero lavan su conciencia con obras benéficas y con un supuesto altruismo.
Preguntado precisamente acerca de los dilemas que presenta en la actualidad el capitalismo, Ruben Östlund pone de ejemplo su país natal durante los años 80 y 90, cuando funcionaba con una "economía híbrida" que contaba con un "estado fuerte" en el que había "impuestos altos y se compartía la responsabilidad social". "Creo en una economía mixta, creo que la economía de mercado nos ha ayudado de muchas maneras, y sería muy ingenuo si no viésemos las ventajas del capitalismo, que ha mejorado muchas cosas en nuestras vidas", ha enfatizado el cineasta, para quien el verdadero problema reside en "el capitalismo que no está regulado y que ya no está ayudando a las personas", puesto que afecta a asuntos como "la vivienda o el medio ambiente".
"Yo crecí con una madre que es comunista. Me hace gracia ver que la izquierda hoy se ha olvidado de Marx, que pensó en la ventaja del capitalismo, que también era amigo del dueño de la fábrica y entendía ambos conceptos. No era tan dogmático respecto a la relación entre el capitalismo y el socialismo o el comunismo, podía ver las ventajas de los dos diferentes sistemas económicos", opina.
Creo que la economía de mercado nos ha ayudado de muchas maneras, y sería muy ingenuo si no viésemos las ventajas del capitalismo"Ruben Östlund
Al hilo del delirio que propone este yate y las locuras que propone el mercado, el cineasta también ve interesante un momento como el actual en el que "todo el mundo es tan rico" y "todo el mundo está tan preocupado por la economía". "Los temas de la economía han expulsado todos los demás asuntos. Estamos asustados de lo que ocurre en los bancos, del incremento de los intereses, eso es de lo que hablamos, porque tenemos miedo de perder nuestra posición. Por eso nos preocupa y por eso hemos descartado hablar de otros temas", ha señalado preguntado por las entradas de la presentación en Barcelona del libro de Tarantino, entre 80 y 94 euros. "Marx hablaba de esto: un capitalismo sin regular, agresivo, nos alienará los unos con los otros. Eso es lo que tengo que decir al respecto", ha zanjado al respecto.
Ruben Östlund y la ostentación
El título de la nueva película de Ruben Östlund, El triángulo de la tristeza, hace referencia a la arruga del entrecejo que muchos modelos se ven obligados a disimular con bótox porque no es aceptable en la industria de la moda. Las apariencias y la ostentación son también protagonistas en esta comedia, con ejemplos como la modelo celíaca que se fotografía comiendo pasta. "Ahora queremos parecer que estamos en esos anuncios que uno ha visto de una isla paradisiaca, sacamos fotos para que parezca que estamos allí", lamenta.
El director sueco cree que la actual es "una sociedad muy individualista" en la que las personas se están "promocionando constantemente", porque quieren convertirse en "la mejor versión, en lugar de pensar en lo que puede crear con otros". "A veces siento vergüenza en situaciones en las que estoy, pero tengo que hacerlo. Ahora, con las nominaciones al Oscar, hay una parte de mí que me dice que no lo haga, pero otra parte ma anima. Nos hemos convertido en nuestra propia marca en competencia con todos los demás", reconoce.