Poco espectáculo y confianza total en las canciones. Taburete arrancaron su llenazo en el Wizink de Madrid con una trompeta potente, que dio paso a uno de sus mejores himnos: "Cuando se apaga la luz", que lanza destellos del pop sedoso de Maroon 5 . En tres minutos estaba todo el pabellón a sus pies. Siguió la lubrica "Belerofón", homenaje a la dulce espera mientras una amante nos acoge carnalmente. Tras la enérgica "Kaiserslauten”, Willy Bárcenas hizo una pausa para recordar su anterior concierto en el Wizink, que fue en 2017, cuando "aún estábamos muy verdes. Alguna gente decía que Taburete era una moda, pero hemos demostrado que somos música y un grupo de amigos que se quieren", explicó haciendo rugir a la grada.
El inicio huracanado se templó con la dulce "Hasta desmayarmos" y luego llegó "Salto al vacío", un bolero con Café Quijano. Siguieron con "El fin", que es como volver a los años ochenta y recordar los conciertos de grupos tipo La Guardia: melodías tan previsibles como perfectas, que resulta imposible no tararear. En este punto te das cuenta de que algo en el concierto es diferente a lo habitual en el pop en boga en 2023: en tiempos de 'playback' y postureo, Taburete confían en que ocho personas con los instrumentos clasicos es todo lo que se necesitan para montar una fiesta para 17.000 personas.
Entonces llega el chiste más divertido: Bárcenas gritando varias veces "Viva España" justo antes de atacar una de sus canciones menos españolas, que lleva por título "México DF". La primera cima del concierto asoma con "Nostalgia", baladón de la escuela escuela de Julio Iglesias con aparición estelar de José Mercé, que pone la clase y calidez flamenca. Tremendo temazo para certificar el subidón creativo que supone Matadero 5 (2022), su quinto y último álbum, el más fluido y popular de su carrera. También es su trabajo que cuenta con más y mejores colaboraciones, que abarcan el amplio espectro que va desde el Dúo Dinámico hasta Omar Montes (una pena que no sonase la estopera "Camarón", donde colaboran Taburete y Montes). Y, aunque estamos ante un grupo de pop-rock, seguramente la canción más intensa de la noche fue la verbenera y pletórica"La discoteca". Buena señal.
Taburete, en crecimiento
"Botines" saca la vena más melancólica del grupo, pero también el orgullo de saber que han madurado hasta el punto de saberse en la primera división de la canción en castellano: "El grupo que escuchaba el bebé ahora canta conmigo/ y todas las canciones que amé me enseñan el camino", canta Willy desbordante de confianza. Justo después aprovecha para saludar a sus padres, que están en el auditorio, y dedicar la sentida "Mamá" a su madre, "la mujer más fuerte del mundo".
Dejaron la impresión de haber visto a un grupo en plena fiebre creativa, que acariciar la grandeza en algunas canciones y que tiene por delante lo mejor de su carrera
Entre problemas familiares y la hostilidad de cierta prensa, esta claro que la carrera de Taburete no ha sido sencilla, pero ya podemos decir que han ganado la partida, o esa impresión se tiene al escuchar piezas como “Roto y elegante”, que contagia la sencillez y naturalidad que se les exige a los grandes. Bárcenas admite que esta es un canción que le sirve para recordar que, pase lo que pase, es importante sonreír y tener siempre el mejor aspecto, para no dar a tus enemigos la satisfacción de verte en el lodo.
La recta final es una comunión total con el Wizink, desde una distinguida versión de “Brindo” con Sofía Ellar hasta sendas apoteósicas revisiones de “Caminito a motel” y “Los amos del piano bar”, seguramente sus dos piezas más hedonistas, la segunda inspirada en sus noches desatadas en el Toni 2. Cierran con la broma de “Los duendes”, sobre perder mecheros en las salidas nocturnas, pero dejan la impresión de haber visto a un grupo en plena fiebre creativa, que empieza a acariciar la grandeza en algunas canciones y que tiene por delante lo mejor de su carrera. A tenor de lo visto anoche en el Wizink, el público no parece dispuesto a abandonarles.