La resiliencia es la capacidad de una persona para adaptarse y recuperarse frente a situaciones adversas o traumáticas. Esto implica la capacidad de sobreponerse, aprender y crecer a partir de ello. La palabra ‘resiliencia’ tiene sus raíces en el latín, específicamente en el verbo ‘resilio’, que significa "saltar hacia atrás" o "rebotar", implicando un retorno a la normalidad.
Esta noción está estrechamente ligada a la física, donde se refiere a la capacidad de los materiales para recuperar su forma original después de haber sido sometidos a altas presiones. Según una investigación de la American Psychological Association, “la resiliencia es ordinaria, no extraordinaria. La gente comúnmente demuestra resiliencia. Un ejemplo es la respuesta de las personas en los Estados Unidos a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y sus esfuerzos individuales para reconstruir sus vidas”.
En la citada investigación explican además que “ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas”.
Añaden además que “muchos estudios demuestran que uno de los factores más importantes en la resiliencia es tener relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia. Relaciones que emanan amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la resiliencia de la persona”.
Otros factores asociados a la resiliencia son: la capacidad para hacer planes realistas y seguir los pasos necesarios para llevarlos a cabo; una visión positiva de sí mismos, y confianza en sus fortalezas y habilidades; destrezas en la comunicación y en la solución de problemas, y la capacidad para manejar sentimientos e impulsos fuertes.
Cómo es una persona con resiliencia
Según explican desde Buencoco, plataforma de psicología, las características psicológicas y los comportamientos de una persona resiliente suelen incluir:
• una actitud positiva, enfocándose en cómo hacer frente a una situación y no entrando en bucles de pensamientos negativos
• flexibilidad mental y capacidad de adaptación
• habilidad para resolver problemas
• capacidad de regular sus emociones
• autoestima sólida e inteligencia emocional
• visión realista de la situación y del futuro, aprendiendo de las adversidades
Se puede observar el nivel de resiliencia de una persona viendo cómo se enfrenta a desafíos y adversidades en su vida. Si tiende a adaptarse y recuperarse de manera efectiva, si mantiene una actitud positiva y si busca aprender y crecer de las experiencias difíciles, es probable que tenga un buen nivel de resiliencia.
Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar las situaciones difíciles y estresantes. Como hemos dicho, esto no significa que tener resiliencia signifique no sufrir o no tener sentimientos cuando sucede algo a nuestro alrededor, para nada es así. Una persona con resiliencia lo que hace es enfrentarse a los problemas o retos de la vida y tener una actitud más positiva ante ellos.
Mejora tu resiliencia
¿Cómo desarrollar la resiliencia para vivir mejor? Desde la perspectiva de Buencoco, “desarrollar la resiliencia implica trabajar en varias áreas. Estas incluyen el fortalecimiento de habilidades de afrontamiento de situaciones difíciles y dolorosas, como parte de la vida. También la resolución de problemas y la gestión emocional, cultivar una red de apoyo social, mantener una actitud optimista, aprender de las experiencias pasadas y buscar el crecimiento personal y la autenticidad”.
Además, los expertos explican que “la terapia cognitivo-conductual y otras formas de terapia junto a un psicólogo pueden ser útiles para aprender estrategias específicas y aumentar la resiliencia”.
Resiliencia en el trabajo
La resiliencia en el ámbito profesional se refiere a la capacidad de los individuos para mantener un rendimiento efectivo y adaptarse de manera positiva frente a las demandas y desafíos laborales. Esto puede incluir técnicas de manejo del estrés, como la respiración profunda o la meditación, el establecimiento de límites saludables, la gestión del tiempo y la organización, el desarrollo de una mentalidad optimista y la práctica de la autocompasión.
Para mejorar nuestra resiliencia necesitamos fortalecer las cualidades que nos permiten una adaptación positiva en una situación de adversidad o sufrimiento. Según los expertos, un buen líder es resiliente si tiene:
• Capacidad de improvisación, para ser flexible y actuar fuera de lo planeado.
• Resistencia ante la presión. Todos los profesionales sufren presión a diario en su puesto de trabajo. Sin embargo, suele suceder que cuanto más alto es el cargo más responsabilidades acarrea. Los líderes o directivos deben absorber la presión y convertirla en algo natural, para intentar sacarle partido y convertirla en algo positivo. ¿Increíble, verdad?
• Actitud resolutiva. Mantener la calma en momentos de crisis, - ninguna empresa se salva - y buscar soluciones sin dejarse llevar por el pesimismo, el estrés o la presión.
• Previsión. Como decimos, a lo largo de una carrera profesional se viven crisis, cambios y mejoras. Si ve venir estos cambios le resultará mucho más sencillo actuar en consecuencia y adaptarse a ellos.
Resiliencia tóxica
La resiliencia tóxica, desde el punto de vista de la psicología, “es cuando una persona utiliza mecanismos de afrontamiento poco saludables o destructivos para enfrentar el estrés o las adversidades. Aunque pueda parecer que están superando los desafíos, en realidad están ignorando o reprimiendo emociones importantes, sobrecargándose emocionalmente. Pueden negar la gravedad de una situación o recurrir a comportamientos dañinos, como el abuso de sustancias o la evasión emocional, en lugar de abordar constructivamente el problema. Esto puede llevar a un deterioro de la salud mental y emocional a largo plazo”, explican desde la plataforma.
Algunas personas resilientes pueden sentirse obligadas a ser autosuficientes y a no pedir ayuda. “Aunque es importante tener la capacidad de hacer frente a los desafíos por sí mismos, la falta de apoyo social y emocional resulta perjudicial, y puede derivar en aislamiento y dificultar la recuperación de situaciones adversas”, concluyen.