Una vez pasada la primera fase de la pandemia de Covid-19, con casi 15.000 fallecidos reconocidos oficialmente, el objetivo de las autoridades es saber qué prevalencia ha tenido el virus en la población general para poder tomar las medidas de recuperación de la actividad y evitar el impacto de una segunda oleada de contagios. El Instituto de Salud Carlos III, en colaboración con el INE, prepara un estudio para recoger muestras de sangre en unos 30.000 hogares y detectar qué expansión ha tenido el coronavirus en el territorio nacional, pero debido a su complejidad no tendrá resultados hasta dentro de muchas semanas. Antes de que eso suceda, la primera imagen de lo que ha sucedido con el coronavirus la tendremos en los hospitales, donde se llevan a cabo los primeros estudios de seroprevalencia.
Uno de los los centros pioneros es el Hospital Clínic de Barcelona, donde se ha puesto en marcha un estudio con 570 trabajadores sanitarios a los que ya se han tomado muestras de sangre y se ha hecho un frotis nasofaríngeo para saber cuántos han desarrollado ya la infección y qué respuesta de anticuerpos presentan. “Queremos ver qué proporción de sanitarios no recuerda haber tenido síntomas pero sin embargo presenta una respuesta a nivel inmunológico que nos permita constatar una infección pasada o presente”, explica Alberto García Basteiro, médico especialista en medicina preventiva y salud pública que coordina el estudio. La muestra intenta ser representativa de lo que ha sucedido entre los 5000 trabajadores del hospital y se ha tomado una definición amplia de “trabajador sanitario”. El perfil de los participantes va desde personal de laboratorio a auxiliares, camilleros, enfermeros, médicos, de administración, mantenimiento o lavandería. “El objetivo es entender cuánta infección ya ha habido en el hospital”, indica Basteiro. “Aunque es cierto que como es una población de alto riesgo no es representativo de la población general, donde esperamos un grado de infección muchísimo menor, nos dará una primera imagen de lo que ha sucedido”.
Un país en pequeñito
Los resultados que se obtengan en este tipo de estudios servirán para establecer qué relaciones se producen entre diversos colectivos y ayudarán a tomar decisiones operativas. En el caso del Hospital Clínic, los primeros resultados preliminares podrían estar listos en apenas dos semanas. “Lo que veamos tiene implicaciones para el manejo del personal, si hay que mandar a la cuarentena a esta persona o no. También nos ayudará a ver en qué servicio la gente está más protegido y cuáles están más desprotegidos”, explica el coordinador del estudio. “Nos permite hacer una foto ahora mismo, en una muestra aleatoria, del grado de infección que hay por departamentos y servicios”.
En una segunda fase del estudio, los autores tienen previsto caracterizar genéticamente el virus que está circulando, con la ayuda del equipo de Iñaki Comas, de la Universidad de Valencia, lo que podría dar también una idea de quién transmite a quién dentro del hospital. “No sé si podemos hilar tan fino”, admite Basteiro, “pero sabemos que ciertas mutaciones preceden a otras, por lo tanto quizá podemos inferir quién transmitió a quién o saber si hay clusters de una misma cepa del virus”.
En busca de anticuerpos más “fiables”
El equipo del Hospital Clínic, en colaboración con el Instituto de Salud ISGlobal, está desarrollando también una propia técnica diagnóstica para la detección de la inmunidad. “Nuestro equipo trabajaba en malaria, normalmente evaluamos respuestas de anticuerpos contra malaria utilizando esta técnica, y la hemos tenido que adaptar para detectar el coronavirus”, explica la investigadora Gemma Moncunill, que participa en el desarrollo de estas nuevas pruebas. Uno de los problemas que han tenido los especialistas durante la pandemia es que no hay suficientes tests bien validados para medir la infección (con PCRs) o el nivel de anticuerpos. Estos últimos se están midiendo con tests rápidos, menos precisos, y con pruebas de diferente fiabilidad, como Elisa. El nuevo sistema que están intentando validar Moncunill y sus compañeras se basa en una técnica llamada Luminex que es bastante precisa y que “permite analizar muchas moléculas y detectar muchas proteínas al mismo tiempo”.
“Vamos a testar distintas proteínas y podremos ver si hay unos anticuerpos más protectores que otros”,explica la investigadora. “Esto es muy interesante para el diseño de vacunas, por ejemplo, o para monitorizar la inmunidad en la población”. “Lo que queremos es no solo ver los anticuerpos estándar de las formas tradicionales”, añade García Basteiro, “sino también identificar algún otro anticuerpo que sea más fiable para medir protección o alguna otra proteína o marcador inmunológico”. Esto permitirá empezar a responder otras incógnitas que ahora intrigan a los investigadores, como hasta qué punto los asintomáticos desarrollan una respuesta inmunológica y quedan protegidos contra la enfermedad (lo que un resultado preliminar reciente pone en duda). “Si no tenemos test fiables que puedan medir anticuerpos u otros elementos u otras moléculas que puedan ser relevantes, es difícil saber o decir a partir de qué grado de concentración uno podría estar protegido, porque no sabemos cuáles son los anticuerpos protectores”.
“Muchas de las lecciones que aprendamos aquí son trasladables a la población general”
Este y otros trabajos que se están llevando a cabo en diferentes hospitales contribuirá a tener una imagen más precisa de las dinámicas de transmisión del virus y de la respuesta inmunitaria de los infectados. “Aunque el grado de protección será completamente superior entre los no sanitarios”, concluye García Basteiro, “muchas de las lecciones que aprendamos aquí son trasladables a la población general”. Paralelamente, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció este miércoles la puesta en marcha de un ensayo clínico llamado ÉPICOS, que pretende aumentar la “prevención de infección de coronavirus en sanitarios”. El ensayo prevé contar con 4.000 profesionales sanitarios de 62 hospitales en 13 comunidades autónomas y consistirá en administrar de manera aleatoria a algunos profesionales sanitarios “dos principios activos de medicamento que se compararán con un grupo placebo”. De esta forma, lo que suceda en la comunidad médica será también la avanzadilla de lo que luego se pueda aplicar a todos.