Cada vez que Mark Vanhoenacker se pone a los mandos de un 747 el mundo le parece un lugar maravilloso y sorprendente, como si lo viera con los ojos de un niño. A veces también se siente como un extraterrestre que desciende a diario desde las nubes en los lugares más pintorescos del planeta, o sobrevuela ciudades que brillan en la oscuridad como puertos intergalácticos. Su libro, “Travesía aérea” (Capitán Swing, 2017), es algo mas que un viaje con un piloto, es una experiencia poética sobre el arte de volar y la capacidad de mirar el mundo con ojos nuevos. Charlamos con él por videoconferencia desde Londres, antes de que escape volando.
¿Nos hemos acostumbrado tanto a volar que se nos olvida lo extraordinario que es?
Sí, creo que en ese sentido los vuelos han sido víctima de su propio éxito. Todo lo que se convierte en accesible y rutinario empieza a poder la magia que tenía en sus comienzos, cuando era una experiencia realmente nueva para la gente. Yo por ejemplo nací antes de internet y me parece asombroso, eso les pasaba a las personas que tomaban un avión hace décadas. Una de las razones por las que escribí el libro es que incluso para mí, que siempre he amado volar, es fácil olvidar lo asombroso que es. Es una manera de recordarme a mí mismo y a los pasajeros de que es una increíble manera de experimentar el mundo y es muy útil para viajar, sí, pero a la vez es una maravillosa experiencia.
¿Qué les diría a los pasajeros que siempre eligen asiento de pasillo?
Bueno, creo que es bueno que a la gente le gusten cosas diferentes (risas). Por supuesto yo prefiero el asiento de ventanilla, y además es más cómodo, porque puedes dormir apoyado. En algunos aviones, como el 787, por ejemplo, las ventanas son más grandes y más gente puede ver las nubes y el mundo. Es un avión estupendo para los que nos gusta mirar afuera.
¿El cielo más bonito o impresionante que ha visto jamás?
Una de las cosas que más me gustan es que cuando viajas en el amanecer o en el atardecer, si miras al lado contrario, ves una franja de oscuridad que en realidad es la sombra de la Tierra. También se ve desde tierra si vas a un sitio despejado.
“Si la gente pudiera ver las turbulencias desde nuestra perspectiva en la cabina, no les daría tanto miedo”
¿Podría saber donde está mirando solo al cielo en el que está volando?
¡Jaja, no! Aunque hay algunos lugares que tienen un cielo especial. ¿Has estado en Lisboa? Hay algo en su luz que lo hace realmente especial, más claro incluso que en California.
En algunos lugares, antes de aterrizar, dice usted que se huele el aire del lugar.
Sí, es algo muy frecuente. En Boston, como a menudo llegas desde el océano, sientes un olor especial. También sucede en La India, y creo que es por el combustible que usan en las casas… Y sobre todo cuando se abren las puertas del avión y penetra el olor del sitio, es muy diferente en cada lugar.
Sobre la paradoja de volar a través del aire sin tocar nunca el aire dice usted que “nunca volaremos como lo hacemos en sueños”.
Sí, realmente nosotros no volamos ni nos sentimos como un pájaro. Volar se parece seguramente más a nadar o bucear que estar dentro de un avión. Por supuesto manejar el avión es una experiencia maravillosa, pero no sentimos el viento, que a menudo está por encima de los 200 km/h y el avión ni siquiera se mueve.
Para usted el mayor placer es volar de noche, ¿no?
Sobre todo porque casi siempre es mucho más suave. Muchos de las turbulencias son causadas por el sol, porque calienta la tierra y provoca que las corrientes suban hacia arriba. Y además creo que es más bonito. Podemos ver el exterior, vemos más estrellas que las que verías en tierra, muchas de las cuales solo verías en sitios muy remotos. Cuando hay luna llena su luz es tan intensa que te permite leer un mapa, y en miras al océano ves cómo provoca sombras de las nubes. Y ahí otra razón práctica para volar de noche: el sol brilla muy intensamente en la cabina y en algunos viajes, sobre todo hacia el oeste, puedes estar ocho horas o más viajando con un sol muy molesto enfrente. Además, me encanta el aspecto de las ciudades por la noche.
“Cuando hay luna llena su luz te permite leer un mapa, y ves las sombras de las nubes sobre le océano”
Parecen civilizaciones de otros mundos.
Es exactamente como si estuvieras haciendo una película de ciencia ficción sobre un planeta extraterrestre. Y así es como veo casi siempre España, suelo volar desde Londres a Sudáfrica y paso por encima de Madrid, y sobre todo Barcelona. Y miro a bajo, puedo ver el aeropuerto, la costa, luego veo Palma, después Argel…
Dice usted que otro gran espectáculo son las torres de petróleo que queman el gas en mitad del desierto.
Sí, hay muchos. De golpe habré visto treinta o cuarenta, pero si los ves durante media hora probablemente es que hay cientos. Se ven en Oriente Medio, en Siberia, creo que los he visto en Indonesia… También se ven muchos incendios forestales de vez en cuando.
¿Y el espectáculo de la aurora?
Es como un cortina de luz, como un salvapantallas que se va moviendo muy poco a poco. Está cambiando a un ritmo muy lento y parece que puedes tocarlo. Es como una nube en verano, en todo momento parece quieta pero en cuando la vuelves a mirar ya ha cambiado. Cuando vuelas de Seattle a Londres por ejemplo, y das una vuelta muy al norte, las puedes ver perfectamente.
A veces, los pilotos que se cruzan en mitad de la noche se hacen señales con las luces, como dos conductores
¿Es verdad que cuando dos pilotos se cruzan en la noche se dan las luces largas, como los conductores?
Bueno, estás separados por muchas millas y los cielos están muy oscuros, así que puedes ver otro avión a gran distancia. No es algo que hagamos en rutas muy transitadas, sino en rutas largas, como a Ciudad del Cabo, cuando llevas sin ver a nadie durante más de una hora. A veces incluso te cruzas un saludo rápido en la radio y es un sentimiento bonito, porque no tenemos contacto personal frecuente con pilotos de otras compañías. Y a menudo estos pilotos vienen de la ciudad a la que tú te diriges, así que es como compartir el mundo de ahí arriba durante unos minutos.
¿Qué clase de conversaciones tienen dos pilotos que se cruzan?
Cuando vuelas en una zona muy habitual, obviamente no tienes conversaciones, pero cuando vas sobre el océano hay una frecuencia reservada para charlar y la gente suele habla sobre turbulencias. Y se dicen cosas como “ hemos tenido quince minutos de turbulencias al pasar por esta posición en tal altitud”, de modo que podemos avisar a nuestra tripulación. Pero si todo está tranquilo, y estás en medio del espacio aéreo vacío, te dices cosas. A veces, por ejemplo, alguien quiere saber un resultado deportivo, y te preguntan, aunque eso cambiará con la era de internet en los aviones.
¿Cuál es la principal causa de esas turbulencias que se encuentran?
Una de las cosas que aprendes cuando te haces piloto es que la atmósfera está realmente viva y se mueve todo el tiempo de una manera violenta. No la podemos ver, pero si viéramos las corrientes que se mueven a 200 km/h sería un espectáculo. Imagina ver esos ríos moviéndose por todo el cielo. Y la atmósfera está también viva de forma vertical, la mayoría de las nubes son producto de ese movimiento. En el fondo lo llamativo es lo poco que nos movemos teniendo en cuenta la velocidad a la que vamos. Cuando hay una turbulencia es porque te metes en zonas de aire rápido o donde el clima está cambiando, pero siempre debes recordar que puede ser incómodo pero nunca es peligroso. Además si la gente pudiera verlo desde nuestra perspectiva en la cabina, no les daría tanto miedo. Te das cuenta de que la velocidad varía muy poco.
“Una de las cosas que aprendes cuando te haces piloto es que la atmósfera está realmente viva”
¿Y los relámpagos?
Nunca me ha imantado ninguno, pero los aviones están preparados. A menudo los vemos, al rodear las tormentas. Y ves rayos que están a cientos de kilómetros, algo que no puedes ver desde el suelo. Si estás en Londres no puedes ver los rayos cayendo sobre Birmingham.
Supongo que el significado del día y la noche cambia allá arriba, cuenta usted que en algunos vuelos se puede ver amanecer y atardecer varias veces…
Es debido a las formas diferentes en que te mueves por el planeta. Primero al ascender puedes ver el sol por mas tiempo y cuando desciendes se vuelve a poner. Y cuando te mueves hacia el oeste vas contra el movimiento del planeta y puedes tener días muy largos, mientras que cuando vas hacia el este tienes días muy cortos. Otro factor es que cuando viajas muy al norte entras en la zona que tiene 24 horas de sol o 24 de noche, según sea verano o invierno. Así que cuando combinas todas esas cosas puede tener experiencias muy extrañas, como ver amanecer cuatro o cinco veces en el mismo día. Puede que estés en una zona donde el sol se mete en el horizonte pero vuelves a ascender y el sol vuelve a salir. Otro caso es cuando vas al Lejano Oriente en verano, imagina un Londres-Tokio en junio, en realidad es un vuelo nocturno, porque sales por la tarde y llegas a destino por la mañana. Sin embargo, en el avión puede que nunca se ponga el sol, porque entramos en la parte norte de Rusia, donde no se hace de noche en esa época del año. Y cuando entras en esa área puedes ver como el sol te acompaña hasta que lo ves salir por la otra parte del mundo, literalmente, y lo que estás viendo es el día que tienen sobre Hawái o Los Ángeles, aunque se supone que tú vas por la noche.
¿Es por eso que usted dice que muchas veces es más dura la sensación de estar perdido en el espacio (“placelag”) que el conocido “jetlag”?
Cuando hablo de “placelag” me refiero a esa sensación de asombro de poder viajar en escalas inimaginables, como ir de Londres a Tokio, que hace unos siglos te habría llevado semanas o meses y ahora lo puedes hacer en una noche. Así que cuando aterrizas allí y das un paseo en un mundo completamente diferente es un hecho asombroso. No está relacionado solo con volar, solo porque podamos ir a Ciudad del Cabo en una noche no deberíamos olvidar lo impresionante que es.
“Volamos de Tokio a Londres de noche y nunca se pone el sol”
¿Se despierta a veces por la mañana sin saber en qué cuidad está?
Bueno, no (risas). Casi siempre sé donde estoy, pero no lo sabes del todo hasta que abres la ventana y ves que estás en Tokio. Es más impresionante aún cuando piensas que eres uno de los tipos que llevo el avión hasta allí. Es una sensación que no han perdido los niños y ellos nos las recuerdan. Aunque ahora tienen unos aparatos tan sofisticados que el avión les debe parecer pasado de moda.
Si tuviera que explicar a alguien de manera sencilla por que vuelan los aviones, ¿qué le diría?
El escritor William Langewiesche dice que “el ala mantiene el avión arriba empujando el aire hacia abajo”, y es una manera sencilla y correcta de explicarlo.
¿Alguna vez ha entrado en una corriente de chorro realmente veloz?
Sí, sobre el Atlántico Norte los vientos son muy fuertes en invierno, pero he entrado en corrientes de unos 199 nudos (unos 370 km/h), y eso es realmente rápido. Nuestros ordenadores calculan la velocidad del viento en que te mueves y la velocidad respecto a tierra. Y como estás siendo llevando por el viento tú no notas nada en el avión, peor el avión sí registra a la velocidad a la que vas sobre el planeta.
Otro espectáculo, además de las estrellas, es el de las nubes…
Sí, mis nubes favoritas son los cúmulos. ¿Ha visto alguna vez Los Simpsons, esas nubes que salen en la cabecera? Pues las llaman nubes de Los Simpsons por eso. Son sencillas y muy bonitas, pero hasta que no las ves desde arriba no te das cuenta de lo bajas que están, parecen más un fenómeno de la tierra que del cielo. A menudo las vemos acumularse sobre el terreno y nos indican la presencia de tierra cuando estás volando sobre el océano. Y también nos sirve para detectar islas.
¿Tienen que desviarse muy a menudo para evitar tormentas?
Sucede más en unas partes del mundo que en otras. Si vuelas sobre el ártico nunca te encuentras nubes de ese tipo, pero en la zona ecuatorial hay tormentas casi cada noche.
¿Por qué cambian tan a menudo las tripulaciones y las rutas?
Solemos volar con tripulaciones a las que no conocemos, pero es porque el número de pilotos de 747 es cada vez menor, pero está bien porque conoces gente nueva. Supongo que rotamos porque si no cuadrar los horarios de todos sería muy difícil.
¿Cuál ha sido su último vuelo?
Mmm, déjame pensar, tendría que mirar el calendario (pausa). El último ha sido desde Londres a Las Vegas, y llegué el viernes.
¿Y el próximo?
Mi próximo vuelo es a Kuwait el lunes, es un lugar interesante, y hace mucho calor. Es el típico lugar que nunca habría conocido de no ser piloto. Si pienso en mí mismo como alguien de un pequeño pueblo en el medio de la nada en Massachusetts casi no puedo creer que vaya a estar en Kuwait en unas horas.
“Los pilotos tenemos una perspectiva diferente del planeta a la que tiene el resto del mundo”
Diría que usted sigue viendo su trabajo con los ojos de un niño.
Lo intento, creo no es una mala manera de ver el mundo. Y espero que la gente que lea el libro vea el mundo de esa manera también.
Lo que cuenta me hace pensar en un futuro en el que los pilotos no vayan a otras ciudades, sino a otros planetas.
¿Has visto alguna vez las series sobre extraterrestres de la televisión? En todas vemos la nave llegar, primero por encima de las nubes, luego atravesándolas para llegar a la ciudad… Pues cada vez que subes en un avión es lo que sucede, así descendemos del cielo cada día.
¿Es usted como un extraterrestre?
¡Jajaja! Bueno, supongo que en ese sentido. sí. Creo que tenemos una perspectiva diferente del planeta a la que tiene el resto del mundo.