Desde el tardío instante en el que decidió convertirse en entrenador, Zinedine Zidane ha estado preparándose para este momento. Llevar las riendas del primer equipo del Real Madrid es una vieja aspiración del marsellés, que empezó a incubar sus aptitudes en el año 2013, actuando a la vera de Carlo Ancelotti como el asistente de la Décima.
Florentino Pérez ya le había designado indisimuladamente como el heredero del linaje madridista a medio y largo plazo, si bien ni siquiera el máximo gestor blanco esperaba echar mano tan pronto de su preferido, al que tenía convenientemente cociendo a fuego lento en su escala del Castilla.
Las dudas sobre si el galo se encuentra preparado para el traqueteo del banquillo del Santiago Bernabéu están presentes en la zona noble del club. Los inicios de Zidane en el Castilla, en su primera experiencia como entrenador jefe, no fueron precisamente amables, y el talante del ex mediapunta no es el de un comandante, sino el de alguien que prefiere el diálogo a la fusta.
Fue Guy Lacombe, ex entrenador suyo en los juveniles del Cannes, su principal consejero en los momentos difíciles y quien le ayudó a limar quizá su peor defecto. "Zidane se mostraba tímido en la dirección de los entrenamientos, le costaba hacerse cargo de un grupo de jugadores y mandar en el vestuario", contó Lacombe. Reservado y parco en palabras, Zizou deberá convencer a su nueva plantilla mediante el respeto y el ejemplo.
El hecho de haber sido un futbolista sobresaliente, algo que los jugadores le reprochaban a Benítez a sus espaldas, ayudará al francés. Su nombre impone más que el del madrileño, y ese es el as que tiene en la manga el nuevo entrenador madridista para entrar con buen pie en un vestuario complicado.
En lo puramente deportivo, el Castilla de Zidane se ha caracterizado por el buen trato de pelota. Al equipo, en ocasiones, le ha faltado algo de verticalidad y juego directo (sobre todo en su primera temporada), pero el de La Castellane considera innegociable el ganar y ser dominador a través de la posesión del cuero. Y esa idea, presumiblemente, se afianzará en la élite.
La parcela ancha, pues, tomará protagonismo en el Real Madrid. Zidane se ha caracterizado por mimar el talento e, incluso, por optar por el trabajo individual y las mejoras específicas para ciertos futbolistas. Centrocampistas blancos incómodos con el siderúrgico Benítez, pues, celebran la llegada de un hombre que apostará por darles las llaves del equipo sobre el césped y crear antes de destruir.
El nuevo míster merengue ha sacrificado mucho para llegar hasta aquí. Los cantos de sirena procedentes de su país le llegaban continuamente y el galo había rechazado hasta tres propuestas de banquillos de la Ligue 1 con la esperanza de que Florentino Pérez le apuntase con el dedo para sentarse en el banquillo con más foco del mundo. Al héroe de la Novena, ídolo vestido de corto, le ha llegado el momento de serlo también pizarra en mano.