El Bundesbank (banco central de Alemania) considera altamente probable que el producto interior bruto (PIB) alemán sufra una contracción en el segundo semestre del año y prevé altos niveles de inflación, de hasta el 10%, impulsados por el coste de la energía y por otros factores. La contracción podría desembocar incluso en una recesión en el primer trimestre de 2023, según los expertos del Bundesbank en su informe mensual de agosto.
Ya en el segundo trimestre de 2022 Alemania sufrió un estancamiento de su economía. En los meses de primavera, según el Bundesbank, hubo fuerzas opuestas que afectaron de manera diferente la economía. La demanda tuvo un efecto positivo gracias ante todo al aumento del consumo privado impulsado por el fin de las restricciones para hacer frente a la pandemia.
Por el contrario, el Bundesbank no considera que haya habido una recuperación notable en las inversiones en equipos debido a la incertidumbre existente sobre las perspectivas económicas y a los problemas en las cadenas de suministro que afectan a la industria. Las inversiones en el sector de la construcción tuvieron una caída clara, añaden los expertos del banco.
La incertidumbre persistente y el alto nivel de inflación deben haber llevado, según estimación del Bundesbank a falta de cifras oficiales, a que el estancamiento se haya prolongado durante los meses de verano. Esos mismos factores significan un aumento de la presión sobre la actividad económica. Aunque la apertura del sector de servicios, especialmente restringido durante la pandemia, puede seguir teniendo un efecto positivo éste se verá reducido por la caída de poder adquisitivo generada por la inflación, agrega el estudio.
"Además las preocupaciones sobre una amenazante escasez de gas en invierno reduce el ánimo de consumo", dice el informe. El Bundesbank respalda esa afirmación con una referencia a la caída del índice de clima de consumo del Instituto de Estudios de Mercado (GfK). Los altos precios de la energía y las preocupaciones por una escasez de gas también han afectado al ánimo empresarial, como lo muestra el índice del Instituto Ifo, que tuvo una clara caída en julio respecto al mes anterior.
Todo ello, además, puede verse reforzado por factores que probablemente tengan un efecto inflacionario como el aumento del salario mínimo y la caída del euro frente al dólar.