El camino de acumular mayor capital no tiene retorno en el sistema financiero europeo. Esta exigencia se ha convertido en la gran obsesión del Banco Central Europeo (BCE) desde que se ha convertido en el supervisor único bancario europeo. Mario Draghi quiere entidades altamente solventes para que estén mejor preparados de cara a futuras crisis. Una petición que se irá modulando cada año. A lo largo de septiembre próximo, el BCE comunicará a los bancos españoles la cifra mínima de capital que deben cumplir para los ejercicios 2015-2016. Esta nota es individual, es decir, Santander y BBVA tendrán que cumplir un ratio diferente pese a ser sendas entidades sistémicas, y se trasladará en secreto a cada banco, según confirman fuentes financieras.
En el sector no se descarta que fruto de esta evaluación del BCE surjan nuevos recargos de capital sobre el Common Equity Tier 1 (CET 1), el capital de máxima calidad, o bien sobre los instrumentos que sustentan el Pilar II de solvencia. En definitiva, sobre todo el conglomerado que conforma el nivel de solvencia de los bancos europeos. De media, los bancos españoles están un punto por debajo del nivel de capital de sus homónimos europeos debido a las mayores provisiones que históricamente les ha venido exigiendo el Banco de España. Tanto para cubrir los créditos subestándar, una categoría que no existe en el resto del continente (o bien son créditos sanos o bien morosos), como para cubrir la provisión genérica. "Linde no quiere que se reduzca el nivel de provisiones pero esto cada vez es más incompatible con las continuas peticiones de capital que vienen desde Francfort", coinciden varios banqueros. A esto hay que sumar, la incertidumbre que existe aún sobre la decisión final de Bruselas sobre si los activos fiscales diferidos (DTA, en inglés) son ayudas de Estado y, por tanto, tendrán que dejar de computarse como capital de máxima calidad.
Esta nota individual y secreta del BCE se conforma en función de una nueva clasificación que mide el perfil de riesgo de las entidades en función de cuatro niveles
Esta nota individual y secreta del BCE se conforma en función de una nueva clasificación que mide el perfil de riesgo de las entidades en función de cuatro niveles. Desde el de menor riesgo (en el que no aparece ninguna de las 120 entidades europeas supervidas por el BCE); un segundo y tercer niveles intermedios (todos los bancos españoles se sitúan en este tercer escalón); y, finalmente, una cuarta categoría, donde se situarían las entidades con una ratio más baja y por lo tanto, con unas necesidades mayores de vigilancia supervisora y a la que se le impondrían severas medidas para su fortalecimiento dado su mayor riesgo, según una serie de criterios.
Para establecer este perfil, el BCE tiene en cuenta el riesgo de crédito y liquidez de las entidades. Sin embargo, para determinar la nota individual, que se conoce como 'decision', los técnicos de Mario Draghi tendrán en cuenta los instrumentos de autoevaluación de capital que tiene cada entidad y la valoración del apetito del riesgo. En la elaboración de esta 'decision' no sólo influyen puramente los datos. "También estará determinada por la información que están recabando los inspectores (del BCE) presentes en las comisiones de riesgos y auditoría", sostienen desde un par de entidades.
"Linde no quiere que se reduzca el nivel de provisiones pero esto cada vez es más incompatible con las continuas peticiones de capital que vienen desde Francfort", coinciden varios banqueros
De hecho, fruto de esta mayor presencia 'in situ' en estas comisiones, y de las entrevistas individuales entre consejeros ejecutivos e independientes que está efectuando el regulador, el BCE ha comenzado a solicitar que quiere que haya más debate en las reuniones de los consejos y que las discrepancias se reflejen en las actas.
Pese a que existen diferentes clasificaciones para determinar el capital de los bancos, el BCE solicitará su nota en la categoría de fully loaded. Este obliga a adelantar a este mismo ejercicio el nivel de solvencia solicitado en 2019 según la normativa de Basilea III. Desde los pasados exámenes del regulador europeo, las entidades sistémicas (Santander y BBVA), en el caso español, deben tener un capital mínimo fully loaded del 9%. El resto de entidades españolas tienen que cumplir un ratio del 8%. Todos los bancos españoles cubren estos requisitos mínimos hasta ahora. Otro escenario puede dibujarse en septiembre con la nueva nota exigida por Draghi.
Precisamente, esta calificación determinará la política de dividendos de este ejercicio. Así el importe del dividendo que puede repartir cada entidad estará limitado no solo al beneficio sino al mayor o menor colchón de capital que tenga cada una de ellas en función de las nuevas exigencias que le haya marcado el BCE según su función de riesgo, explican varias fuentes financieras.