Ya es habitual que el Banco de España pida más flexibilidad para las empresas a la hora de fijar salarios. Menos habitual es que diga abiertamente que es partidario de bajar los sueldos. Sin embargo, en un capítulo del último informe anual del supervisor financiero dice que, según las estimaciones realizadas con su modelo trimestral, una moderación del 1% de los salarios conduce, al cabo de dos años, a un incremento de la inversión productiva privada de entre cuatro décimas y un punto, según cómo respondan a los precios a esa moderación salarial.
Con este mensaje, el banco emisor quiere poner de manifiesto los positivos efectos que tiene la moderación salarial en la inversión, un componente fundamental para el PIB español. Según la entidad gobernada por Luis María Linde, la inversión en bienes de equipo está mostrando un repunte muy pronunciado en la recuperación económica, con crecimientos superiores al 10% en los dos últimos años, hasta situarse solo un 5% por debajo del nivel precrisis. En cambio, en el conjunto del área euro esta variable aún está un 15% del nivel de principios de 2008.
La moderación salarial ha impulsado la competitividad
El buen comportamiento de la inversión española se debe, a su parecer, a la mejora de las condiciones financieras por la consolidación de un entorno de menor incertidumbre y al vigor de las exportaciones, al que después se ha sumado el empuje del consumo de los hogares. Y en particular, el Banco de España cree que las ganancias de competitividad vía precios y costes relativos habrían contribuido a la reactivación de la inversión a través de su efecto sobre las ventas al exterior, especialmente durante el periodo recesivo y las primeras etapas de la recuperación.
Y es en este contexto en el Banco de España asegura que moderar los salarios un 1% puede elevar hasta un punto la inversión productiva en dos años. ¿Por qué? Porque la mejora de la competitividad ha impulsado la inversión y esa mejora se ha conseguido de dos formas: a través de la destrucción de empleo en los primeros años de la crisis y ajustando los salarios de los trabajadores tras la entrada en vigor de las reformas laborales.
En los primeros años se consiguió vía despidos
En concreto, el supervisor explica que el proceso de recuperación de la competitividad iniciado en 2008 se basó, en su fase inicial, en el aumento de la productividad aparente del trabajo derivado del intenso ajuste del empleo, sin que los salarios reaccionaran inicialmente ante el cambio del ciclo. Estos desarrollos llevaron a un ajuste muy intenso del consumo de los agentes y a un fuerte aumento del ahorro. En concreto, el empleo disminuyó más de un 6% en 2009, lo que hizo que el consumo privado cayera un 3,7% y que la tasa de ahorro subiera más de cinco puntos. Mientras, los salarios crecían a un 4,4%.
Tras las reformas laborales que pusieron en marcha los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, el patrón cambió y el ajuste de las empresas con problemas se empezó a hacer vía salarios. Esto se empezó a notar, sobre todo, a partir de 2012. Esta mayor flexibilidad salarial, tal y como explica el banco emisor, redujo la destrucción de empleo indefinido al principio y acabó impulsando el crecimiento del empleo años después.
Según el Banco de España, los efectos positivos de la moderación salarial a largo plazo pueden incluso superar los efectos contractivos a corto plazo
La nueva creación de empleo favoreció el aumento del consumo e incluso compensó el efecto negativo inicial de la moderación salarial sobre el gasto de los hogares. De hecho, la institución gobernada por Luis María Linde considera “razonable” pensar que los efectos expansivos del aumento del gasto se acaba produciendo al final de este proceso pueden incluso superar las consecuencias contractivas de una moderación salarial en el corto plazo.
Informe anual
En cualquier caso, el banco emisor cree que las ventajas competitivas duraderas deben proceder de aumentos de productividad, que, a su vez, sean el resultado de reformas estructurales de los mercados de trabajo y de bienes y servicios. Además, la agenda reformista resulta fundamental para asegurar la eficiencia del proceso de formación de precios y costes en la economía y apoyar la reasignación productiva de recursos entre empresas y sectores y la reducción de la elevada tasa de desempleo.
Éstas ideas aparecen en el informe anual del banco, presentado la semana pasada. En dicho informe, el supervisor detalló las recetas económicas que debería poner en marcha el gobierno que salga de las urnas el próximo 26 de junio: nuevas medidas para contener el déficit, un nuevo marco laboral que favorezca la contratación indefinida, hacer que los salarios se vinculen más a la situación de las empresas, modificar la cesta de impuestos y asegurar la supervivencia del sistema de pensiones. Además, alertó del riesgo que supone para la actividad la incertidumbre económica.