El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas cerrará el año 2017 con un récord histórico de pasajeros, salvo circunstancias anómalas, levemente por encima de la cifra de 52,11 millones que registró al final de 2007. Un ejercicio destinado precisamente a marcar un antes y un después en la infraestructura puesto que asistió, a comienzos de febrero, a la inauguración de su nueva terminal, la T4, programada en su día para incrementar un 50% la capacidad del aeropuerto.
Sin embargo, ha habido que esperar toda una década para que Barajas recupere los guarismos que exhibía aquel primer año de ampliación. Diez años en los que se ha cuestionado en repetidas ocasiones la inversión de más de 6.200 millones de euros que supuso convertir a Barajas en el quinto aeropuerto de Europa.
Uno de los efectos más brutales de la crisis fue el impacto en la cifra de pasajeros que visitaron los aeropuertos de la red de AENA, que se desplomó cerca de un 12% como consecuencia de la fuerte desaceleración de la actividad económica. Un contraste al que contribuyó el hecho de que aquel 2007 fue el año de la cifra récord no sólo para Barajas sino también para las principales pistas españolas y para AENA en su conjunto.
Sin embargo, la mayoría del resto de los principales aeropuertos no han tardado tanto en recuperar los registros que presentaban antes de la crisis. Incluso uno de ellos, el de Alicante, consiguió cerrar 2008 con un incremento del 5% en el número de usuarios. En 2011, Barcelona-El Prat, Gran Canaria y Tenerife-Sur también superaron su particular crisis y comenzaron a marcar nuevos récords históricos. Tres años después fue el turno de Málaga y Lanzarote.
El desplome de 2013
Pero el hundimiento de Barajas fue más que notable y, además, contó con un factor que le penalizó notablemente. Cuando a comienzos de la década algunos de los grandes aeropuertos antes citados empezaban a ver la luz al final del túnel, Iberia inició una de las mayores crisis de su historia, con varias y duraderas huelgas incluidas que afectaron de forma notable a su gran hub, el aeropuerto de Madrid que, además, había reservado la T4 para la que fuera aerolínea de bandera y para las compañías que le acompañan en la alianza Oneworld.
En su peor año de la crisis, Barajas cerró con menos de 40 millones de pasajeros, concretamente con 39,73, un descenso de cerca del 24% en relación con el récord de 2007. Los números del aeropuerto madrileño eran peores tras siete años de funcionamiento de la T4 que los registrados en ejercicios precedentes a la inauguración de la nueva terminal.
Las estimaciones, tan grandilocuentes como peligrosas en aquella época (como sucediera con las tristemente célebres autopistas radiales) apuntaban a que en 2010, cuando el aeropuerto ampliado funcionara ya a pleno rendimiento, Barajas podría alcanzar los 70 millones de pasajeros. A duras penas superaba el 55% del objetivo.
Un proyecto de 15 años
La evolución del tráfico llevó a hablar de despilfarro y de errores a la hora de calibrar las soluciones que precisaba Barajas, que había empezado a quedarse pequeño mucho antes de todo esto. La prueba es que el primer Gobierno que planteó una solución para paliar el problema estaba aún encabezado por Felipe González, aunque el encargado de cortar la cinta inaugural aquel 4 de febrero de 2007, primer día de operaciones, fue José Luis Rodríguez Zapatero. En medio, primeras piedras de las obras a cargo de José María Aznar y responsables del Ministerio de Fomento como Rafael Arias Salgado, Francisco Álvarez-Cascos y Magdalena Álvarez.
En circunstancias normales, Barajas concluirá 2017 con una cifra de pasajeros en el entorno de los 52,5 millones de pasajeros, aún lejos de las que se hablaba cuando la T4 acababa de echar a rodar, con lo que la sombra de la polémica aún perseguirá al ampliado aeropuerto madrileño.
Eso sí, al menos ha logrado sumar 12,8 millones de pasajeros en los últimos cuatro años, a un meteórico ritmo de casi 8.900 nuevos usuarios cada día. Según el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, la red de AENA concluirá 2017 con un registro que superará los 245 millones de pasajeros, a tan sólo cinco millones de las previsiones con las que cuenta el Gobierno para 2021, que fue las que tuvo en cuenta para elaborar el Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA).