Las provisiones que posiblemente tenga que anotarse Duro Felguera en sus cuentas de 2017 vinculadas a la pérdida de proyectos en el exterior están complicando la elaboración de las mismas y su presentación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
El grupo incumplió el deber de presentar las cuentas anuales como compañía cotizada antes del pasado 28 de febrero, y ahora se arriesga a una sanción si no las hiciera públicas antes del viernes 9 de marzo, explican fuentes cercanas al regulador del mercado español.
La profunda crisis en la que se encuentra el grupo asturiano, con complicadas negociaciones con la banca acreedora para refinanciar su deuda y las dificultadas para encontrar un socio, impidieron que la pasada semana se hicieran públicas sus cuentas de 2017. De acuerdo a fuentes financieras y otras cercanas a la empresa, la falta de acuerdo en la estimación de las provisiones que debería anotarse por la pérdida de proyectos en el extranjero ha retrasado el cierre de las mismas.
La pasada semana el grupo cerró la venta de su sede en Madrid a un fondo británico por 30 millones
Duro Felguera informó en un hecho relevante publicado en la CNMV el pasado 14 de noviembre, la cancelación de contratos internacionales valorados en 918 millones de euros. En Brasil se dieron de baja dos proyectos por importe de 735 millones de euros; otro en Chile por valor de 127 millones; y otro en Panamá de 56 millones.
En 2016 Duro Felguera registró unas pérdidas de 18,19 millones de euros, 51 millones menos que en 2015. La inclusión en las cuentas de 2017 de provisiones por esos proyectos cancelados podría disparar las pérdidas de la multinacional con sede en Gijón. En los nueve primeros meses de 2017, la compañía obtuvo un resultado negativo de 11,5 millones, y la deuda se situó en los 267,7 millones de euros.
A pesar de la reducción de las pérdidas registradas en 2016, el auditor de las cuentas del grupo, Ernst & Young, advirtió en su informe de auditoría de la existencia de una incertidumbre sobre la capacidad del grupo para mantener la actividad debido al aumento del riesgo de liquidez y del endeudamiento.
Desde hace más de un año Duro Felguera negocia la refinanciación de la deuda y trata de reestructurar su negocio y su accionariado. El grupo contrató al banco de inversión Rothschild para buscar un socio que inyectara liquidez a cambio de entrar en el capital, pero hasta la fecha no ha logrado convencer a nadie. En septiembre del pasado año, la compañía arrancó de la banca acreedora -Santander, Caixa, Bankia, BBVA, Sabadell- un periodo de extensión para el vencimiento de la deuda, hasta enero de 2018; y ese mes volvió a extender el periodo de gracia, hasta el próximo día 15 de abril.
El grupo y la banca acreedora estudian ahora una posible ampliación de capital y el canje de deuda por acciones, de manera que las entidades financieras se convertirían en accionistas. Si la empresa no logra en las próximas semanas un acuerdo de refinanciación, la posibilidad de presentar preconcurso de acreedores sería factible.
Además de las debilidades financieras y de negocio, la empresa afronta la acusación de la Fiscalía Anticorrupción, también contra su expresidente -Ángel Antonio del Valle- y otros directivos de sobornar a políticos venezolanos. Y un requerimiento de pago de Hacienda de 122 millones de euros.
Venta de la sede
Otro de los motivos apuntados por las fuentes consultadas que han motivado el retraso de la presentación de las cuentas de Duro Felguera ha sido la operación de la venta de su sede en Madrid.
El grupo finalmente logró acordar la pasada semana la venta del inmueble al fondo británico Signal Capital, por un importe aproximado de 30 millones de euros, indican fuentes conocedoras de la operación.
La compañía ha negociado durante varios meses la venta del activo, por el que se interesaron Sabadell, y Sandra Ortega, hija de Amancio Ortega, el fundador de Zara.