La vuelta de los blindajes a las empresas cotizadas ha sido una especie de puntilla a la aventura de ACS en Iberdrola. Por medio ha quedado una serie de reveses que han ido desde las repetidas derrotas en los tribunales hasta la venta de un 3,7% de la eléctrica a mediados del pasado mes de abril forzada por los bancos acreedores.
Si el grupo constructor y de servicios tenía alguna posibilidad de lograr algún puesto en el consejo de administración de la eléctrica, ésta ha quedado totalmente descartada después de que la vuelta de los blindajes esté a punto de convertirse en un hecho gracias a la introducción por parte del Grupo Popular de una enmienda a la Ley de Sociedades de Capital en el Senado, como anunciaba ayer Vozpópuli.
Esta novedad acaba con el efecto de la denominada ‘enmienda Florentino’, que precisamente anulaba la limitación de voto en las compañías cotizadas, una medida adoptada por el Gobierno entonces presidido por José Luis Rodríguez Zapatero y que afectaba principalmente a dos cotizadas que contaban con compañías constructoras como principales accionistas: Repsol (cuando Sacyr ostentaba un 20% de la petrolera) e Iberdrola (con ACS como socio mayoritario, con una participación también en el entorno del 20%).
De este modo, los principales socios de ACS tratan de convencer a su presidente de que la aventura en Iberdrola ha dejado de tener sentido ya que el grupo constructor se ha quedado definitivamente sin posibilidades de mandar en la eléctrica. No obstante, la salida de ACS del capital de Iberdrola no será sencilla ni rápida.
El apoyo político, un papel mojado
En primer lugar, tendrá que encontrar el momento adecuado para salir ya que en la actualidad acumula fuertes minusvalías latentes, en el entorno de los 4.000 millones de euros, que se hacerse efectivas generarían un agujero de considerables dimensiones en el balance del grupo. En segundo término, ACS debería buscar inversores que se hicieran con el paquete de acciones que mantiene en Iberdorla (cerca de un 15%), en un entorno nada favorable como puede dar fe la propia ACS, que está teniendo muchos problemas para vender activos con los que enjugar su abultado endeudamiento.
Con todo, el asalto de Iberdrola con la intención de mandar en la compañía eléctrica fue siempre un empeño personal de Florentino Pérez que, en principio, no contó con la oposición de sus socios en el grupo constructor. Sin embargo, el devenir de los acontecimientos minó el ánimo de casi todos en ACS. La única excepción fue Florentino, que se movió con habilidad para encontrar un apoyo político que ahora ha quedado en nada.
Entre otras cuestiones porque incluso el PSOE, que promulgó la conocida como ‘enmienda Florentino’, ha votado a favor de la vuelta de los blindajes a las empresas cotizadas.