La caída de los precios de las materias primas y el deterioro de las llamadas economías emergentes podría tener un impacto especialmente grave en la banca española. Al menos así lo temen los responsables de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés), que en un reciente informe de evaluación del riesgo sitúan a las entidades financieras españolas como las más expuestas al riesgo emergente.
Casi un 20% de los activos ponderados por riesgo de los bancos españoles proceden de Latinoamérica, Oriente medio o Asia. Es decir, que uno de cada cinco activos que tienen algún tipo de riesgo de sufrir pérdidas tienen su origen en países emergentes, según los cálculos de la EBA (ver gráfico). Es el mayor porcentaje de riesgo de toda la banca europea, y se concentra sobre todo en una misma área geográfica: América Latina.
Y es que la fuerte posición de los principales bancos españoles en México y América del Sur (con posiciones dominantes de entidades como Santander o BBVA) no ha pasado desapercibido para la EBA, que teme una posible oleada de impagos en aquellos países si la crisis y la ralentización económica de los mismos se acentúa en el medio plazo.
La supresión en octubre de 2014 de los planes de estímulo monetarios de la Reserva Federal y la progresiva caída de los precios de las materias primas "han sido los principales causantes de la ralentización en las economías emergentes registradas en los últimos seis trimestres", explican desde la EBA. Así, países como Brasil han entrado en recesión técnica, y otros tantos están notando los efectos de la caída de la actividad provocada por una menor demanda de materias primas por parte de China.
Un escenario negativo para los emergentes
Por si fuera poco, se ha evidenciado un desencuentro entre el ciclo económico de los países desarrollados y el de los emergentes, que en este caso está perjudicando a estos últimos. "Como las condiciones económicas están mejorando en Estados Unidos, con una reducción del desempleo y la inflación subiendo, la FED sube los tipos de interés por primera vez desde 2006. Esto implicará incluso una mayor depreciación de las monedas de los países emergentes, creando más presiones a la baja en el petróleo, industrias metalúrgicas y otros precios de las materias primas", anticipan desde la EBA.
Estos desequilibrios cambiarios podrían afectar al propio riesgo soberano, toda vez que al menos la mitad de la deuda pública de estos países está emitida en moneda extranjera, por lo que un incremento del coste de las divisas extranjeras puede afectar al pago de la deuda. Y éste es precisamente el mayor riesgo para la banca europea, y la española en particular. De acuerdo a los datos de la EBA, los bancos europeos cuenta con 2,3 billones de euros en activos expuestos al riesgo emergente.
Tras España, los países con los sistemas bancarios más expuestos son Reino Unido, Austria, Hungría, Holanda, Letonia y Eslovenia. En el caso de los bancos británicos, su mayor porcentaje de riesgo está concentrado en Asia. "Una constricción de la política monetaria de la FED podría disparar la salida de capitales de las economías emergentes, empeorando las condiciones de liquidez y empujando los costes de refinanciación", advierten desde la EBA, que añaden que dado los actuales niveles de endeudamiento de dichas economías (especialmente en las empresas) dicho escenario puede disparar los impagos, afectando por ello directamente a los bancos.