Dieter Schwarz es el desconocido dueño de la cadena de supermercados Lidl, el primer grupo de distribución alimentaria europeo. Desde el grupo Schwarz mantiene el control accionarial de la cadena germana, que ha realizado en los últimos 4 años una apuesta gigantesca por España con una inversión de más de 600 millones de euros, principalmente en ladrillo (terrenos y construcción de nuevos establecimientos, pero también reforma de otros existentes con parámetros más actuales) y en espacios logísticos.
Schwarz, de 76 años y con dos hijos, tiene una fortuna estimada por Forbes en 16.200 millones de dólares, lo cual lo convierte para la revista norteamericana en el quinto hombre más rico del país aunque durante tiempo ha sido la primera fortuna germana, sobre todo después de la muerte del fundador de Aldi, Karl Albrecht.
Bajo la égida de Schwarz, que ya dura cuatro décadas -dirige los supermercados desde los 70 y es responsable de su expansión internacional- Lidl ha pasado a convertirse de un supermercado local en un gigante europeo que quiere dar la batalla, además de en su zona natural de influencia (Alemania y países germánicos) en otros mercados tradicionalmente más alejados y con filosofía de consumo distinta: Reino Unido y España.
Las acciones de su conglomerado las ostenta una fundación de fiscalidad ventajosa, como informó en su día Bloomberg
Schwarz, de quien apenas se puede encontrar una imagen en internet, es el dueño de más de 10.000 tiendas de Lidl en Europa y de otras 1.000 de Kaufland. En España, su filosofía de precios muy bajos está conquistando cada vez a más consumidores. Sin embargo, casi nada se sabe de él aparte de la actividad filantrópica que realiza su fundación: Dieter Schwarz Stiftung gGmbH. Este organismo con una fiscalidad ventajosa es quien realmente posee las acciones del conglomerado de distribución, cuyos próximos y ambiciosos planes son expandirse por el competitivo mercado norteamericano comenzando por su costa este. Y todo ello, como señala Bloomberg, "poniendo los precios a la mitad que su competidor Sainsbury que está sólo unas calles al lado".
Precisamente en las islas británicas, las cadenas Lidl y Aldi protagonizan casi todos los días reportajes de prensa dada su rapidísima implantación que está haciendo temblar a los cuatro grandes locales (Tesco, Sainsbury's, Asda y Morrisons). Para asustarlos aún más, Lidl ha anunciado una inversión de más de 1.500 millones de euros en tres años con apertura de más de 45 tiendas por año. En España, la apuesta inversora también es estimable, aunque más adecuada a los precios locales: 600 millones de euros en los últimos cuatro años fiscales, los últimos dos a razón de unos 200 por año, con apertura de decenas de tiendas, reforma de muchas otras y una inversión de 150 millones de euros que pende de alguna decisión política en la provincia de Barcelona.
El dueño del grupo, de 76 años, es una figura extremadamente discreta de la que apenas hay imágenes
La compañía dará datos en las próximas semanas sobre su prometida inversión en el año fiscal 2015 (cerrado a 29 de febrero de 2016), que anunció iba a ser de 200 millones de euros. En el año anterior (cerrado a 29 de febrero de 2015) cuyos datos han sido publicados en el Registro Mercantil esta semana, la inversión alcanzó los 204 millones de euros, de los cuales 71 fueron exclusivamente en terrenos y en construcción nueva. Lidl España ha triplicado sus beneficios (de 27 a 74 millones de euros) e incrementa sus ventas totales un 6,9%, aunque teniendo en cuenta el incremento de metros cuadrados, la venta en superficie comparable podría no ser tan satisfactoria.
Una expansión que causa polémica
Como todos los extranjeros que pretenden hacerse fuertes en mercados exteriores, Lidl se está enfrentando a más de una polémica generada con mayor o menor interés. Uno de los últimos casos ha sido una campaña iniciada por 'The Guardian' para atacar los pantalones vaqueros hiper baratos que se venden en las islas por unas 6 libras esterlinas (alrededor de 9 euros). Para el rotativo británico, esto se hace "a costa de trabajadores que cobran sólo unos peniques en Bangladés". Ellos cobrarían, según el cálculo del 'Guardian', "entre 2 y 9 peniques por un par de pantalones". Estas acciones no son exclusivas de Lidl sino más bien propias de toda la industria textil.
En España, algunas actividades de Lidl también han sido polémicas, especialmente aquellas relacionadas con la venta a pérdida (notorio fue un caso del vino de las bodegas Protos y Marqués de Cáceres en 2014). Sin embargo, la compañía se empeña en mostrar su compromiso con la economía nacional, y se autodenomina por ejemplo "el principal comprador de productos agrícolas españoles", sobre todo para llevarlos a exportación a los mercados del norte de Europa. Por el momento, los datos de Kantar Worldpannel hablan de un crecimiento sin prisa pero sin pausa en España, como también en el mercado británico.