El conflicto entre el consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC) y la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), que tiene en vilo el proyecto de ampliación de la infraestructura centroamericana cuenta con un buen número de hitos destacados pero, probablemente, ninguno tan singular como el estallido de Pietro Salini, consejero delegado de Impregilo, uno de los cuatro componentes del consorcio que lidera Sacyr. Además de incendiar el ambiente, ya de por sí caldeado, descolgándose en plena negociación por los sobrecostes de la obra con una propuesta propia, el ejecutivo italiano se desenmascaró a sí mismo: puso de manifiesto con su manera de actuar que la estrategia de GUPC de lanzar un órdago a la ACP en forma de advertencia de paralización de las obras lleva implícito su sello más personal.
Hasta entonces, las relaciones entre GUPC y la ACP se habían llevado con un tono mucho más mesurado, con mayor prudencia, incluso excesiva teniendo en cuenta que la primera gran reclamación presentada por el consorcio acerca de los sobrecostes de las obras acumulaba más de un año y medio de proceso en las instancias contempladas para estos menesteres en el contrato sin que hubiera resolución por ningún lado, ni a favor ni en contra.
Es el estilo de Manuel Manrique, presidente de Sacyr, diametralmente opuesto al de Salini y también alejado del de su predecesor al frente del grupo español, Luis del Rivero.
Hace meses que la tensión se instaló en la relación entre cliente y contratista en Panamá pero las hostilidades no se rompieron hasta que Salini no terminó de aterrizar en Impregilo.
De una empresa familiar a la cima de Italia
La constructora de Salini es una empresa familiar, de las muchas surgidas en Italia en la década de los 30. Pietro protagoniza un caso de notable precocidad empresarial. Con menos de 30 años era uno de los principales ejecutivos de una compañía que presentaba ya un tamaño destacado. No tardó convertirse en el primer ejecutivo y comenzar a llevar el apellido familiar a lo más alto de Italia.
Su asalto a Impregilo se inició con la toma de una participación del 15%, que le elevó al puesto de consejero delegado de la principal constructora de Italia a medidados de 2012. Pero no era suficiente y Salini no paró hasta lanzar una OPA valorada en 1.500 millones de euros por Impregilo de la que salió triunfador gracias al apoyo del fondo estadounidense Amber, uno de los grandes especuladores de los mercadois bursátiles internacionales.
Del brazo de Amber (estrategia que después le valió la apertura de una investigación por presunta ocultación de datos y manipulación de precios de mercado), Salini logró vencer la oposición de poderosas familias italianas presentes en Impregilo, como los Gavio y los Benetton y culminó la operación colocando su nombre junto al de Impregilo merced a la fusión de ambas compañías.
Cambio de estrategia
Salini ha sido el último en llegar al escenario de la ampliación del Canal de Panamá. Desde la firma del contrato, muchos nombres han cambiado: el presidente de Sacyr y parte de sus principales accionistas, los dueños de Impregilo, el administrador principal del Canal, el presidente de Panamá... Y a Salini comenzó a darle vértigo ver los números de la ampliación del Canal al lado del apellido familiar, al que tanto había costado ascender a la cúspide empresarial italiana.
En Panamá aseguran que Salini actúa bajo la premisa: "he sido el último en llegar y no he recorrido todo este camino para comerme esto". A partir de entonces, la tensión en torno al Canal sólo ha hecho ir en aumento.
Las decisiones importantes en GUPC se toman por unanimidad pero el cambio en su estrategia y los perfiles de los principales ejecutivos de las empresas no dejan lugar a la duda.
Y si quedaba alguna, Salini las despejó todas el pasado miércoles, cuando remitió a los medios de comunicación una nota en la que hacía su propia propuesta para resolver el conflicto de los sobrecostes, apenas 24 horas después GUPC hiciera pública la que, en teoría, era la oficial del consorcio.
Salini pedía a la ACP un anticipo de 1.000 millones de dólares en concepto de parte de los sobrecostes reclamados en total por GUPC, que alcanzan los 1.600 millones de dólares. Curiosamente, hasta finales del pasado 2013 las reclamaciones del consorcio por los sobrecostes llegaban tan sólo a los 600 millones. La diferencia, los 1.000 millones que reclama por su cuenta Salini. ¿Casualidad?